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Es ella, pero no es tan ella. ORLAN es un seudónimo y su cuerpo una construcción que ha hecho sobre sí misma. Su vida y su cuerpo se han vuelto su obra de arte.
Lo del nombre empezó hace tiempo. No se sentía bien con el que le habían puesto ( Mireille Suzanne Francettd Porte) y estaba la idea de sentirse bien con lo que se tiene. Por eso un día, en un cheque, cuando tuvo que enfrentarse a su nombre, firmó Mort, en francés: muerta. "Ese nombre no era de ella ni de nadie. No tenía el rastro de su familia, ni de sus amigos", dice el curador Ricardo Arcos Palma.
Primero suben las mayúsculas. Después empieza a utilizar una sílaba positiva y le quita la m. Ella ha dicho que se hubiese podido llamar Or-activa, Or-viva, pero eligió ponerle la terminación francesa lan, que en su idioma tiene que ver con lento.
Esa es la historia. Ricardo retoma sus palabras: "yo soy ORLAN (en mayúsculas por decisión propia) entre otras y en la medida de lo posible".
Nombrarse entonces es parte de la invención de sí misma.
El reconocimiento
Y esa es la artista a la que el Museo de Antioquia le presta sus pisos y sus paredes. Una francesa que nació en 1947, que es considerada una de las pioneras del performance, salvo que se aparta de la idea del dolor y el sufrimiento que caracteriza a los artistas de los años 70 y que es conocida, sobre todo, por sus famosas intervenciones de cirugías.
"Consisten -añade él- en una serie de operaciones que realiza con cirujanos expertos. Esto lo convierte en una especie de performance y ello, que es propio del medio privado, llega a ser público". Y desde ahí su cuerpo se transforma y comienzan, además, una serie de reflexiones, de controversias, de preguntas. "Hay una postura a cuestionar esa idea de identidad como algo fijo e inamovible. Ella se posiciona con estas posturas, que en ocasiones generan fundamentalismos sociales, étnicos e incluso religiosos".
Lo de las operaciones está en la muestra, que se llama Arte carnal o cuerpo obsoleto. Y que, explica Ana Piedad Jaramillo , directora del museo, permite una oportunidad para reflexionar sobre el cuerpo.
Una reflexión desde diferentes puntos: políticos, étnicos, estéticos e incluso médicos. ¿Cuál es el lugar del cuerpo en la sociedad?
La obra
ORLAN quiere que no se le mire solamente como siempre se le ha conocido. "A ella le molesta un poco que se le reduzca solamente al trabajo de las cirugías. Eso fue un momento de su carrera y hay un trabajo, antes y después, que aunque también lo atañe al cuerpo, lo hace mediante otro tipo de estrategias", expresa Carolina Chacón, curadora asistente del museo.
En ese sentido se verán dos obras más de la artista: una serie de fotografías que se realizaron en los 90 y que son fotomontajes de su rostro, fusionado con rasgos de culturas precolombinas, indígenas y africanas.
El otro trabajo es su obra más reciente y se llama El manto del arlequín. Tiene que ver con la biotecnología y consiste en un proyecto a partir de un cultivo de células, tanto de ella como de personas de otros orígenes raciales.
"Lo que promueve con estos dos trabajos -agrega Carolina- es la idea del mestizaje cultural, de que no somos seres únicos, puros, sino que somos una mezcla cultural, étnica, de muchos orígenes".
ORLAN trabaja con el cuerpo. Con el suyo porque, de alguna manera, ella cree, señala Ricardo, "en que si el cuerpo no se adapta a la aceleración del progreso, se vuelve obsoleto".
Ella es muchas mujeres, a la vez. Es un juego de palabras. Una creación. Una obra, que no es para contemplar. "Mi cuerpo -recuerda el curador, que ha dicho la francesa- es un lugar de debate público". Empieza en ella y termina en los demás. Es lo público y lo político. Una ORLAN que es ella. O no.