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HISTÓRICO
Mucho dolor por crimen del padre Juan Gonzalo Aristizábal
Gustavo Ospina Zapata | Publicado
Dolió en lo más hondo del corazón de los antioqueños el asesinato, en extrañas circunstancias, del padre Juan Gonzalo Aristizábal Isaza, perpetrado en la madrugada de ayer.

Uno de los primeros en manifestar sus sentimientos de pesar fue el presidente Álvaro Uribe Vélez, quien lo tuvo como capellán en sus tiempos de gobernador.

"Nos duele mucho el asesinato aquí en Medellín del padre Juan Gonzalo Aristizábal (...) Con él tuvimos en esa Gobernación una profunda cercanía. Nos aterra, nos horroriza este asesinato", dijo el primer mandatario, quien precisó que examinó ayer mismo el caso con el comandante de la Policía Metropolitana de Medellín, general Dagoberto García Cáceres.

El oficial, a su vez, afirmó que "este terrible crimen nos ha conmovido a todos" y anunció que, de acuerdo con el presidente Uribe, se ofrece una recompensa de hasta 20 millones de pesos por información que conduzca al esclarecimiento del mismo.

No es mucha la información que poseen las autoridades sobre el caso. Tampoco ahondaron mucho en los pormenores. En principio, la Policía confirmó que el sacerdote fue hallado sin vida en el interior de su automóvil alrededor de las 2:30 de la mañana en cercanías a la Universidad de Antioquia.

Según trascendió, el cadáver no presentaba heridas ni de arma de fuego ni blanca ni signos de violencia, sólo algunas huellas en su cuello, por lo que se presume que la causa de su deceso fue por asfixia mecánica.

Ni las autoridades eclesiásticas ni policiales se atrevieron a dar más detalles sobre los posibles móviles y autores del crimen.

"La Brigada Antihomicidios va a asumir el reto de esclarecer el crimen", puntualizó el comandante de la Policía Metropolitana.

La feligresía
En los feligreses que asistían cada día a sus misas, fue en quienes más honda huella dejó el padre Juan Gonzalo, de 58 años, que oficiaba las ceremonias en prestigiosos hoteles de Medellín, como el Dann Carlton, el Belfort, el Poblado Plaza y el Inter.

Silvia Montes, ejecutiva del Belfort, lo recuerda como un religioso con mucho carisma en sus celebraciones.

"Era el padre y el amigo del alma, tenía siempre palabras de consuelo para todos nosotros", dijo y relató que una empleada del hotel estuvo a punto de morir, pero el cura la visitó en su lecho, le dijo que iba a vivir muchos años y hasta ofreció una misa en su honor, "ella se alivió y está con nosotros", dijo Silvia muy conmovida.

Con el hotel Dann estuvo desde la fundación, hace doce años, celebrando la eucaristía dominical siempre a la 1:00 p.m.

"Era muy cumplido y tan especial, que más de 300 personas venían a verlo y escucharlo", recuerda Piedad Roldán, secretaria del gerente. Ella dice que el padre dejó una huella grande y muchos lo van a extrañar.

Patricia Sepúlveda evoca que el padre sabía llegarle a la gente, a los viejos y a los más niños y que por eso iba cada domingo al Carlton.

Y tal vez el más puro testimonio lo dio Emilio Cadavid, un niño de 8 años que ayer llegó a la celebración y se halló con la sorpresa de que el padre estaba muerto.

"Es muy triste, era a la única misa que venía y de muy buena gana", relató.
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