Yo considero que la política, más que una ideología, es un fin común. La política es el desarrollo del interés general en la administración que brinda el Gobierno y, para mí, la utopía de la política es un gobierno sin crisis ideológicas; el desarrollo de las diferencias bajo el debido respeto que hace un paréntesis entre lo personal a lo común.
Cuando el Estado empieza a verse dividido por problemas ideológicos, este comienza a caer en intereses personales que terminan por crear una guerra de poderes donde el perdedor va a ser solo el pueblo. Cuando esto pasa se crea ese ambiente de impotencia donde la gente del común nota que su acción frente a estos enfrentamientos es nula y, por ende, exige abiertamente soluciones que, al final, nunca se ven realizadas.
Todos saben de antemano que aquel que no conoce la historia está obligado a repetirla y, ahora, nuestra historia se remonta a esa bellísima época de oradores donde
Cicerón y
Cayo César dividieron el senado de Roma entre la tiranía y la soberbia. Nadie votó por ellos en ese entonces; la única democracia era un clientelismo de intereses entre las familias más notables del antiguo imperio, pero lo que no entendieron fue que esa división del poder fue la propia solución que enmendó el malestar que ellos mismos generaron.
Cuando dos poderes se enfrentan, van a usar todo lo que está a su alcance para destruirse entre ellos; cada recurso, cada amistad y, sobre todo, cada secreto bien guardado: los conocidos "trapos sucios". Esto, sin lugar a dudas, fue lo que me motivó a votar por ambos: el deseo de que entre ellos mismos se digan la verdad, para que por fin el pueblo sepa a quién eligió y para que se pueda superar esta etapa arcaica, este ajedrez de intereses, que se repite desde hace más de dos mil años.
Yo voté por los dos porque yo voté por el pueblo. Lo que está sucediendo en el enfrentamiento político del Congreso no es más que el inicio de esta guerra entre poderes. Una guerra que será un hito en la historia colombiana; una tormenta que entrega la verdad al pueblo. Solo hay que estar pendientes del primer error, para que se haga un dominó.
Al final nace la pregunta: ¿quién es
Pompeyo ? Y con todo esto ¿quién será
César Augusto ?
*
Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del
Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.