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No existe duda alguna que tener en las filas del Congreso a líderes de la experiencia y recorrido del expresidente Álvaro Uribe Vélez, junto a exgobernadores de la importancia de Horacio Serpa o Antonio Navarro, enriquecerá el nivel del debate, al igual que la relevancia que tendrán las decisiones del Legislativo y sus proyectos de ley.
Lo que no puede pasar es que las sesiones se conviertan en enfrentamientos personales cargados de insultos o debates estériles con argumentos falaces para confundir a la opinión pública. Ya se ve venir. Es claro que del tipo de contrapeso que harán los uribistas en el Congreso frente al gobierno de Santos dependerán no solo su futuro como bloque opositor sino también sus perspectivas hacia las próximas elecciones.
Por eso existe la posibilidad que se radicalicen para concretar esos intereses electorales, puesto que, al final de cuentas, solo suman 20 legisladores en el Senado de 102, y 19 representantes entre 166 miembros de la Cámara baja. Lo que pasó en la posesión deja ver que el expresidente Uribe y José Obdulio Gaviria serán las voces cantantes de una bancada opositora que espera ejercer un contrapeso efectivo a las mayorías de la Unidad Nacional y al poder de la Casa de Nariño.
Ahora bien, el senador Gaviria dio unas declaraciones completamente irrespetuosas sobre el discurso del presidente, estableciendo que sus palabras eran mediocres y que parecía un comentarista de fútbol, lo cual no es la forma, ni el tono con que se deben expresar los miembros de la oposición.
Por su parte, el expresidente Uribe en su discurso, posterior al de Santos, cuestionó el proceso de paz, las cifras de seguridad, el manejo de la economía, las relaciones con el vecindario y hasta la minería. El expresidente en sus palabras pareció dándose una autocrítica de lo que pudo haber hecho en sus dos mandatos y no hizo.
Por un lado, para todos es claro que el expresidente intentó hacer un proceso de paz de manera secreta con la guerrilla y fracasó en su intento. Por el otro, las cifras que dio del tema de seguridad son amañadas, ya que corresponden a delincuencia común y no por el conflicto con la guerrilla.
Las cifras económicas confirman que el país está mejor que cuando el expresidente entregó su gobierno y, en cuanto a las relaciones con los países vecinos, por lo menos ahora no vivimos en riesgo de una guerra armada con ellos. En cuanto a los problemas de minería, que son ciertos y reales, hay que recordar que en buena medida se deben al boom de licencias que se otorgaron en el gobierno de Uribe para subir las cifras de inversión extranjera. Así de claro y así de sencillo.
Sin duda es crucial la oposición que dará el expresidente Uribe y su bancada al gobierno de Santos, pero esta debe darse con argumentos concretos y constructivos, no con líneas falaces que desinforman a la opinión y que solo tienen el interés de capitalizar votos para las próximas elecciones.
Bienvenido senador Uribe, y en buena hora su oposición desde el Congreso y no desde Twitter. Esperemos que esta sea buscando el beneficio de la sociedad y no intereses electorales.