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HISTÓRICO
No se sabe cuántas vidas se arrastró la montaña
  • No se sabe cuántas vidas se arrastró la montaña | Cortesía Jaime Rojo, Giraldo | Una vez el derrumbe tapó la vía y las tres viviendas que estaban en el área de influencia, voluntarios y bomberos de los municipios de Giraldo, Cañasgordas y Santa Fe de Antioquia hicieron presencia en la región para iniciar las tareas de búsqueda de los desaparecidos. Sin embargo, la labor no era fácil porque desde la cima continuaban rodando piedra y lodo.
    No se sabe cuántas vidas se arrastró la montaña | Cortesía Jaime Rojo, Giraldo | Una vez el derrumbe tapó la vía y las tres viviendas que estaban en el área de influencia, voluntarios y bomberos de los municipios de Giraldo, Cañasgordas y Santa Fe de Antioquia hicieron presencia en la región para iniciar las tareas de búsqueda de los desaparecidos. Sin embargo, la labor no era fácil porque desde la cima continuaban rodando piedra y lodo.
Rodrigo Martínez | Publicado

En medio de las tinieblas y una brisa fría, un grupo de policías de la sección de Tránsito y Transportes miraba anoche las toneladas de tierra y rocas que taponaron la vía al Mar, en la vereda El Tambo, del corregimiento Manglar, de Giraldo.

Los ojos de los uniformados se negaban a apartarse de la tierra oscura que horas antes sepultó a Germán Vargas Giraldo, uno de sus compañeros, que quedó atrapado en medio del alud en el que también habrían perdido la vida otras 20 ó 30 personas que hacían un trasbordo en el lugar, además de las familias que residían a bordo de carretera.

La tragedia para estos patrulleros comenzó sobre las 3:30 de la tarde, hora en la cual, la montaña que vigilaban y por la que intentaban impedir el paso de los desesperados viajeros, desprendió toneladas de lodo y piedra, tomando por sorpresa a quienes osaron desconocer el llamado de la Policía para no transitar.

A las ocho de la noche, una llamada que entró al teléfono celular del comandante de esa institución en Antioquia, mayor Félix Antonio Jaimes Villamil, hizo temblar a los presentes.

Desde Becerril, Cesar, el padre del patrullero Vargas se comunicaba para saber qué había pasado con su hijo, un ex boxeador de peso mediano, que hasta 1996 integró las selecciones de Antioquia para este deporte y quien desde hace tres años estaba vinculado a la Policía.

La voz del oficial se entrecortó, pero de su angustia sacó fuerzas para contestar: "Señor Vargas, su hijo ofrendó la vida haciendo una misión muy altruista, muy noble. Él, a las 3:30 de la tarde de este lunes (ayer), estaba controlando a la gente para que no se pasara por encima del derrumbe. De un momento a otro vio a una señora que intentó cruzar por el lodazal con un niño de brazos y se lanzó a ayudarla, cuando se vino la montaña y lo sepultó. Su hijo murió intentando salvar dos vidas y ofrendó la suya, esto nos tiene llenos de dolor".

La impotencia se sintió. A esa hora, pocas esperanzas se tenían en el lugar de la tragedia y la incertidumbre por el número de personas desaparecidas era evidente. Muchos decían que cuando se vino la montaña, unas 20 personas caminaban por el sitio. Pero otras, como el conductor Diego Osorio afirmaban que en las tres casas que daban al pie de la montaña había por lo menos unas 30 personas.

El alcalde de Giraldo, Luis Argiro Manco Úsuga, explicó que a esa hora por el lugar conocido como El Boquerón del Toyo, transitaban varios niños que regresaban a sus viviendas después de la jornada escolar.

El mayor Jaimes se lamentó de lo ocurrido porque los pasajeros de buses y otras personas no atendieron las recomendaciones de los agentes quienes les insistieron que no cruzaran, porque la tierra estaba muy débil e, incluso, les tiraron piedras y amenazaron con una asonada.

Salvados de milagro
El derrumbe que causó la tragedia había comenzado el domingo y por eso el paso por la zona estaba cerrado.

Álvaro Vélez, uno de los viajeros que ayer transitaba por el lugar, dijo estar vivo de milagro. "Estuve allí a las 7:00 de la mañana para esperar que abrieran el paso. Llegó una máquina pero no movieron la tierra porque seguían cayendo piedras. Hacia las 3:00 de la tarde la gente comenzó a desesperarse y hacer trasbordo. Yo pasé con susto por el lado de unas casitas que había allí pensando en que si venían piedras me pudiera proteger. Me subí al bus y no habían pasado diez minutos cuando nos avisaron que se había venido la montaña. A mí me llamaron para saber si yo había pasado".

En un sitio cercano a la tragedia, la familia del campesino Luis Eduardo Arias, preparaba anoche sus enseres para volver a dejar su casa, la que hace cuatro años tuvo que abandonar por la amenaza de la montaña.

"Este deslizamiento tiene dos años y a Planeación de Giraldo le informamos que de dos casas de la parte alta de la montaña se estaban filtrando aguas perdidas de desagües y de los pozos sépticos. Nos dijeron que tomarían medidas, pero no hicieron nada. Hace cuatro meses se agrietó el talud y las casas de cuatro vecinos las tuvieron que evacuar. La noche del domingo se vino un derrumbe que tapó la vía al Mar y las cuatro viviendas, que estaban deshabitadas", relató Luis Eduardo, un cultivador de café, quien por segundos se escapó de la avalancha, porque estaba ayudándole al pasajero de un bus a pasar varios costales para hacer trasbordo con uno que iba para Turbo.

"Cuando cayó ese montón de tierra, no vi al policía ni a la niña que llevaba en brazos ni a la señora, entonces les grité que hicieran bulla, porque no se escuchaba nada, pero el silencio fue la respuesta", anotó el agricultor.

A un lado de la carretera, los camioneros también vivían el drama a su manera.

Pacientemente dejaron sus carros a la orilla de la vía y alistaron sus camarotes para pasar la noche, desafiando la montaña oscura que se elevaba al lado derecho de sus carros.

Ricardo Gómez estaba de tercero en la fila cuando ocurrió la emergencia. "Por experiencia nunca violamos la orden de la Policía y nos quedamos en los carros, pero los pasajeros de los buses no hicieron caso, cuando de un momento a otro se escucharon gritos porque se vino la montaña que tapó a hombres, mujeres y niños", anotó el motorista.

La noche y la oscuridad avanzaron; el frío y la amenaza de lluvia le dieron al lugar un aspecto terrorífico, que compitió con el silencio, señal de duelo por las vidas, aun no cuantificadas, que se perdieron. Con las primeras luces del día socorristas, policías y vecinos esperan reanudar la búsqueda de las víctimas, de otra tragedia más que enluta a Antioquia.

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