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Actual como ella sola. Perspicaz, irreverente, inteligente, revolucionaria. Leerla es un placer que viaja a través del tiempo.
Cumple 50 años este 2014, aunque los hubiera cumplido ya en 2012. Porque pese a esa autobiografía que escribió para el diario Siete días donde confiesa que "en la vida real yo nací el 15 de marzo de 1962", Joaquín Salvador Lavado, su creador, canceló toda duda señalando que su fecha de nacimiento es la del día de su primera aparición, es decir, 29 de septiembre de 1964.
Hija de un vendedor de seguros y un ama de casa (Raquel se llama, revela un día Mafalda), habitante del porteño barrio San Telmo, ávida por la lectura y las noticias, esta niña es un ícono contestatario, cuya voz sigue tan vigente hoy como hace 50 años.
"No tiene importancia lo que yo pienso de Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí", dijo alguna vez Julio Cortázar de ella, que es un enormísimo cronopio.
"Mafalda es de verdad una heroína iracunda que rechaza al mundo tal cual es", la definió Umberto Eco. Un mundo que sigue en guerra, que sigue enfermo, al que hoy más que nunca "le duele el Asia", como ella misma lo diagnostica.
Amante de Los Beatles, enemiga de la sopa, admiradora del Pájaro Loco, lectora de diarios, radioescucha de informativos, Mafalda sueña con trabajar como traductora en las Naciones Unidas, pero mientras crece disfruta de ir a la escuela y jugar lo mismo ajedrez que a los vaqueros con sus amigos, esa pandilla infaltable sin la que las tiras estarían incompletas.
Y desde hoy llega a las páginas de este diario con su primera preocupación: saber si tras terminar el jardín de infantes tendrá que irse al exterior, ignorante aún de su gran popularidad en el mundo entero.