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Desenterrar una verdad por más de 15 años, confrontar a los victimarios, buscar a las víctimas, fueron los parámetros que permitieron que hoy, sentadas frente al Gobierno y las Farc, estén las Madres de La Candelaria —Caminos de Esperanza—, o por lo menos su representante, Teresita Gaviria.
Esta mujer, a quien le desaparecieron su hijo en 1998 en Doradal, Antioquia, ha acompañado a mujeres y hombres que perdieron un ser querido por el conflicto armado. Por esto, su presencia en la mesa es de doble responsabilidad: llevó hasta Cuba las esperanzas de las víctimas que esperan respuesta por actos violentos de la guerrilla o por acciones de los paramilitares, algunas, en connivencia con las Fuerzas del Estado.
El viaje de Teresita Gaviria a La Habana, les dejó un mensaje a todas las mujeres que han luchado con ella día a día por los afectados por el conflicto armado. "La ida de Teresita a la mesa de negociación es de real importancia. Puede ser que los guerrilleros digan verdades. Hay una esperanza puesta en ella", explicó Marta Oquendo, de la asociación Caminos de Esperanza.
Dice doña Marta que lo más importante es que la paz debe llegar al país "para que termine todo el dolor que embargó nuestros hogares".
Un universo de víctimas
El segundo grupo de víctimas que viaja a Cuba a encontrarse con el Gobierno y las Farc hace parte de un universo diverso, el cual fue conformado por distintos actos violentos: minas antipersonal, reclutamiento, afectaciones a mujeres, desaparición forzada, desplazamientos, entre otros.
De este grupo hace parte Reinel Barbosa Cájica, afectado por una mina antipersonal cuando tenía 20 años, en Uribe, Meta. La explosión le dejó una discapacidad física permanente, además, ha padecido el desplazamiento.
Para Álvaro Jiménez, el director de la Campaña Colombiana contra las Minas, CCM, la presencia de Reinel no es representativa de todos los afectados por estos artefactos explosivos, no obstante, en él sí se puede expresar el dolor y la tragedia que padecen las víctimas de este flagelo, sean civiles o militares, los cuales ascienden a 10.812 afectados entre 1990 y julio de 2014, según el Programa Presidencial para la Acción Integral contra las minas Antipersonal, Paicma.
Expresa Jiménez: "A Cuba viajó una representación muy significativa de distintas victimizaciones que pueden ser un reflejo de lo que ha vivido el país en materia de violencia".
El director de la CCM, resalta la presencia del gobernador indígena awa, Gabriel Bisbicús, pues considera que esta etnia ha sido una de las más violentadas por todos los actores del conflicto armado colombiano.
No al reclutamiento
Uno de los temas que se han pedido en la mesa de diálogos desde el inicio, es el del reclutamiento de los menores de edad. Aunque la temática no se va a tratar a fondo, la presencia de Juanita Barragán, reclutada por las Farc cuando tenía 13 años, abre una puerta para hablar de los niños en las filas de los grupos armados.
Con Barragán en la mesa, "se lleva a La Habana lo que debió ser el primer punto, no solo por el Gobierno colombiano sino la exigencia sin la cual los demás países que apoyan no debieron iniciar porque todos son suscriptores de la convención y pasaron por alto la prevalencia de los derechos de los niños", agrega Ximena Norato, de la Agencia de Comunicaciones Periodismo Aliado de la Niñez, Pandi.
Según Norato, que la voz de una víctima de reclutamiento sea escuchada puede generar reflexiones en todas las partes, incluso en la sociedad y las familias, para terminar con el reclutamiento.
La llegada del segundo grupo de víctimas se da en medio de las declaraciones encontradas de ambas delegaciones sobre los afectados.
Humberto De la Calle, jefe negociador del Gobierno, precisó que los que viajan a Cuba no representan todas las víctimas del país, y pidió una vez más a las Farc respeto por estas, mientras que el grupo guerrillero enfatizó ninguno de ellos se ha mostrado en contra de la llegada de las víctimas a Cuba.