El abstencionismo en Colombia no baja. En las elecciones presidenciales se ubicó en el 59,3 por ciento. Si se le suman el voto en blanco, los tarjetones no marcados y los votos nulos, el 68,5 por ciento de quienes pueden votar en Colombia no tuvieron incidencia en la decisión que llevará a que uno de los dos candidatos ocupe la Casa de Nariño.
El voto en blanco se ubicó en 5,9 por ciento, los nulos en 2,3 por ciento y los no marcados en el 0,4 por ciento. Es decir, se trata de cifras que pesan en los resultados, pero ninguno como la abstención. De ahí las dudas sobre la legitimidad que genera ese porcentaje tan alto de abstención que en las últimas décadas se ha mantenido en promedios entre el 50 y el 60 por ciento, marcando un récord, en el 94, cuando llegó al 66 por ciento.
Y aunque es una cifra alta, el porcentaje es similar al que se obtiene en cada elección en países como Suiza o Estados Unidos. En este último, por ejemplo, el abstencionismo en 2012, llegó al 41,8 por ciento.
Pero además, se notan diferencias entre las elecciones. En las de Senado del 9 de marzo, la abstención fue del 56,4 por ciento. Es decir, en las del domingo pasado subió un 3,5 por ciento.
Para
Santiago Castro, director del Departamento de Humanidades de la Universidad Politécnico Grancolombiano, las diferencias entre las elecciones de marzo y de las de mayo, e incluso de lo que será la abstención en junio 15, en la segunda vuelta, tienen que ver con las maquinarias. "Las estructuras de los partidos políticos quedaron desgastadas para las presidenciales".
Para
Luis Guillermo Patiño, director de Ciencias Políticas de UPB, "esto quiere decir que se están eligiendo los destinos del país con unas mayorías minoritarias, que surgen por la gran indiferencia, la baja cultura política y el poco compromiso con los valores democráticos. Eso sin contar el desprestigio que tiene la propia política, los partidos y los políticos".
Y lo que preocupa a Patiño es que además se puede poner en tela de juicio la legitimidad de quien gobierne, pues no tiene como base la mayoría.
Iván Garzón, director de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, agrega que "una elección con una abstención superior al 60 por ciento le daría muy poca representatividad al próximo Gobierno".
¿Voto obligatorio?
Cuando se presentan unos márgenes de indiferencia tan altos, en el ambiente se repite sin cesar la propuesta del voto obligatorio. Una medida ambivalente.
"Estamos en mora de implementarlo. Lo tienen varios países de la región como Brasil, Argentina, Perú y Uruguay. La democracia no sólo implica derechos: también deberes. Y el primero de ellos es participar activamente en la elección de quién será el Jefe del Estado, de Gobierno y el Supremo Comandante de las Fuerzas Militares", indicó el profesor Garzón.
Lo bueno de una medida de este tipo es que, efectivamente, se aumenta el número de votantes, pero como lo indicó Castro, "si se impone el voto obligatorio, tendríamos más personas votando pero no porque quieran decidir sino porque les toca".
Para Patiño, por su parte, en vez de voto obligatorio "debería buscarse otra forma de incentivar el voto, como la pedagogía electoral. A los partidos políticos y a sus militantes les cabe mucha responsabilidad, pues aparecen solo luego de las elecciones, no hacen la pedagogía durante su periodo, no forman a sus votantes; no se invita, no se motiva; y también tiene un compromiso grande la academia. Creo que esa es la tarea que falta".