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No es solo ir al concierto. Los admiradores de Madonna sueñan con estar cerca de la diva y que, aun sin conocerlos, los miren. Por eso, por si se da la casualidad, quieren estar perfectos y la pinta es fundamental.
Guillermo Gómez estuvo desde las 5:00 de la mañana en el estadio, pero a las 4:00 ya estaba arreglándose: "vine con la pinta del súper bowl, que es la más impactante. Uno no sabe que tenga la oportunidad de que ella lo mire y así no nos conozca, que sepa que la admiramos bastante".
Lo que se impone es hacerlo 'usted mismo'. Guillermo le puso su toque con las manos, así como Mauricio Echeverri, que hizo la pinta completa, aunque no pudo llegar como querí: pensaba hacer relevos con un amigo, pero cuando llegó, antes de las 5:00 a.m., se dio cuenta que el puesto era intransferible.
Así que le tocó devolverse y vestirse como pudo. "Medio me eché el polvo. No alcancé a pintarme el pelo ni nada". La idea era quedar con él azul y escribirse Madonna y solo alcanzó a ponerse la camiseta: por detrás había un retrato de la reina, a mano.
Pocos se ven sin, mínimo, un objeto en su cuerpo. Las camisetas son el mejor recurso. Las hicieron a su medida, las mandaron a imprimir o las compraron, y las usan en grupo o en solitario.
Gonzalo Ramírez lleva una negra que resume varios de los conciertos en los que ha estado. De Madonna, la madre de los gays, como coincide él y Mauricio, ha visto seis espectáculos, entre ellos el de París, Milán y Barcelona, y no podía perderse el de su tierra natal.
Los vestidos ochenteros, negros, los sombreros, las cruces, las manillas, los botones, todo vale. No obstante, la señora que madrugó a las 3:00 a.m. a vender cintas y botones, no estaba tan contenta. A las 9:00. No había vendido todo lo que quería. Eso sí, prometió esperar hasta la noche, porque la idea "es acabar con esto que trajimos".
Admiradores felices es lo que se ve en el estadio. Cada vez llegan más pintas, más raras y más sorprendentes. Por ahí, incluso, se coló una chica vestida, completa, de novia. Una Madonna perfecta.