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HISTÓRICO
SOBRE EL DESPRECIO
  • SOBRE EL DESPRECIO |
    SOBRE EL DESPRECIO |
Por JOSÉ GUILLERMO ÁNJEL R. | Publicado

Estación No Me Importa, repleta de narcisos, egoístas, prepotentes, sicóticos, gente que se enfurece porque encuentra en su camino a quien lo confronta; huyentes, recargados, cercados, pillados, y así, la más variada fauna de negadores y anuladores que se encierran en lo suyo y lo dan como única certidumbre (conjeturan, presuponen, relativizan), impidiendo que una acción se dé como es debido o al menos aprendiendo de ella. O sea que la estación se mantiene llena y allí se ve bloquear a otros en aparatos electrónicos (o incluso frente a frente) impidiendo ideas, formas de relación o cualquier posibilidad de conocimiento nuevo, que en esto consiste el desprecio, en anular para no saber. Algo muy latinoamericano por cierto y propiciador de ignorancia. O de fracaso, que los que desprecian por lo común no son capaces de avanzar más y por eso destruyen lo que no quieren entender, que es la manera más desastrosa de no saber. Pasa mucho.

El desprecio, que es acumular miedo para el camino, no es consecuencia de un complejo de inferioridad sino de culpa, que niega mirar más allá o desvaloriza lo que otros saben y proponen (se desprecian la cultura, la ciencia seria, los argumentos con fondo, la moral, la vida) con el fin de mantener una posición, las más de las veces sostenida con miedos, mentiras y errores continuados. Y es triste: los que más desprecian son los que más fracasan debido a que no quieren ver lo que es evidente, que si a veces confronta, las más es un camino. Y vistas así las cosas, el desprecio es un despreciarse uno mismo al negarse una oportunidad de saber más (para que la razón tenga sentido) y ser más humanos para que vivir sea bueno. Pero no, mejor se desprecia y se habita la confusión.

Y quizá esta sea la esencia del tercer mundo, que es un montón de gente que desprecia lo que debe hacer y saber, continuar y revisar, sus propios cuerpos y la identidad, que se burla de los otros (muchos intelectuales son terribles), que anula lo que inquiere y se encierra en sus pasiones más tristes (que son las de la autocompasión y las del orgullo). Y en este despreciar las relaciones se deterioran, los saberes se limitan, las acciones son simples y la mentira (que es no admitir la realidad) se expande por todas partes. Y nada que hacer porque, despreciando, el mundo es más estrecho y peligroso, pues entre individuos que cada vez saben menos y se relacionan mal, que se desprecian entre ellos y fracasan continuamente, solo puede haber ira, frustración y servilismo. Ya pasa esto.

Acotación: El desprecio es carencia de dignidad. Por eso lo ejercen los más soberbios y los que generan dolor, que ya son animales crueles. Y en ese desprecio se pierde la seguridad, se merman las capacidades y desaparece la inteligencia, que no es saber hacer trampas sino que (entendiendo bien) vivir sea bueno

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