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HISTÓRICO
PADRE DE PAÍS SIN PADRES
  • PADRE DE PAÍS SIN PADRES
Por ARTURO GUERRERO | Publicado

Igual que los Beatles, García Márquez es un sentimiento compartido por varias generaciones. En los días siguientes al Jueves Santo de su muerte, han sido nutridas las lágrimas –reales, no metafóricas- caídas de los ojos de sus seguidores. Un samán se desplomó y las ondas del impacto zarandearon innumerables corazones.

La Semana Santa cambió de mártir. Los periódicos se apuraron a imprimir, en los días mayores, ediciones extras que tendrían a punto desde hace tiempo. Sábado y domingo no hubo noticias distintas a las referidas al colombiano más grande de la historia. Desaparecieron Ucrania, mundial de fútbol, procesiones payanesas, buque coreano hundido, flagelantes de Santo Tomás, campaña electoral, siete palabras, bigote del general Palomino.

Luego vinieron coincidencias y sincronías que todavía duran. Sábado de M-19, lunes y martes de funerales allá y aquí, hoy día del idioma, mañana Feria del Libro de Buenos Aires, el martes siguiente su homóloga de Bogotá.

Y claro, el próximo domingo la jornada de los cuatro sumos pontífices, dos santificados y dos vivos como nunca en veinte siglos, transmitida desde la plaza de San Pedro. A los funerales de la Mama Grande solo llegó a Macondo un papa, en larga góndola negra desde Castelgandolfo. Así que Gabo le salió ganando cuatro a uno. Cosas de las comunicaciones modernas, dirán los descreídos.

Hasta aquí la anécdota, a la que conviene agregar un significado. La muerte de García Márquez conmociona hasta el llanto porque él es el genuino padre de la patria. Bolívar se quedó en su laberinto, independizó un país para unos pocos, sacó a los españoles y entronizó a los ricos.

Con García Márquez ese país encontró fundación simbólica. Nos hizo sublimes, propios, dignos ante el mundo, con o sin cola de cerdo. Contó de nosotros a partir de la poesía y creó el mundo de nuevo pero desde los toldos de contrabandistas, prostitutas, hechiceros, arroceros y galleros.

Por eso se acaba de morir el papá de Colombia, el abuelo de América Latina. Durante la segunda mitad del siglo XX elevó una escritura sobre un pueblo que no cabe en sí mismo y que tiene el destino de maravillar al orbe. Plantó en ridículo la solemnidad y doblez de los esquilmadores. Realizó esta labor demiúrgica mirando hacia el barro con el filtro de picardía que distingue a esta prole.

Así que se murió el padre de este país ausente de padres.

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