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Un conductor desea cambiarle los rines a su vehículo. Por lo general esta decisión se toma por lo bonito que se ve al rodar, su color y hasta su marca.
No obstante, lo que la gente no sabe es que por el afán de personalizar su carro, de cambiar su apariencia física y estética, puede incurrir en errores que luego le pasan factura al vehículo y a su bolsillo.
Buenas decisiones
Cuando se compran nuevos rines para las cuatro ruedas, es indispensable saber que la tendencia ha sido aumentarles el tamaño y que hay cientos de tipos, desde los del montón y baratos hasta los excelentes, y por ello, un poco más costosos.
Primero, se debe estar atento al tamaño original del rin y la llanta, pues sobrepasar ese límite comienza a llamar las complicaciones.
"El conductor prefiere en ocasiones tener un carro con llantas grandes así como sus rines, sobrepasando la medida estándar que trae el carro de fábrica, lo que puede traer consigo golpes a partes como la carrocería o los frenos y poniendo en aprietos a la suspensión, que por el aumento del peso no funcionará de la mejor forma", precisó David Santamaría, gerente de Car´s Detail Center.
Otros problema de un cambio sin pensar lo puede reconocer el conductor, pues cuando lo maneje por primera vez luego de poner los nuevos rines, se dará cuenta que se ha puesto más rígida la conducción, la dirección y será un vehículo poco agradable para conducir.
También, al ser más grande el rin, la llanta debe reducir su perfil, o sea su altura, lo que hará que todos al interior del carro sientan más los sobresaltos que tenga el pavimento.
Ahora bien, los cambios de rin también mejoran la estabilidad del vehículo, eso sí, sin llegar a los extremos en el tamaño y teniendo en cuenta una buena asesoría, que no sea solo la belleza la verdadera decisión, pues de eso depende la estabilidad y seguridad en su vehículo.