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William Ospina, además de ser uno de los novelistas y poetas actuales más destacados del país, se ha convertido en un prolífico ensayista que ha debatido sobre el sistema político y el conflicto armado colombiano. Cree que el proceso de paz brindará beneficios a la democracia y pondrá a prueba la operatividad del Estado en una reinserción.
¿Cree que tiene muchos enemigos el proceso de paz?
"A mí me parece que es afortunado que haya enemigos de la paz que ataquen de frente el proceso. Cuando las conversaciones de Belisario Betancur con las Farc, Otto Morales Benítez, que era el comisionado para esas conversaciones, decía que había enemigos ocultos de la paz, entonces esos enemigos ocultos trabajaban en contra de las negociaciones pero nunca se sabía quiénes eran ni qué pensaban; si ya se sabe quiénes son los enemigos de la negociación y muestran su discurso, eso es saludable para la democracia, incluso me parece que estamos más cerca de la paz que antes, porque es más fácil entorpecer la paz desde la sombra que desde la luz, de la claridad. Porque los argumentos son claros, la gente puede ponderar los argumentos de los que piensan que la paz es necesaria y los argumentos desventajosos e inconvenientes y, combinando los dos discursos, tomar una decisión".
¿No es un riesgo eso?
"Nadie puede decir que este es el camino y no habrá escollos. Hay que ponderar. Evidentemente, hay riesgos en un proceso de paz, pero hay más riesgos en la prolongación de la guerra que no nos llevará a nada, solo destrucción de vidas y de recursos públicos. Es demasiado el dinero que se invierte en la guerra. Un país gastándose la palta que no tiene en matarse a sí mismo. Las víctimas son los muchachos pobres en todos los bandos".
¿Cree que con el tema agrario y de política ya se pasó lo más difícil para la paz?
"Es muy importante lo logrado en el asunto agrario y en la participación política, pero como ellos se encargan de repetírnoslo siempre, nada está acordado hasta que todo esté acordado. Ambos lados han flexibilizado sus posiciones, la guerrilla ha renunciado al discurso de la toma del poder y al cambio del sistema político, cosa que me parece natural porque no veo un cambio en el sistema político en el horizonte, no lo veo para China ni Cuba ni Venezuela ni para ningún país. El modelo de sociedad no tiene una alternativa política al frente. En cambio, sí tiene muchas políticas internas necesarias: El discurso ecologista, el freno de la depredación industrial, incluso el consumo suntuario y de tecniquerías que hoy son el gran invento y dentro de dos años son basura no biodegradable. Veo que secretamente se va abriendo camino la negociación, y no hay otro horizonte, ni siquiera los partidarios del guerrerismo, creo, son sinceros cuando eligen esa opción. Solo ven ahí un discurso aprovechable".
¿Qué hacer para que la desmovilización no termine mal?
"Eso ya depende no tanto del concepto del diálogo de paz sino del contenido de estos diálogos. No creo que en el acuerdo con el paramilitarismo se haya hecho el énfasis que se debía en la reinserción verdadera, porque no se trata de desmovilizar guerreros, se trata de reinsetarlos en la sociedad en términos productivos, culturales, de promoción de la verdad. La mayor parte de la gente que se le lanza a la guerra ha estado muy desprotegida. Una cosa es abandonar las armas y otra reinsertarse, es larga la historia en Colombia de los grupos desmovilizados que se quedan al margen".