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Las extrañas dunas incas, el desierto de Atacama y el polivalente y bien diferenciado paso por los Andes chilenos y argentinos. Etapas tediosas de más de 300 kilómetros, enlaces pronunciados, y temperaturas cambiantes que van en extremo con calores sofocantes y fríos terribles.
Así no más, califican los pilotos colombianos lo que les ha pasado en la prueba más inhumana del mundo: el Dakar, ahora por suelo suramericano (quinta vez en la historia).
Uno de ellos es el antioqueño Mateo Moreno Kristiansen, 36 años, que conduce una 450 XC-W KTM, equipo americano Freedom cycles, y quien hace cuatro años empezó a explorar el mundo del rali raid y este año debutó en Dakar. Es el mejor de los nuestros, puesto 101.
¿Qué tal ha sido la experiencia?
"Es una carrera sumamente difícil. La experiencia no la he aterrizado aún. Aquí todo es complicado, de puros contrastes, de situaciones increíbles".
¿Qué lo ha sorprendido?
"Todo, pero en especial la locura de esta carrera. Se ven bonitos paisajes; sin embargo, todo es un esfuerzo, todo. Tenemos etapas largas, muy complicadas, mucho calor y con lo largo de los recorridos uno se desgasta, las etapas cansan".
Pero sobrevive a un trazado disímil...
"A costa de muchas caídas, muchos golpes, porque en Dakar sobran los golpes, pero eso es lo de menos; lo importante es tratar de terminar, ya sería una ganancia. Todo es duro... la dormida, la comida y las montadas largas, el frío tremendo, muchas horas sobre la moto. Es muy bravo. Dakar es una carrera inhumana".
Cuáles son los factores que le han hecho perder tiempo?
"Caídas, y reponerme de los golpes especialmente en las manos. El trazado que desconocemos, porque no hemos estado familiarizados con dunas y desiertos".
Y hasta le tocó remolcar...
"Sí, por ejemplo, el sábado me tocó llevar remolcada la moto de mi compañero Marcos Saldarriaga ya que se le fundió el motor. Con un lazo la arrastramos 212 kilómetros. Son cosas de la competencia, pero también compañerismo en lugares tan inhóspitos".