viernes
7 y 9
7 y 9
Ya es lugar común mencionar el gusto de los colombianos por la cultura mexicana. Las rancheras han acompañado a hombres y mujeres del país cafetero casi tanto como a los del extremo norte de América Latina. Las películas, especialmente las de la época dorada del cine azteca, presentó artistas que se convirtieron en ídolos. Y esto, para nombrar solamente dos manifestaciones de arte popular.
Pero qué decir de las artes plásticas. Referentes son los muralistas cuyos nombres, Rivera, Orozco y Siqueiros, nos aprendíamos como si fuera un estribillo de canción.
Y ahora los tenemos a ellos, es decir, sus obras, lo mismo que las de muchos artistas de ese país, en diálogo estético con las de muchas figuras del arte colombiano, en la exposición Encuentros México-Colombia. Colección Sura, con más de cien obras de los dos países, desde finales del siglo XIX hasta nuestros días.
Esta exposición, cuenta con la curaduría de Alberto Sierra y Consuelo Fernández, presenta acuarelas, dibujos, grabados, fotografías, fotomontajes y esculturas, que estarán en diálogo con una selección de obras de la colección del Museo de Antioquia, para crear un guión que da cuenta de los puntos en común y las diversas miradas que la producción artística de ambos países ha tenido, así como el intercambio intelectual que históricamente ha habido entre los dos.
La muestra está conformada por piezas que esa empresa, Sura, ha adquirido en Colombia desde 1970, y en México, desde hace tres años cuando compró la compañía ING, dedicada al negocio de las pensiones, que poseía tal colección.
Dos países, una colección
"Un hecho económico origina un hecho cultural importante —comenta Juan Luis Mejía, rector de Eafit y conferencista en el acto inaugural—: la posibilidad de que la empresa posea dos colecciones de arte, de dos países. Ese hecho permite que ahora hagamos una lectura del diálogo entre dos culturas".
Ese diálogo se inicia, comenta el académico, en 1872, cuando Rafael Pombo, secretario de la Delegación Colombiana en Nueva York, se encontró con Felipe Santiago Gutiérrez, uno de los más importantes artistas mexicanos del siglo XIX, de quien se hizo gran amigo.
"Los intercambios culturales entre México y Colombia tienen momentos de gran intensidad", continúa diciendo Mejía, quien menciona, en un segundo momento, en los primeros años del siglo XX, la migración de poetas y músicos a México, como Porfirio Barba Jacob, Leopoldo de la Rosa y Germán Pardo, así como de poetas mexicanos a Colombia, como José Juan Tablada.
Otro momento importante del diálogo estético fue cuando el muralismo y los artistas mexicanos se convirtieron en atractivo para los artistas de toda América. "Fue cuando los artistas ya no iban a beber de las estéticas de París o Madrid, sino de la mexicana", sintetiza Juan Diego Mejía. Artistas como Rómulo Roso, Luis Alberto Acuña, Rodrigo Arenas Betancourt, Ignacio Gómez Jaramillo, Fernando Botero y Omar Rayo se cuentan entre ellos.
"Mi charla inaugural de la muestra, titulada El vino del Anáhuac —revela Juan Luis Mejía—, abarca hasta 1960. Habría que adelantar otro estudio para detenerse en lo sucedido a partir de ahí, cuando curiosamente, quienes emigraron a México no fueron artistas plásticos, sino escritores: Mutis, García Márquez, López Michelsen, aunque este de forma más pasajera".