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Respecto del voto preferente, dice el artículo 263A de la Constitución Política: "…el elector podrá señalar el candidato de su preferencia entre los nombres de la lista que aparezcan en la tarjeta electoral". Violando la mencionada disposición constitucional, en lugar de contener los nombres de los candidatos, el tarjetón ha sido diseñado como una planilla de números para un juego de lotería. Aun así, en la práctica la mencionada disposición ha servido de fundamento para que los electores escojan el candidato por el cual van a votar, sin tener en cuenta que se trata de elegir un cuerpo colegiado, y sin considerar el partido político al cual pertenece. A su vez el candidato marca su afiliación a un partido político, pero sólo como instrumento de apoyo para la inscripción formal de su candidatura.
Este tipo de conductas electorales han originado la pérdida de representatividad de los partidos, con un alto costo para la democracia, pues su presencia es absolutamente necesaria para el diálogo entre la sociedad civil y las autoridades formalmente constituidas.
Acabamos de vivir un proceso electoral, lamentable desde el punto de vista del reconocimiento de la vocería que deben llevar los partidos políticos, pues como se expresó en esta misma columna, en Colombia el voto ciudadano se ha convertido en un mero mandato individual, sin ningún fundamento programático o ideológico.
Aunque en términos de convivencia social preocupa que alguien vote por una lista cerrada, ignorando quiénes la integran, simplemente movido por el fervor que despierta el líder que la encabeza, también es cierto que produce más daño quien para satisfacer intereses personales, en ocasiones no muy claros, vota por un candidato, sin importar el partido al que pertenezca.
Algunas cifras aproximadas para Senado demuestran los casos más evidentes de separación entre partidos y candidatos. El Polo Democrático sólo obtiene 542.000 votos, pero su candidato Jorge Robledo es el senador con más alta votación -191.910 votos-. El Partido Verde obtuvo algo más de 564.000 votos, no obstante en la consulta para escoger candidato a la Presidencia de la República, Enrique Peñalosa está por encima de 1.700.000 votos. El Movimiento Opción Ciudadana apenas logró 527.124 votos, sin embargo, su integrante Mauricio Aguilar H. es también uno de los más votados con 100.159 votos. El partido Cambio Radical se estaciona en cerca de un millón de votos, pero el candidato Arturo Char C. llega a 108.454. Musa Besaile F., nombre para muchos desconocido, perteneciente al partido de la U, alcanza algo más de 145.000 votos.
Este tipo de mandatos individuales, estimulados por la institución del voto preferente, no sólo cuestionan el vínculo programático que debe existir con los partidos, sino que imposibilitan la evaluación futura del trabajo del Congreso como cuerpo, pues finalmente muchos congresistas se sienten más comprometidos con esos intereses individuales que representan que con las orientaciones de los partidos políticos, situación que sólo cambiará cuando una reforma política plantee las soluciones a este problema.