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Han dicho que el aspartame produce cáncer, obesidad, diabetes, alzhéimer, déficit de atención y hasta alteraciones de la flora intestinal. Sin embargo, el mayor problema parece ser la confusión que generan los estudios y las publicaciones científicas al respecto que, según expertos, aún no son concluyentes, pues no existe evidencia que respalde los efectos nocivos de esta sustancia.
En la población general hay quienes todavía no saben si consumirlo o suspender su uso, pero ante esta duda la respuesta es: consumirlo con moderación. Médicos nutriólogos, internistas y endocrinólogos coinciden en que alcanzar una cantidad que sea tóxica para el organismo es muy difícil, pues el aspartame es 200 veces más dulce que el azúcar, por lo tanto, se necesitan cantidades mucho más bajas para endulzar una bebida o una comida.
“De los efectos negativos se ha hablado mucho, pero eso es un juego de la competencia porque médicamente no hay ningún estudio que demuestre que el aspartame produce cáncer, diabetes, o que dañe los ojos o el corazón, eso son rumores que crecen dentro de la población. Si la gente quiere usarlo, hacerlo de manera moderada es el consejo, sin embargo, si pueden tomar algunos alimentos sin azúcar, esa es mi recomendación”, señala el internista Jorge Mario Villa.
Con un sabor similar y menos calorías, autoridades en seguridad alimentaria de Europa y Estados Unidos como la EFSA y la FDA, respectivamente, definen al aspartame como una sustancia de uso seguro y establecen como medida de consumo diario de esta sustancia de 40 a 50 miligramos por kilogramo de peso. Por su parte, la American Cancer Society señala que en 2007 la FDA declaró: “teniendo en cuenta los resultados de la gran cantidad de estudios sobre la seguridad del aspartame, un estudio epidemiológico grande informó que no existe una asociación entre el uso de esta sustancia y la aparición de tumores”.
Para Iván Darío Escobar, director del Instituto de Endocrinología y Diabetes, la mayor dificultad no solo respecto del aspartame sino de los edulcorantes en general es el mal uso por parte de la población. “La persona obesa o quien consume estas sustancias considera que tomar alimentos o bebidas con edulcorantes le permite comer un poco más, e ingiere cosas extras pensando que el endulzante le sirve para bajar de peso y la función de estos productos es evitar el exceso de calorías”.
Prudencia es la palabra en la que todos los expertos coinciden, pues para que el aspartame tenga efectos reales sobre la salud habría que consumir una alta dosis de este producto, casi comparable con 19 gaseosas en un día. Clara María Arango Toro, internista endocrinóloga, recomienda especial atención para las personas con fenilcetonuria, una afección en la que el cuerpo es incapaz de descomponer uno de los aminoácidos empleados para hacer el aspartame.
Clara María agrega también que en las mujeres embarazadas, aunque no hay completa seguridad sobre su uso, se recomienda consumirlo sin problema y con precaución.
En definitiva, los edulcorantes no tienen ningún tipo de restricción para su uso y son recomendados en personas con diabetes, pues funcionan como sustitutos del azúcar, además de “hacer control calórico para personas con sobrepeso y obesidad. Sin embargo, si el azúcar puede evitarse, esa es una buena opción”, concluye Sandro Gómez Maquet, nutriólogo.