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El médico Víctor Campillo no se asombra al ver capítulos de la ochentera serie La misión del deber , donde un grupo médico sortea las dificultades de su profesión en medio del apocalíptico escenario de la guerra de Vietnam. Para él, esas escenas ficcionadas son su día a día.
Hace 14 años, el doctor Campillo trabaja en el Hospital San Antonio de Tarazá.
Más que sus años en la universidad, son los años en el Bajo Cauca antioqueño los que le han enseñado de medicina de guerra.
Pero así como cambia el conflicto, varían también las atrocidades que produce en sus víctimas.
Y para afrontarlas, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ofrece al personal médico alrededor del país, talleres de actualización y capacitación para la atención de pacientes en entornos donde se desarrolla el conflicto armado.
La semana pasada, 23 profesionales de la salud participaron en uno de estos talleres ofrecidos por el CICR y dictados por el Centro de Estudios en Medicina de Urgencias (Cemu) de la Universidad Nacional.
Desde Tarazá, Valdivia, Montería, El Bagre, Entrerríos y Medellín llegaron a Santa Fe de Antioquia médicos y enfermeras a capacitarse.
"Hay tres modalidades de talleres, uno es para quienes atienden a los pacientes en el primer momento, la idea es que aprendan a que un buen manejo de una herida de guerra desde el comienzo puede asegurar una buena recuperación, éste que estamos dictando ahora que trata del manejo de heridos del conflicto armado y uno más sobre cirugía de guerra", señala Katherine Zapa, del CICR.
Los galenos recordaron y aprendieron nuevas técnicas en temas como triaje y clasificación de heridos en zonas de conflicto, hemorragia y shock , fracturas abiertas y heridas por arma de fuego.
Historias que no se olvidan
"Llevo 14 años trabajando en el Hospital de Tarazá. En este tiempo he visto de todo", cuenta Campillo, quien recuerda con nitidez un episodio triste de su labor.
"Fueron cuatro pacientes de mina antipersonal, una de las víctimas era un niño de 8 años. Primero un campesino pisó una mina, fueron a rescatarlo un grupo de personas y cuando lo transportaban uno de los que lo cargaba cayó en otra mina que hirió a una persona más y al niño. Me llegó uno de los heridos y luego los otros dos. Solicitamos ayuda al Ejército y llegó un helicóptero a trasladar los heridos, pero pasaban las horas y el niño no llegaba al hospital, entonces el capitán del Ejército dijo que él no salía de ahí hasta que no apareciera el niño, y así fue, el helicóptero no despegó hasta que no montamos al menor a la aeronave".
Un drama diario
No solo en las regiones apartadas los médicos se enfrentan a heridas de guerra, también están los que cada día atienden a las víctimas que caen en las calles de Medellín.
"A nosotros nos llegan todos los que recoge la Policía en la avenida Regional, los que recogen los bomberos en el río Medellín, todos nos llegan a nosotros", dice Guillermo del Valle Agudelo, médico de Policlínica, quien asegura que hace cerca de 24 meses se han acrecentado los heridos por arma de fuego que ingresan a este centro hospitalario.
El mismo drama lo comparte la enfermera Viviana Valencia quien recuerda con especial detalle e impresión hace cuatro meses cuando recibió en Policlínica a un soldado herido por proyectil expansivo. "Tenía esquirlas por todo el cuerpo, era un soldadito muy joven y ya afrontando cosas tan terribles".
Otro que puede describir el drama de la ciudad es Juan Manuel Galeano Alzate, director del Centro regulador de Urgencias y Coordinador de Emergencias en Salud, (Crue).
"Ha aumentado el número de pacientes por el conflicto urbano de los últimos meses, muchas veces no damos abasto, tenemos 10 ambulancias y a veces nos quedamos cortos para prestar el servicio", asegura.
Su vida, en juego
Campillo, el de Tarazá, ya es ducho en el tema. No recuerda el número de veces que lo han amenazado, pero sí una vez cuando fue obligado a salir del hospital para atender a 17 hombres en armas. "Se habían intoxicado con agua de una quebrada a la que le había caído glifosato para fumigar matas de coca, yo fui claro, allá no tenía los medios para atenderlos, así que me llevaron con los heridos en dos camiones hasta el hospital en donde fueron atendidos", cuenta.
Estos profesionales de la salud a veces trabajan en condiciones precarias y en donde su vida también peligra, pero nada los detiene en su afán por seguir ganándoles vidas a la guerra. Sienten y sufren, porque no son estrellas de cine, aunque su trabajo diario se parezca mucho a una escalofriante serie de ficción.