“Ante amenazas, imposible no sentirme vulnerable”: Gaviria

Gremios y autoridades rechazan amenazas contra el periodista de La Luciérnaga. Se dan en medio de la campaña electoral y los diálogos de paz.

Pascual Gaviria dice que continuará con su labor crítica de denuncia frente a la corrupción y las supuestas alianzas de políticos con delincuentes. FOTO cip - centro de información periodística

En un mal momento -con campaña electoral y diálogos con la guerrilla de por medio- llegan las amenazas a la prensa, en este caso contra el columnista y periodista Pascual Gaviria, integrante del equipo de La Luciérnaga, espacio radial de la cadena Caracol Radio, y las cuales denunció el propio Gaviria en su columna de ayer en el periódico El Espectador.

Gaviria, que está de vacaciones en el exterior, dijo a EL COLOMBIANO que guardó el secreto seis días, pero decidió hacerlo público porque considera que al denunciar la corrupción y presuntas alianzas de candidatos con grupos al margen de la ley cumple con su deber.

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Tiene susto, dice, aunque aún no tan fuerte como si hubiera estado en el país.

Según su versión, a la cadena Caracol Radio en Medellín, durante el espacio de La Luciérnaga, llamaron a preguntar por él y cuando de la emisora respondieron que estaba en vacaciones, al otro lado del teléfono, “con el lenguaje de los pillos, dijeron que mejor me quedara por allá y recalcaron que iban muy en serio, como hacen los fantoches y los asesinos...”.

¿Cuál fue el impacto al saber de las amenazas?

“Cómo dije en la columna, yo nunca había sufrido este tipo de cosas, y en un principio eso le pega a uno, es imposible no sentirse vulnerable y, sobre todo, que es un asunto que uno no dimensiona, porque en Colombia hay muchas amenazas que son ciertas, otras son solo asuntos de intimidación telefónica y allá uno lo duda todo, duda hasta de si los pillos son ciertos o falsos”.

¿Por qué decidió denunciarlo en su columna?

“Yo guardé esto cinco o seis días, solo lo hablaba con mi esposa, y ayer (el martes) pensé y decidí echar mi cuento, ¿por qué me voy a esconder si los que deben estar escondidos son ellos? Yo no puedo esconder una amenaza como si estuviera haciendo algo malo”.

En su columna usted da pistas por las denuncias contra un candidato a la Gobernación y situaciones que se dan en Itagüí y Bello. ¿De dónde cree que provienen las amenazas?

“Lo digo por una especie de intuición, son los temas más delicados que se han tratado en los últimos meses. Usted sabe cómo se tensiona el tema faltando dos o tres semanas para las elecciones regionales, en las que se juegan intereses muy específicos, y uno piensa por ejemplo en la campaña de hace cuatro años, que también se definió por estos temas. Y me llegó una amenaza en el momento que he hablado del tema y sabemos que por ahí puede ser. En Medellín hay conexión entre política e ilegalidad, es una barrera muy permeable, gente que va y viene de la ilegalidad, hace liderazgo, sabemos cómo se maneja el Presupuesto Participativo y este tipo de cosas. Hay gente a la que le interesa la política, ahí está el dinero, el poder, y quieren influir, sin duda”.

Usted ganó una tutela que interpuso en su contra el candidato Luis Pérez y su foco está en él. ¿Seguirá denunciando?

“Luis Pérez me ha denunciado desde 2007 penalmente, ahora me puso una tutela, la perdió y la van a apelar. Yo no quiero que esto se vuelva un asunto personal, cuando se vuelve un asunto de un político contra un periodista pierde el sentido, hablo de él como ciudadano, no me gustan los duelos, lo último que quiero es convertir esto en un asunto personal o ponerme al nivel de los candidatos, ellos están en una esfera y nosotros en otra. He hablado de él y si me toca seguir hablando, lo haré”.

En Colombia se siente la presión sobre los periodistas y en Antioquia el asunto es grave. ¿Qué piensa de las intimidaciones a la prensa?

“Ahora que la amenaza es directa contra mí se siente extraño, desde afuera uno no tiene la misma sensibilidad para saber lo que pasa. Los que trabajamos en las capitales tenemos un grado de protección mayor, en Colombia los que hacen periodismo en las regiones, las ciudades intermedias y los pueblos tienen un grado de vulnerabilidad más grande, pero así nos sintamos más blindados, se siente la vulnerabilidad, sin salida y sin respuesta. Lo que siento no es rabia, ni llanto, ni tristeza, es como un temor seco, sin posibilidad de identificarlo”.

Las amenazas afectarán su labor o seguirá denunciando si le toca?

“No se trata de jugar al heroísmo o que yo por mi derecho a opinar entregue mi vida, pero es lo que yo hago, toca cuidarse, tomar precauciones, dimensionar si son realidad y qué importancia tienen, pero es imposible que me impidan trabajar, es mi manera de vivir y voy a seguir comentando las cosas, intentando que esto no exacerbe mis posiciones ni me haga tomar partido distinto a mi pensamiento”.

¿Qué mensaje se le da a la sociedad cuando se amenaza a un periodista?

“Es grave en el contexto electoral regional, son estructuras políticas y electorales que se sienten muy poderosas, que andan en su territorio y no resisten que alguien las critique, les diga cosas que nadie les ha dicho o se dicen en voz baja, pero si suenan en micrófonos dicen este por qué se mete con nosotros”.

¿Cómo lo han tomado sus padres?, ¿ya hay denuncia?

“Mis padres se enteraron por la columna, están tranquilos... Y sí, ya Caracol puso denuncia en Fiscalía, la Policía investiga y sabe que la llamada fue de un teléfono público a cuatro cuadras de Caracol Medellín”.

¿Qué piensa hacer?

“En Medellín sentiré la realidad de esto, qué significa, qué es cierto y qué no. Por ahora sigo en vacaciones tranquilo”.