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Por más que las autoridades ambientales como el Área Metropolitana y Corantioquia realicen operativos, exijan el cumplimiento de las normas y refuercen la vigilancia y control, numerosas empresarios e industrias siguen contaminando las quebradas y el río Aburrá-Medellín, y lo que es peor, se valen de artimañas judiciales para no pagar las multas que les imponen.
Aunque Corantioquia considera que la mayoría de los gremios están comprometidos con el cuidado del medio ambiente y los procesos sostenibles, algunos de los asociados solo muestran voluntad y buenas prácticas durante las visitas de monitoreo.
“Hay empresas que todavía buscan la forma de realizar el vertimiento a las dos o tres de la mañana, porque ese es el horario en el que no hay funcionarios del Área o de Corantioquia realizando el monitoreo, esto demuestra la falta de ética de muchas empresas; las normas hay que cumplirlas porque es lo correcto y no porque te están vigilando o no. Entonces, nos toca rotar los turnos y redoblar esfuerzos para que no nos hagan trampa; eso es un fracaso como sociedad, no como autoridad ambiental”, afirmó Alejandro González, director de Corantioquia.
Sin embargo, hay algo que todavía preocupa más a la Corporación: cuando el sector judicial favorece a las empresas infractoras.
“Hace poco, un juez nos tumbó una multa que le impusimos a una empresa que había ‘coloreado’ el río Medellín; los cogimos en flagrancia cuando realizaban los vertimientos. Qué pensar de una empresa que contamina y se dedica a contratar abogados para quitarse las multas. Prácticamente, el fallo del juez decía: ‘es que el vertimiento lo hicieron de buena fe entonces usted (la autoridad ambiental) no lo puede multar, quítesela’. Siete meses duró el procedimiento en contra de esta empresa para sustentar la multa, para que después venga la justicia a dañar todo”, reveló González.
Aunque el director de Corantioquia se reservó el nombre de la empresa y del juez de este caso, enfatizó que para ellos es frustrante hacer un gran esfuerzo técnico, jurídico institucional y de aguantar presiones políticas, para que al final les exijan desmontar las sanciones que imponen a los infractores.
Algo que molesta a las autoridades ambientales es el traslado de la actividad industrial al sur del Valle de Aburrá, a los municipios de Caldas y La Estrella. En esta zona de la región, se han construido un gran número de bodegas en los últimos tres años, edificios que no están siendo utilizados para almacenar sino para actividades industriales, la mayoría relacionadas con la coloración de textiles.
“Esta situación ha multiplicado los vertimientos tóxicos en el río Aburrá-Medellín, porque creen que al haber salido de Medellín pueden hacer lo que quieran en otros municipios. Piensan que, mientras más lejos se vayan, más laxa es la normativa o menos control van a tener”, concluyó el director de Corantioquia.
Por su parte, María del Pilar Restrepo, subdirectora Ambiental del Área Metropolitana, expuso que dentro de la planeación integral del recurso hídrico, está el Plan de Saneamiento y Manejo de Vertimientos, el cual presenta dificultades para su ejecución.
Dijo que, en términos generales, la región metropolitana es un referente a nivel nacional en todo lo que tiene que ver con el saneamiento del recurso hídrico; sin embargo, deben trabajar más articulados, ya que no es lo mismo el manejo y el control urbano que el rural.
“Se necesita una intervención integral en las quebradas; es decir, nosotros no podemos tener unas obras de saneamiento y desproteger los nacimientos. Debemos trabajar en sinergia con Corantioquia y con Cornare; las tres instituciones tienen buenas intenciones, pero falta la integralidad en el saneamiento hídrico de las quebradas afluentes al río Aburrá-Medellín”, comentó.
Este accionar institucional fue expresado en la última jornada de la mesa de trabajo sobre gestión ambiental metropolitana que realizó Medellín Cómo Vamos, una actividad focalizada que está realizando el programa con varias temáticas.
Después de 10 años de trabajo, Medellín Cómo Vamos empezó a profundizar en temas donde hay una autoridad que cobije al área metropolitana, para ampliar el análisis, ya que la calidad de vida de Medellín también depende de los que ocurra en este territorio conurbado.
“Elegimos: la planificación del territorio, movilidad vial y medio ambiente; esta última nos reúne hoy porque necesitamos tener, sistemáticamente, unos indicadores que nos brinden un panorama de qué es lo que está sucediendo en el territorio, específicamente lo relacionado con la calidad del agua, las condiciones del aire y la disposición de residuos sólidos; todo en una perspectiva de mediano y largo plazo para buscar la sostenibilidad del territorio”, Piedad Patricia Restrepo, directora Medellín Cómo Vamos
De acuerdo a los resultados que han arrojado las mediciones de Medellín Cómo Vamos, los tres aspectos que más insatisfacción generan en los ciudadanos son: las condiciones del río Aburrá-Medellín, la calidad del aire y el ruido.
“Hemos identificado que todavía falta mucha coordinación porque hay competencias muy fragmentadas. También debemos preguntarnos qué está pasando con la normatividad, si es necesario promover cambios en la legislación nacional y si hay que fortalecer a las entidades que ejercen la vigilancia y control”, indicó la directora de Medellín Cómo Vamos.