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Por Ramiro Velásquez Gómez
Un 11,8 % del territorio antioqueño y, por supuesto, la población que lo habita, están más amenazados por el cambio climático. Así lo aseguró el informe de análisis del riesgo presentado por el Ideam.
Son 7.565 kilómetros cuadrados y 782.168 personas en las 17 poblaciones que tendrían mayor riesgo, aunque las diferencias en la amenaza son incluso sutiles en algunas categorías. Y de estas, tres están en el nivel más alto: La Pintada (Suroeste), Sabaneta (Valle de Aburrá) y Rionegro (Oriente).
Las otras 14 son Puerto Berrío, Puerto Nare y Puerto Triunfo (Magdalena Medio); Toledo y San Pedro de los Milagros (Norte); San Juan de Urabá y Necoclí (Urabá); Caramanta y Valparaíso (Suroeste); San Jerónimo (Occidente); Itagüí (Aburrá); El Retiro y Sonsón (Oriente); y Zaragoza (Bajo Cauca).
Otros 66 municipios de los 125 del departamento tienen riesgo alto, incluido Medellín, y solo 7 poblaciones tienen riesgo bajo: Betulia, Concepción, Angostura, Buriticá, Anorí, Cáceres y Arboletes.
Estar en esta categoría no significa que no existe amenaza, solo que se puede tener mayor capacidad de respuesta frente a la nueva e innegable realidad climática o ser menos vulnerable.
Omar Franco Torres, director del Ideam, explicó
al entregar el análisis del riesgo municipal que “nuestros resultados muestran que el 100% del país tiene algún grado de riesgo por cambio climático y que estar clasificado en la ponderación nacional como municipio de bajo o muy bajo riesgo, no significa la total ausencia de riesgo”.
De hecho, el recuento histórico de eventos climáticos presenta a Antioquia como el departamento con mayor número. Y entre 1985 y 2015 hubo 885 inundaciones y 679 deslizamientos, 41% y 31% del total de fenómenos.
Los peores años en inundaciones han sido tres de este siglo, 2008, 2010 y 2011, con 245 entre los tres.
Gustavo Londoño, de la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana, una de las cabezas del trabajo sobre el cambio climático en el Aburrá, citó el caso de las lluvias: aunque el promedio mensual y anual ha variado poco en esta subregión hoy son más fuertes, cayendo en poco tiempo la que antes estaba distribuida en todo un mes, por ejemplo.
La ingeniera Diana Henao, subdirectora Ambiental (e) de la corporación Cornare, reveló que en cuanto a temperatura, para citar un caso, en el páramo de Sonsón ha aumentado en 20 años de 1,2 °C a 1,7 °C, lo que supone una amenaza a futuro para componentes paramunos vitales, como los frailejones.
Aparte del riesgo, el Ideam reveló que los municipios más vulnerables son varios de Urabá, Arboletes, Necoclí y San Juan de Urabá, situados sobre la línea de costa, más Carepa en el eje bananero.
La clasificación entregada por el Instituto no concuerda siempre con estudios regionales, pero reitera la necesidad de trabajar para adaptarse y mitigar el cambio climático.
Así, Rionegro no está en los análisis de Cornare en el riesgo más alto, aunque tiene condiciones que debe atender, como la creciente urbanización para atenuar riesgos.
Y en Urabá, Turbo también está entre los de mayor riesgo, según Corpourabá.
El estudio del Ideam, que tuvo en cuenta varias dimensiones, precisó que Antioquia tiene unos sectores prioritarios, como la seguridad alimentaria, la biodiversidad, la salud y el recurso hídrico que “además de tener valores entre medios a altos de riesgo, en conjunto tienen contribuciones relevantes al valor total de riesgo por cambio climático de los municipios”.
De esos sectores, la biodiversidad y el recurso hídrico presentan riesgo alto para la mayoría de los 125 municipios.
Urabá cuenta con su plan para adaptarse y mitigar el cambio climático, denominado Plan Clima y Paz 2040.
Un documento entregado a EL COLOMBIANO indica que, tras un análisis de los 19 municipios de la jurisdicción, se concluyó que Turbo y Carepa están en mayor riesgo climático, seguidos por San Juan de Urabá, Chigorodó, Apartadó, Cañasgordas, Giraldo, Murindó y Vigía del Fuerte.
“Los municipios de centro-sur y del norte son los de menor riesgo”.
Una de las situaciones delicadas es la erosión costera, que en sitios como Arboletes ha presentado un avance del mar de hasta 5 metros al año, según un informe de Iván Correa y colegas, realizado en la Expedición Estuarina. En ese municipio se perdió una lengua de 1.600 metros en Punta Rey.
En Turbo “el seguimiento de su desarrollo durante las últimas décadas (basado en comparación de aerofotografías y testimonios de sus habitantes), evidencia pérdidas de playas del orden de las decenas de metros y la destrucción total o parcial de la infraestructura física y turística”.
La erosión destruyó el aeropuerto y se ha llevado dos calles. Entre las acciones emprendidas por Corpourabá figura una obra de 246 metros en el corregimiento Zapata, de Necoclí, para controlar el avance del mar, mientras que en Arboletes ya se han adecuado espolones.
Esa Corporación ha identificado otras situaciones, como el desplazamiento de población por eventos climáticos, las inundaciones (que hoy en día son constantes en varios municipios) y la posible escasez de agua.
En las demás regiones también se sienten las señales del cambio climático. Londoño enfatizó que en el Valle de Aburrá el efecto isla de calor (aumento de la temperatura en las zonas densamente construidas) es medible.
“Lo verde se convierte en gris”, con más calles, terrazas, edificaciones y grandes superficies de cemento
que aumentan la temperatura. En estos lugares la diferencia de temperatura
entre el día y la noche en comparación con zona rural es de hasta 8 °C.
Y si bien la precipitación mensual y anual no se ha alterado de manera significativa, sí es claro que se presentan eventos extremos.
“La intensidad ha variado brutalmente”: más lluvia cae en menor tiempo y en menos días del mes.
Estas hacen más daño hacia el sur, por la topografía, la rugosidad y el viento, en donde el valle es más
estrecho y se ocupan más las laderas.
Para enfrentarlo se desarrolla el Plan de Acción frente al Cambio Climático y la Variabilidad del Clima,
que en unos 45 días tendrá las primeras medidas priorizadas.
En la jurisdicción de Cornare también hay evidencias. A la señalada en el páramo de Sonsón, la ingeniera Henao reveló que a 2100 se espera un aumento de 2 °C en la temperatura, muy alto, que debe afectar formas de vida.
En el territorio, los municipios con mayor riesgo son Puerto Triunfo, por el aumento de la temperatura y las inundaciones del río Magdalena, y Marinilla, que no está en el registro del Ideam, pero presenta una avanzada ocupación del suelo.
Si bien Rionegro lo tienen en riesgo medio, es por la resiliencia que ofrece, una mayor capacidad de respuesta a la creciente urbanización y pérdida de área verde lo afectan. El Retiro, que es una de las poblaciones en alto riesgo para el Ideam, Cornare lo encontró en bajo por la alta gobernanza ambiental: cerca del 85 % del territorio está bajo alguna figura de protección.
Con el Plan de Crecimiento Verde y Desarrollo Compatible con el Clima se establecieron las prioridades para mitigar los efectos, entre ellas la gestión del agua y los residuos sólidos, y la disminución de las emisiones de gases.
El riesgo climático es real y se s+iente cada vez más. Es hora de las acciones.