<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
HISTÓRICO
LAS PALOMAS Y EL DECANO
  • LAS PALOMAS Y EL DECANO |
    LAS PALOMAS Y EL DECANO |
Por RAFAEL ISAZA GONZÁLEZ | Publicado

Amable lector. En un evento de palomas mensajeras, alguien me presentó un médico que hacía poco tenía palomas mensajeras. Pasó un tiempo sin volver a verlo. Más tarde supe que fue nombrado decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia y que su nombre era Elmer Gaviria Rivera.

Cualquier día me invitó a conocer sus palomas, luego de observarlas me preguntó cómo me parecían. La respuesta para mí era sencilla. Doctor Elmer, creo que con estos ejemplares no va a llegar a ninguna parte. No se molestó, por el contrario me pidió que le ayudara.

Con gusto le regalé varias de mis palomas. Desde entonces en los concursos no he logrado ganarle, pero en cambio, me ha hecho sentir muy bien cuando escucho sus manifestaciones de gratitud, algo que se ha vuelto tan escaso.

Sin dejar de conversar sobre palomas, es mayor el tiempo que hablamos de la Facultad de Medicina, de sus alegrías por los buenos resultados académicos, las investigaciones científicas, sus profesores y alumnos. Estos últimos en su gran mayoría de escasos recursos económicos.

A lo largo de sus nueve años como decano de Medicina, varias veces lo vi enfermo, más del alma que del cuerpo, en especial cuando sentía que su Facultad se iba a paralizar por la irracionalidad de unos pocos, que con frecuencia imponen sus caprichos a la mayoría de estudiantes.

En la graduación de los alumnos del último año, mucho más que la satisfacción que estos irradiaban, era el orgullo de sus padres de saber que tenían un hijo médico. En esa ceremonia observé al doctor Elmer y tuve la impresión que estaba recordando cuando quiso ser médico, pero con la muerte prematura de su padre, por un tiempo terminó de mensajero.

Unos años después, un discípulo de su progenitor le tendió la mano y logró hacer realidad sus ilusiones de niño. Desde que fue nombrado decano de Medicina se preocupó por mejorar el nivel académico, la investigación, la capacitación de profesores y le sobró tiempo para reconstruir los viejos edificios que son testigos fieles de la historia médica de Antioquia.

Al dejar la decanatura, como suele suceder con los seres humanos, muchos se olvidarán de él, de sus sacrificios y luchas que debió afrontar para que otros volaran muy alto. Más de uno le hará pasar momentos desagradables. Cuando ello ocurra no se le olvide que hay remedios más eficaces que los antibióticos o la cortisona. Una sonrisa de su pequeña hija le sanará las heridas que reciba por haber obrado bien.

Doctor Elmer: muchas gracias por todo el bien que le hizo a nuestra Alma Máter. No se le olvide regalarme, algún día una de sus buenas palomas.

x