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Iniciativa de ciclismo urbano de Lisboa se podría aplicar en Medellín

En Portugal se las ingeniaron para usar la bici a pesar de las montañas, ¿se podrá en Medellín?

  • Iniciativa de ciclismo urbano de Lisboa se podría aplicar en Medellín
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25 de agosto de 2017
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En tamaño, la diferencia que hay entre una colina y una montaña es notorio. Guardando esa proporción, Medellín se parece mucho a Lisboa, la capital de Portugal. A esta localidad de la península ibérica también se le conoce como “la ciudad de las siete colinas”, por ende, su casco urbano tiene muchas pendientes e inclinaciones que dificultan el uso de la bicicleta como medio de transporte.

Un gomoso de la bici, Kobe Vanhaeren, al mudarse a Lisboa, se dio cuenta que se necesitaba tener un gran estado físico, como el de un ciclista profesional, para desplazarse por el casco urbano, pero él se negó a dejar de usar su medio de transporte favorito.

Tomó la información topográfica de la ciudad para crear una red de ciclovías virtuales, útiles para cualquier ciudadano. Las rutas creaban unos circuitos que —aunque se tuviera que recorrer una mayor distancia— eran más fáciles de subir. Clasificó las calles de tal forma que cada usuario, dependiendo de sus capacidades físicas, escogía la ruta más conveniente para desplazarse desde su origen a su destino.

La calles denominadas Horizontales, solo tenían inclinaciones hasta de un 4 %; con estas se elaboró un circuito de 691 kilómetros, equivalentes al 63 % de la malla vial de Lisboa. Las calles denominadas para Entusiastas, con inclinaciones entre 5 y 6 %, se llevaban otro 24 % de la red vial; y las denominadas para Los Más Audaces, conformaban el 13 % restante de la malla vial, con inclinaciones de 7 %.

Los usuarios accedían a estas ciclovías virtuales a través de la aplicación móvil HorizontalApp. La manera en la que esta herramienta digital le presentaba la ciudad a los ciclistas, la hizo merecedora del premio Vodafone Big Smart Cities 2015, categoría Movilidad Inteligente, un reconocimiento que exalta la creación de iniciativas tecnológicas que mejoran la calidad de vida de las personas en las ciudades.

Esta iniciativa tuvo tanta acogida entre los ciclistas urbanos que, este año, la Empresa Municipal de Movilidad y Estacionamiento de Lisboa (Emel), inauguró la primera línea piloto del sistema público de bicicletas. La meta, para el 2018, es tener unas 1.500 ciclas, la mayoría eléctricas, para que los lisboetas aprovechen este nuevo medio de transporte, el cual pudo haberse considerado como ilógico hace unos años.

Con base en lo anterior, la pregunta que se plantea es: ¿si en Lisboa, una ciudad llena de colinas, se pudo planificar el uso de la bicicleta, por qué en Medellín, la “más innovadora del mundo” no hemos podido hacerlo?

Tres elementos

Para Carlos Cadena Gaitán, coordinador académico de Urbam de la Universidad Eafit, la innovación la lograron desde el nombre: Lisboa Horizontal; así es como le están diciendo a los usuarios que una ciudad vertical puede ser transformada con rutas horizontales.

“Lisboa Horizontal es excelente, aborda nuestra gran discusión de fondo acerca del uso de la bicicleta en Medellín: la topografía de la ciudad es algo que siempre se menciona en cada foro o evento que tenemos alrededor del uso de este medio de transporte”, sostiene Cadena Gaitán.

El coordinador general del cuarto Foro Mundial de la Bicicleta que se desarrolló en Medellín en 2015, argumenta que Lisboa Horizontal tiene tres elementos claves:

Primero, la posibilidad de diseñar y entender qué rutas podrían utilizarse en bicicleta, minimizando las pendientes que se tienen que transitar para llegar al destino; georreferenciar y trazar muy bien el origen y destino: circuitos especialmente diseñados para los ciclistas urbanos.

“Si —como gobierno— le diseñas al ciudadano las rutas más fáciles en esfuerzo físico y con la garantía de mejorar su seguridad vial, esto incentiva el uso de la bicicleta”, dice.

Segundo, saber cómo se presentan, comunican o informan estas facilidades a los ciudadanos. Hoy, a través del uso de las tecnologías móviles, es la mejor opción.

Y tercero, la intermodalidad. “La ley 1811 del 21 de octubre de 2016 —‘por la cual se otorgan incentivos para promover el uso de la bicicleta en el territorio nacional’— nos obliga a facilitar la intermodalidad en los sistemas integrados de transporte. Por eso, todos los buses deberían tener portabicicletas, como una posibilidad para que uno pueda subir la pendiente en el transporte público, así la hayas bajado en tu bicicleta. Es una forma de decirle al ciudadano: ‘baje la ladera en su bici que la gravedad le ayuda y sin duda llegará más rápido, pero si no es capaz de subirla, tiene la opción de llevarla en el bus, el tranvía o el metrocable”, indica Cadena Gaitán.

El experto evoca que las montañas de Medellín se han convertido en la principal cantera de soluciones innovadoras para la movilidad de la ciudad. Menciona dos grandes ejemplos que son referentes mundiales: el metrocable y las escaleras eléctricas de la 13.

“Con el uso de las bicicletas debemos hacer lo mismo, encontrar esa solución innovadora que nos permita consolidar este medio de transporte; Lisboa Horizontal es un gran referente. Además, debemos pasar del discurso político a las acciones concretas”, concluye Cadena Gaitán.

Abordaron bien el problema

Para Manuela Calle, miembro de Inmotion Group, empresa dedicada a desarrollar soluciones de movilidad sostenible en Medellín, Lisboa Horizontal es una alternativa inteligente para aprovechar las condiciones topográficas y facilitar el uso de la bicicleta.

“Con un mapeo, Lisboa Horizontal trazó rutas para simplificar la circulación y conectar la ciudad a través de esos recorridos, sin pasar por las pendientes más difíciles para los ciudadanos. Así se dieron cuenta de que casi todas las pendientes con una inclinación inferior al 4 % o 5 %, eran accesibles para la mayoría de las personas que no usaban la bicicleta con frecuencia, porque no eran físicamente capaces —o no cuentan con una bicicleta eléctrica— para subir la loma que bajaban”.

La innovación de esta iniciativa, comenta Manuela, es que crearon una aplicación que hace la tarea por uno; es decir, la app le indica al ciclista cuál es la mejor ruta dependiendo de las capacidades y el trayecto de cada persona.

“Cuando a uno le dicen que use la bicicleta como medio de transporte permanente, inmediatamente pensamos: ‘muy bien de bajada, pero ¿de subida qué?’. Ellos abordaron este problema de una manera diferente; el valor de lo que ellos —los creadores de Lisboa Horizontal— plantearon es que en realidad la topografía no es tan compleja como uno cree y que hay maneras de recorrer la ciudad que no implican grandes esfuerzos. Más que una intervención en infraestructura, es un trabajo de percepción, de romper paradigmas de lo que uno como ciclista urbano puede hacer”, opina Calle.

Plantea, además, que el gran reto está en superar las barreras culturales alrededor del uso de la bicicleta, porque la gente tiende a pensar que, así sea o no eléctrica o de pedaleo asistido, existe un gran componente de esfuerzo físico que hay que hacer a la hora de montar en bici.

“La diferencia entre Lisboa y Medellín es que nosotros no hemos aprovechado la intermodalidad; es necesario el uso de medios de transporte complementarios para optimizar mi desplazamiento. Otra razón es que, además de no contar con la infraestructura suficiente y de calidad, es que a la gente le sigue dando miedo la falta de seguridad, tanto vial como personal. La solución técnica existe, el problema es tener las garantías para la implementación porque nadie hará una inversión sabiendo que corre el riesgo de que le roben la bici o lo atropellen”, puntualiza Calle.

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ciudades de Europa contarán este año con la aplicación móvil HorizontalApp.

EL COLOMBIANO conversó con el fundador de HorizontalCities.com y @HorizontalApp, Kobe Vanhaeren, quien nos explicó cómo fue el proceso para crear y aplicar Lisboa Horizontal.

¿Qué buscabas resolver con el proyecto Lisboa Horizontal?

“Hace unos 10 años me mudé de Bélgica a Lisboa. Bélgica es un país muy plano y la bicicleta siempre fue mi principal medio de transporte. Lisboa, por el contrario, tiene una topografía muy compleja. Cuando me mudé, me traje la bici pero tuve muchos problemas recorriendo la ciudad porque no conocía rutas accesibles para rodar en la bici. El proyecto resulta de mi interés personal en tratar de saber si era posible conocer una mejor manera de establecer una red vial en bicicleta que conectara las principales áreas de la ciudad. Hace tres años tuve acceso a la topografía detallada de Lisboa y empecé a calcular las laderas de las principales calles y pude demostrar que el 69 % de las mismas tiene una inclinación del 4 % o menos, lo que permite crear circuitos que son más fáciles para los ciclistas.

El siguiente paso fue encontrar la manera de tener información de personas que querían transportarse en bicicleta por Lisboa, pero que no supieran cómo o por dónde hacerlo. Primero, hicimos un mapa y un video, para desmitificar que Lisboa era una ciudad imposible para el uso de la bici. Luego me junté con otras personas para desarrollar la app, para que esta le ayudara a los usuarios a encontrar las rutas más planas entre dos puntos de la ciudad, basado en el perfil físico de cada persona y teniendo en cuenta la topografía de los puntos específicos de Lisboa”.

¿Para desarrollar esta iniciativa en otras ciudades, es necesario contar con la participación o el apoyo del gobierno local?

“La principal necesidad es tener información de calidad de la topografía. Casi siempre está disponible y es de fácil acceso; ese es el primer paso. Lo segundo es contar con el tiempo y la gente necesaria para desarrollar el proyecto; el de Lisboa nos tomó nueve meses, pero era porque estábamos en un proceso de aprendizaje. Hoy me atrevo a decir que podemos desarrollar este proyecto en un mes”.

¿Cuánto les costó?

“El costo es difícil de calcular porque las horas de trabajo no fueron contabilizadas para el proyecto de Lisboa. Nos las arreglamos para desarrollar la tecnología con una inversión de 25.000 euros (87,3 millones de pesos) y el apoyo de grandes compañías como Vodafone, Esri, IBM, Servicios Web de Amazon y Microsoft. También nos costó muchas noches sin dormir”.

¿Conoces la topografía de Medellín, crees que es posible replicarlo acá?

“No estoy familiarizado en detalle con su topografía, pero sé —por personas que nos han contactado— que les ofrece muchos retos. El proyecto es fácil de replicar, especialmente la aplicación móvil. Mientras se cuente con la información topográfica precisa y fondos, es posible. Crear mapas para una red de ciclismo implica tiempo y un conocimiento amplio de la infraestructura de la ciudad. Se necesitaría apoyo de la Administración Municipal y de personas con conocimientos en urbanismo. Este año, Lisboa, Bruselas, Cantón, Madrid y Berlín contarán con Horizontal App”.

¿Qué consejo les darías a las personas que tienen como excusa la topografía para no considerar la bicicleta como una opción de transporte?

“Lo más importante es pensar de manera flexible. El uso de la bicicleta es saludable, barato y muchas veces es el medio más rápido que otros tipos de transporte; no hay que tenerle pena a combinar ’ambas cosas. Yo era de los que usaba bicicleta plegable, tomaba metro o bus para desplazarme a los puntos más altos de la ciudad y ya después, de bajada, me regresaba en la bici. Seguía siendo una opción más rápida que si lo hacía en carro o caminando y, por supuesto, mucho más divertido. La topografía tiene sus ventajas” .

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