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Una llamada los salvó. Aquella noche de hace dos años, en Altavista parte alta, cuando la tierra que soportaba las casas se hizo escurridiza, se repitió. No había tiempo qué perder. Solo correr era la salvación.
Fue el sábado pasado, cuando un deslizamiento de tierra destruyó ocho casas y obligó al desalojo de 28 familias, 100 personas que están durmiendo, unos donde vecinos y otros en algún lugar que tenga algo de techo.
Una noche antes había llovido sin parar, por 12 horas. El puñado de habitantes del pedazo de morro en el corregimiento Altavista, en el suroccidente de Medellín, al sentir el ladeo de los ranchos, la mayoría de madera, llamó al 123 para advertir el riesgo.
“La tierra comenzó a moverse en medio de un aguacero espantoso”, dice Pedro Luis Alzate, un anciano que trabaja cargando material en una ladrillera cercana y que perdió lo poco que tenía tras el deslizamiento del sábado pasado y que dejó ocho viviendas destruidas.
Esa comunicación entre los vecinos fue clave para salvar vidas, comenta Camilo Zapata, director del Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres, Dagrd.
El funcionario señala que entre la noche del viernes y la y madrugada del sábado, tras la llamada de los habitantes reportando el riesgo, bomberos y geólogos de la dependencia llegaron al lugar y tras una inspección del terreno recomendaron la evacuación inmediata de los moradores.
“La comunidad evacuó y lo hizo de inmediato. Eso ayudó a evitar que hubiera muertos y heridos”, explica.
Tan solo pasaron 14 horas después de haber evacuado, recuerda Andrea Pérez, para que las casas se vinieran al piso arrasadas por la tierra.
“Ya nos había dicho, desde hace 2 años, que estábamos en riesgo, pero no nos definieron dónde vivir”, dice la mujer.
Ni Pedro Luis ni Andrea ni las 100 personas que, estima el Dagrd, están damnificadas en Altavista, saben dónde rehacer su vida, encontrar otro techo en el cual vivir. QPor ahora se están quedando en casas de vecinos y familiares..