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Por miles y en número creciente se suman las víctimas de las minas antipersonal en Colombia. Un enemigo que mutila por igual a combatientes y no combatientes. La degradación del conflicto ha llevado a la instalación de este tipo de trampas en patios de escuela, huertas caseras, caminos, carreteras...
Hoy Colombia ocupa el deshonroso segundo puesto mundial en víctimas de estas trampas, solo superado por Afganistán, un país afectado por una guerra internacional.
En 2011, 528 personas murieron o resultaron heridas por estos artefactos. Desde 1990 hasta el 32 de marzo de 2012, las víctimas fueron 9.755 (3.693 civiles, de ellos 950 menores de edad. 6.062 militares y policías).
Con nuestro país como uno de los referentes mundiales de esta práctica proscrita por el Derecho Internacional Humanitario, se conmemora hoy el Día Internacional para la Sensibilización contra las Minas Antipersonal, establecido por la ONU para rechazar el uso indiscriminado de estos artefactos explosivos.
A través de la campaña mundial Presta tu Pierna-Remángate, impulsada por Colombia se busca romper la indiferencia de la sociedad ante este flagelo.
El drama se agrava, en el 65 por ciento de los municipios se han presentado "accidentes" con minas o munición sin explotar, abandonadas por los grupos armados ilegales.
Ante la crisis, el Gobierno autorizó la llegada al país de Ong extranjeras expertas en desminado, pues la realidad es tan compleja que los pelotones de desminado colombianos no son suficientes para intervenir en todos los frentesn
1. EL DRAMA DE LAS VÍCTIMAS QUE SOBREVIVEN
El pasado 31 de marzo el agricultor Antonio José Velázquez se convirtió en la víctima más reciente de las minas antipersonal en Colombia. De regreso a su casa por una trocha, después de su jornada de trabajo en el campo, pisó un artefacto explosivo que le amputó su pierna izquierda.
El accidente ocurrió en el camino que conduce del corregimiento El Carmen de Anorí hacia Tarazá, el municipio más afectado por estos artefactos, instalados por la guerrilla de las Farc, en un intento por frenar la ofensiva militar, proteger sus zonas estratégicas como el Nudo de Paramillo y áreas de cultivos de coca.
El campesino se suma a las 9.755 personas muertas o heridas en el país desde 1990, de las cuales más de 3.693 fueron civiles inocentes como él.
Más allá de ser una estadística, su drama es ahora la de un discapacitado con remotas posibilidades de continuar su vida como agricultor y quien deberá emprender el difícil camino de la rehabilitación física y emocional, que empieza con la dolorosa etapa de aprender de nuevo a caminar con una prótesis. Que además, es costosa.
Ese difícil camino lo conoce Reinel Barbosa , quien hace cuatro años, en esta época de Semana Santa, pisó una mina cuando caminaba hacia una finca en La Uribe (Meta). "Era operario metalmecánico, un trabajo que me gustaba, pero que tuve que dejar porque todo el día se trabaja de pie y yo sin pierna ya no podía manejar máquinas pesadas".
A sus 26 años, ahora orienta a otras víctimas como él en la Ong Campaña Colombiana Contra Minas en su rehabilitación física y socioeconómica. Por eso sabe de la discriminación, vulneración de derechos y la falta de oportunidades laborales y de superación que enfrentan las víctimas.
"La mayoría de los sobrevivientes son discapacitados, amputados, ciegos o sordos que pierden sus trabajos. Si es campesino no puede volver a trabajar el campo y debe sobrevivir en una ciudad donde están las instituciones de rehabilitación, casi siempre sin recursos. Los planes de salud actuales no cubren todas las necesidades y hay obstáculos para acceder a estudio y hasta a créditos para empezar proyectos productivos", sostiene Barbosa.
2. EL RETO DEL DESMINADO HUMANITARIO
Para evitar más víctimas de las minas antipersonal, el Gobierno reconoce la urgencia de avanzar en el desminado humanitario en zonas críticas como Antioquia, Meta, Nariño, Cauca, Córdoba, Caquetá y Bolívar.
Para este año se contempla la creación de nuevos pelotones, pues los nueve existentes no son suficientes para cubrir las solicitudes de tantos municipios que reclaman esta intervención para propiciar el retorno de desplazados y la recuperación de territorios abandonados por la población.
"Los nueve pelotones están en nueve municipios del país y aunque en 650 localidades han ocurrido accidentes con minas, en unos 100 hay condiciones de seguridad y control territorial de la Fuerza Pública para hacer desminado. La meta es tener 14 pelotones en los próximos dos años y llegar a 20 en cinco años", indicó Daniel Ávila Camacho, director del Progra ma Presidencial para la Acción Integral contra Minas Antipersonal (ver infografía).
El entrenamiento, dotación y sostenimiento de un pelotón puede costar un millón de dólares al año.
Según Ávila, ante la urgencia de enfrentar un flagelo que casi a diario cobra una víctima, este año se espera la llegada al país de organizaciones internacionales no gubernamentales para sumarse a la compleja misión de limpiar de minas regiones del país azotadas y hasta deshabitadas por el miedo de la población a estas artefactos usados por los grupos armados ilegales.
En Antioquia, se reforzará en los próximos meses la erradicación de minas en San Francisco y Granada, municipios antioqueños priorizados por la Ley de Víctimas y restitución de tierras. Cocorná es una de las poblaciones opcionadas para beneficiarse con esta intervención.
El primer logro del desminado humanitario fue la entrega de San Carlos, el pasado 13 de marzo, como el primer municipio libre de minas antipersonal en Colombia.
3. ALERTA POR AUMENTO DE NIÑOSAFECTADOS
Las campañas preventivas con poblaciones vulnerables en las regiones afectadas han disminuido los accidentes en los últimos años. Pero la problemática de las minas se agrava porque las guerrillas siguen sembrándolas para atentar contra las tropas y también para sabotear la erradicación de cultivos ilícitos, a pesar de la condena y la exigencia para que abandonen esta práctica.
Una consecuencia es el aumento este año de la afectación de niños, advierte la organización Campaña Colombiana Contra Minas (Cccm). "Hasta el 31 de marzo registramos 39 niños y niñas lesionados y algunos muertos por las minas", denunció Álvaro Jiménez , director de esta Ong que trabaja en la prevención y asistencia a las víctimas.
De las 9.704 víctimas reportadas desde 1990 en el país, 927 fueron menores de edad.
4. ERRADICADORES CIVILES DE COCA TAMBIÉN SUFREN
Otra situación que preocupa es el incremento de los accidentes y víctimas entre los civiles dedicados a la erradicación manual de cultivos de marihuana y hoja de coca.
Entre 2006 y agosto de 2011, 266 erradicadores murieron o resultaron heridos por accidentes con estos artefactos explosivos improvisados, cuando trabajaban en plantaciones ubicadas en 12 departamentos, según un informe de la Cccm.
"Y mientras la cantidad de personas afectadas por estos elementos disminuyó en los últimos cinco años, el número de víctimas que trabajaban en la erradicación manual aumentó desde 2010", señala Jiménez, quien se opone a que civiles realicen esta arriesgada labor.
La amenaza de este "enemigo invisible" sigue vigente y no distinguen entre un soldado, un campesino o un niñon