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En un árbol camino a la escuela, en una vereda de Antioquia, un niño se puede topar con el mismo fruto de mortiño o agraz que una ama de casa encuentra en un almacén de cadena de Medellín. La diferencia está en que el escolar no paga por cogerlo, mientras que a la señora podrían pedirle hasta 50.000 pesos por un kilo.
Si es una ciudad de la costa caribe el precio podría ser más alto porque allí el mortiño está en auge por ser muy recomendado por los médicos. Eso lo nota John Jairo Patiño Ayala, que comercializa el fruto en todo el país y sabe que aunque el precio es muy variable hay almacenes que han llegado a cobrar hasta 100.000 pesos por kilo.
Una de las causas para el elevado costo es la escasez, pues los cultivos no están extendidos en el país ni en Antioquia y el invierno diezma la poca producción. En este departamento, por ejemplo, John Jairo no lo consigue a través de productores -que son pocos- sino de personas que le acopian las cosechas que recolectores reúnen de manera silvestre.
Las razones para que la comercialización sea próspera puede estar en los beneficios para la salud que se dice tendría.
Benjamín Rojano, químico investigador de la Universidad Nacional sede Medellín está dedicado a estudiar el producto gracias a un proyecto financiado por el Ministerio de Agricultura. Contó que están comprobados los beneficios para la salud de las antocianinas de esta familia de frutos y que la investigación mide la potencialidad que tendrían las del mortiño en tres zonas de Colombia. Otra parte del proyecto demostró que esas antocianinas tienen un efecto cardioprotector en ratas, pero no se hicieron pruebas en humanos.
De esos beneficios ha escuchado hablar María Isabel Henao. Ella compró hace unos seis años una finca en El Retiro con un bosque natural de mortiño al que da un uso doméstico, entre otros motivos porque aunque el precio en los almacenes es alto, cuando trató de venderlo no le ofrecían más de 4.000 pesos por el kilo.
En su familia lo consumen como jugo, mermelada y otros postres. Ese uso es el que encontró en el corregimiento de Santa Elena y municipios del norte de Antioquia Clara Inés Medina, investigadora de Corpoica. Su acercamiento al tema, dijo, se dio cuando Corantioquia llamó a Corpoica para manifestar preocupación porque con la tala de bosques se estaba acabando la existencia silvestre de mortiño.
Se creó un grupo de trabajo que viaja a municipios para volver a fomentar en la comunidad el consumo de la fruta que según Medina tiene potencialidad como alimento funcional. Con ella se pueden hacer jaleas, jugos, mermeladas, tortas o coladas. Ella, incluso, ha identificado el sabor -familiar a la mora, pero más delicioso según María Isabel- en postres de frutos rojos de reconocidos restaurantes locales.
Algo que han notado los investigadores es que algunos recolectores no usan buenas técnicas y están afectando los árboles. Por eso desde Corpoica se están promoviendo la conservación y se continúan los estudios para conocer más sobre las condiciones favorables para la cosecha. Además, dijo la investigadora Medina, con la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos el mortiño tiene un mercado abonado en ese país del norte, y eso que hoy la producción no da abasto con el mercado local.