<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
HISTÓRICO
MI PIE IZQUIERDO
  • MI PIE IZQUIERDO
Por ADRIANA COOPER | Publicado

¿Eres una bailarina profesional?, me preguntó hace unos días el doctor con su voz suave y cara seria. Yo no le pude contestar tan rápido. Y es que en los segundos siguientes a mi respuesta, me imaginé con los pies en puntillas y zapatillas de satén en la mitad del escenario, en el imponente Teatro alla Scala de la Via Filodrammatici en Milán. De no haber sido por el amor congénito a las tortas que le agregó varios kilos de más a mi anatomía infantil, hoy sería un cisne más. Una mujer de peinado recogido, piernas elásticas y perpetuas. Pero no fue así. Por mi figura redondeada de aquellos años, no me aceptaron en la academia de ballet y en cambio estoy aquí escribiendo la columna de prensa en una mañana de abril.

"Es en serio", dijo el médico sin entender mi sonrisa. "Lo que usted tiene le ocurre con frecuencia a las bailarinas de ballet". Después de examinar mi pie izquierdo, explicó las razones del mal y vaticinó un paso por el quirófano en los meses que vienen. En esos minutos posteriores al diagnóstico, recordé el miedo que me producen la anestesia general y las cirugías. Y hasta pensé en la película "Mi pie izquierdo" con la que Daniel Day-Lewis ganó el Óscar por interpretar a un hombre con parálisis que aprendió a usar su pie izquierdo para pintar y escribir. Afortunadamente este pie me ha servido también para lo inimaginable y mi mal no se compara con esa enfermedad.

Cuando se piensa con fuerza en algo, es probable ver imágenes en la calle o escuchar historias relacionadas. El día siguiente a la cita médica y después de imaginar cómo es la vida cuando uno no puede moverse tanto como quiere, vi a una mujer en silla de ruedas intentando entrar a un concierto. Como no había rampa, tuvo que ser levantada. Debió quedarse en un puesto incómodo de la parte delantera del teatro. Hace unos meses, en un evento en el que intervine, sucedió algo parecido. Un hombre sin poder caminar, llegó a un seminario. En el auditorio no había una rampa para entrar y dos vigilantes tuvieron que levantarlo. Su esposa pidió ayuda para que él pudiera sentarse en la parte delantera. Después de intentar convencer a algunos asistentes para que se movieran hacia otra fila, finalmente una mujer aceptó, no sin antes decir: "Es el colmo que lo paren a uno de esta forma".

En la ciudad ahora se piensa más en las personas en situación de discapacidad y ya existen organizaciones que trabajan para ellos como la Fundación Colombia Accesible que dirige Berny Bluman. Sin embargo aún falta más trabajo de los involucrados en el diseño, construcción y administración de espacios. Y en la creación de normas. Pensar en la diferencia, en las almas diversas que pueden llegar a un lugar, es cada vez más necesario en Medellín si queremos abrirnos al mundo.

En memoria: Leer a García Márquez es un hecho agradecido, fascinante. Como cuando releo cada año El amor en los tiempos de cólera. O esas Notas de prensa que han sido inspiración para escribir esta columna que habla de temas relacionados con la ciudad y que a veces no aparecen en las noticias. Bendita sea su memoria.

x