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HISTÓRICO
Se les rompió la red a las langostas de San Andrés
Por JUAN FERNANDO ROJAS T. | Publicado
Mientras el Gobierno se ocupa de "estudiar a fondo el fallo" de la Corte Internacional de Justicia, la gerente en San Andrés de la comercializadora internacional Antillana no sabe qué hacer con 14 embarcaciones en alta mar y 25 empleados, la mayoría mujeres cabeza de familia, que tienen en vilo su trabajo en la única planta procesadora de langosta de la isla y de Colombia.

Se llama Lucy Álvarez Bustillo y ayer contenía su tristeza al tener que reconocer que "la empresa tendrá que cerrar su operación después de 23 años, pues sin la opción de la langosta no se compensan los altos costos fijos que tenemos".

Ese apetecido fruto del mar era extraído de una zona que pasó a manos de Nicaragua y es mínimo lo que se puede capturar en escasas 12 millas náuticas alrededor de los cayos del noroccidente del archipiélago.

De esa manera, también San Andrés se queda sin el único rubro de exportación que le significaban divisas al país por 6 millones de dólares anuales.

Para ajustar, no solo Colombia se queda sin langosta, sino que no podrá sacar provecho de la exquisita carne de caracol pala, especie recurrente en los mares circundantes del cayo Serrana, ahora en dominios de Nicaragua.

De esa zona conocida como La Esquina, también sacan su sustento pescadores artesanales que viven de atajar bancos de pargos, meros, barracudas, atunes y la lista sigue hasta 130 especies potenciales que se atrapaban en el área perdida, según estudios adelantados por la Universidad Nacional.

Hasta esos extremos del archipiélago llegaban los pescadores en largas y extenuantes faenas después de que colapsaron otras zonas debido a factores como la sobrepesca, la pesca ilegal y la falta de control biológico, como se desprende de un diagnóstico de la Secretaría de Agricultura y Pesca de la Gobernación de San Andrés.

Para esa entidad hay un censo de 1.123 pescadores artesanales, 812 en San Andrés y 311 en Providencia, que cuentan con 160 embarcaciones.

A ellos, el presidente nicaragüense Daniel Ortega les lanzó el chance de poder "seguir en sus labores de pesca, alimentando a sus familias y a sus comunidades", como dijo en la noche del lunes.

En el caso de la pesca industrial, la situación es más compleja. Empresas como Antillana deberán esperar que ambos países concreten acuerdos de pesca, como los anunciados ayer por la canciller María Ángela Holguín, lo que no será de un día para otro, teniendo en cuenta las tensas relaciones binacionales.

En tanto, ayer la angustia fue lo único que atraparon las embarcaciones en La Esquina, mientras muchos pescadores artesanales no salieron de faena, porque a falta de mar, también hubo mal tiempo.
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