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El Congreso está paralizado. No solo por la desconfianza que hoy tiene con el Gobierno después del fiasco de la reforma de la justicia, sino porque Santos se quedó sin agenda. También tiene obvia preocupación con el Congreso pues sabe que esa metida de pata, dejar a los parlamentarios clavados después de embarcarlos en semejante adefesio, tiene una cuenta de cobro que viene.
Pero además de los cupos indicativos que regresaron con Santos y que son auxilios parlamentarios disfrazados, alrededor de $4.000 millones por parlamentario que decide qué proyecto va, Santos y el Gobierno se quedaron sin cuento distinto a la gobernabilidad que utilizó cuando era ministro de Hacienda de Pastrana.
Muchos parlamentarios que aceptan ese ‘cupito’ saben que de la contratación sacan el dinero para su campaña en 2014, y todos tan contentos. Eso es lo único que hoy por hoy le da manejo de un vergonzante Congreso que arrodillado espera que Santos mueva sus fichas.
Ya anuncia, otro anuncio, una nueva ley de empleo. Todos nos preguntamos, ¿qué pasó con la ley de primer empleo que también anunció con bombo y platillos hace poco más de un año? Y también una reforma tributaria, promesa a los empresarios al desmontar las exenciones al inicio del Gobierno, que ya no va a ser estructural como prometió y no cumplió sino un ajuste para simplificar el pago de impuestos y mejorar el recaudo.
Ah, y la reforma pensional se queda sin sus dos elementos fundamentales: los regímenes especiales y la edad de retiro.
Lo grave de esta situación es que va a quedar en manos de las Farc como tabla de salvación. Las encuestas muestran que sigue su descenso en algo que para él es fundamental, la reelección. Con una situación económica blandita, por decir lo mínimo y un Gobierno que no ejecuta, que no convence y que no le mueve la aguja a nadie, a los parlamentarios gracias a sus ‘cupos indicativos’, el tema de la paz queda como único tema de Gobierno.
Muy grave que con casi dos años por delante un Gobierno se desgaste en la iniciativa política y social como le ha sucedido a este. Muy grave que con dos años por delante un Gobierno tenga que improvisar una agenda legislativa para aparentar que sigue en la iniciativa. Muy grave que un Gobierno con 100 billones de recaudo, un 35 por ciento más que hace dos años, se embolsille, con el silencio cómplice de los parlamentarios, cerca de 7 billones de regalías que son de las regiones. Muy grave el silencio de los medios capitalinos que tragan entero y que como ahora hacen parte de la unidad nacional no muestren esa realidad de gestión que tan pronto se sale de la capital es evidente en cada rincón del país.
Se le acaba la gasolina a un Gobierno que tiene todo tipo de tácticas, la mayoría mediáticas, pero no tiene estrategia.
Regala casas, anuncia por doquier iniciativas que quedan en nada y ahora como gran reforma presenta un proyecto de ley para quitarle tres ceros al peso.
Santos se queda sin discurso, solo el de la paz, pero las encuestas muestran que ese tema no es una prioridad para los colombianos. En eso se parece a uno de sus antecesores Andrés Pastrana . Ojalá no se dé el escenario de una reelección enredada que lo lleve a pactar lo que sea para tomarse la foto y así recuperar la iniciativa política.
Colombia quedaría entonces con un mal acuerdo que solo beneficia a unos pocos y un peso con tres ceros menos. Alias “Timochenko” y sus compinches deben estar felices, pues están haciendo estos mismos cálculos.