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Fueron 300 dólares, descontados de su tarjeta de crédito, lo que le costó a Pirry andar rapidito en carreteras australianas. Desde allá le enviaron a su casa en Bogotá la fotomulta.
A este récord se suman otra en Estados Unidos y dos en Bogotá (pedagógicas) por la misma razón: entusiasmo con el acelerador. Pecado del que le tocó redimirse cuando entendió que todos tenemos que tener una actitud responsable en la vía y cumplir la ley.
Tal vez por eso y su trabajo de denuncia de tantas injusticias, iniquidades y corruptos que produce este país, es que se ganó ese halo de superhéroe con el que algunos lo ven. Investidura que lo llevó a convertirse en el adalid del cumplimiento de las normas de tránsito invocando la brutalidad de quienes no lo hacen.
Pero su actitud no siempre fue así de veloz al volante. Hace cuatro años compró su primer carro, una camioneta Nissan Navara diésel, cuyos rayones, evidencian lo "ñoño" que era al tratar de parquear "este burro" en los centros comerciales.
Compañera de idas a Suesca donde él escala, equipada con dispositivos para llevar sus "juguetes" de deporte extremo y la bicicleta, la compañera de aventuras está hoy olvidada en un parqueadero. ¿La razón? Las amenazas de aquellos que fueron denunciados en su programa y que lo obligaron a tener escolta, carro blindado y conductor.
Lo infaltable
"Cuando estoy de vacaciones nos vamos los dos carros: el mío y el de la seguridad", dice. Aunque en el pasado, se voló dos veces en su camioneta, para volver a sentir el placer de manejarla e ir a los sitios que le gustan.
¿Lo infaltable en un carro para él? la música, preferiblemente el rock clásico de agrupaciones como AC/DC. Si va por carretera en un viaje largo "me gusta la música electrónica. No soy de los que escucha El Camino de la Vida y esas vainas".
Pirry ha conducido además en Nueva Zelanda y Sudáfrica donde le costó acostumbrarse al timón que va al lado derecho. También dice que estuvo en países donde se conduce peor que en Colombia. "En India, Ganesh o Buda cuidan el tránsito, porque la gente maneja como los colombianos pero multiplicado por diez y no se estrellan. En Congo se ve gente manejando un Ferrari, al lado un carro con una ametralladora M60 y tipos con pinta de mercenarios y, a su lado, van las vacas".
Sobre su estilo de manejo dice que se toma su tiempo para pensar lo que va a hacer. Tal vez por eso, hace esta reflexión frente a las normas de tránsito: "los colombianos somos desobedientes de la ley, unos vivos para pasárnosla por la faja".
Por eso será que vigila que su escolta y conductor no cometan ninguna infracción. Un asunto del que seguro se cuidará cuando realice su viaje soñado, a la Costa o la Guajira, en su camioneta para evitar que le llegue otro "no me olvides" a su casa.