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En los escasos metros de una terraza, o incluso en un balcón, se puede producir comida, y algunas familias en Medellín ya lo hacen a través de técnicas como la hidroponía y la acuaponía, que prescinden de la tierra para cultivar y, a cambio, utilizan agua, que genera productos más limpios y con menos contaminación.
La hidroponía es el cultivo de plantas y la acuaponía combina plantas y peces en una misma estructura. Ambas técnicas requieren poco espacio y permiten un crecimiento más rápido de las plantas y los animales. Por ahora, son emprendedores particulares los que se la están jugando por estas metodologías de cultivo buscando darle un sentido social a sus proyectos y que el sistema lo aprovechen familias de escasos recursos para garantizar seguridad alimentaria e incluso comercializar en los mercados locales.
No es nada traído de los cabellos, pues son técnicas viejas de cultivo que en la ciudad no han sido aprovechadas.
Aura Hidroponía
Con este nombre, Simón Martínez, Sandra Rojas y Andrés Álvarez bautizaron un programa de emprendimiento que busca crear unidades productivas en los techos y terrazas de los barrios de la ciudad, con inversiones de bajo costo que se convierten en opción para la generación de ingresos.
Su idea ganó el primer puesto en el Concurso de Iniciativas Empresariales de la universidad Eafit (2017), en la categoría social-tradicional. Este triunfo les permitió obtener los primeros ingresos para financiar su proyecto, que ya se desarrolla en tres terrazas: una en el barrio La América, otra en el sector Los Colores y otra en Santa María, Itagüí. También alistan una granja experimental en una finca en San Cristóbal, en un lote de 800 metros que utilizarán para sembrar y, a la vez, realizar talleres con las personas que quieran montar este modelo de producción agrícola.
“El sistema es sencillo y lo más costoso es la inversión inicial que consiste, básicamente, en un tanque (reservorio) de agua, tubos de pvc, mangueras de riego, válvulas y un sistema de energía que permite que la estructura funcione sola, a partir de una programación”, explica Andrés Álvarez. Afirma que la inversión no supera los $2 millones y se puede recuperar en 8 meses.
Simón Martínez, estudiante de Ingeniería de Diseño de último semestre de Eafit, señala que aunque llevan pocos meses, la intención es que su idea se irrigue a muchos sectores de Medellín, donde el clima es bondadoso para el cultivo agrícola.
“Aunque cada planta tiene sus características, el piso térmico de Medellín es ideal para el crecimiento de plantas. Acá hay sol constante, sin estaciones, lo que brinda seguridad”, argumenta Simón, que se autorreconoce como empresario emprendedor. Dice que el apoyo de Eafit le da firmeza al proyecto.
El campo en la ciudad
Los cultivos hidropónicos fueron descubiertos por fisiólogos vegetales en el siglo XIX, que comprobaron que, a diferencia de la agricultura tradicional, las plantas también crecen sin necesidad de suelo agrícola, simplemente con agua y disoluciones minerales. Las plantas absorben los nutrientes esenciales por medio de iones inorgánicos.
En Colombia, la hidroponía es utilizada en la producción de flores y hortalizas, pero prácticamente no ha sido aprovechada en alimentos.
“Estos cultivos los trabaja mi hijo hace tres años, pero ahora que se juntó con Simón y Sara se metió más de lleno y está dando resultados”, señala Leila Sabogal, que tiene un cultivo de albahaca, lechugas y acelgas en la terraza de su apartamento en La América. Afirma que ya han tenido cosechas de tomates y que los productos los venden en varios restaurantes de Medellín.
Al decir de Sandra Rojas, con la hidroponía se puede cumplir una función social importante en Medellín, donde un alto porcentaje de pobladores proviene del campo.
“El conflicto armado ha expulsado muchos campesinos a las ciudades y qué bueno que puedan seguir trabajando en lo que han hecho durante toda su vida”, apunta Sandra.
La hidroponía permite el ahorro de agua, porque es el mismo líquido el que va circulando por los tubos de pvc. Las raíces de las plantas van absorbiendo los nutrientes a través de ciclos de irrigación programados. En la terraza de 60 metros de La América se cultivan entre 400 y 500 hortalizas. De 20 plantas de albahaca, por ejemplo, se puede obtener un kilo del producto, que algunos compradores la pagan hasta a $20.000. Se obtiene cosecha en dos meses.
Acuaponía, modelo integral
A diferencia de la hidroponía, la acuaponía permite el cultivo de peces y plantas en una misma estructura. En Medellín esta técnica, que apenas busca penetrar, la desarrolla el grupo Del Techo, conformado por Diego Zapata Córdoba y otros emprendedores guiados por un espíritu similar al de Aura.
Su proyecto, que nació en una terraza del barrio Conquistadores, lleva dos años en marcha y avizora buenas perspectivas, según Zapata Córdoba, economista con maestría en gestión de transporte y consultor en temas de planificación urbana.
Explica que, dado que en Medellín escasean las tierras para cultivo, hay que buscar opciones para desarrollar la agricultura en beneficio de los campesinos de la ciudad.
“Acá todo mundo vive en edificios y hay mucha población campesina que no encuentra tierra para cultivar, hay que aprovechar las terrazas en zonas donde no hay seguridad alimentaria”, sugiere.
Admite que en Bogotá, por la falta de calor, proyectos como la siembra de frutas y hortalizas no dieron el mejor resultado, pero en Medellín el clima es ideal para esa técnica.
La acuaponía construye sistemas horizontales, en donde todos los componentes se nutren entre sí. Mientras las plantas absorben el agua y sus nutrientes, las heces de los peces sirven de abono luego de pasar un filtro, y así se forma la cadena alimenticia. En la terraza de Conquistadores se aprovecha un solo metro que produce hasta cien peces y cien plantas.
Según datos de 2016 de la Secretaría de Inclusión Social, entre 2010 y 2015, la Percepción de Inseguridad Alimentaria en la ciudad pasó de 58,6 % a 53,6 %, lográndose una reducción de 5 puntos, que indican una mejoría. Pero el déficit sigue alto. Máxime si se tiene en cuenta que en comunas como la de Santa Cruz, el nivel es de 77,9 %.
Este sería el foco del proyecto Del Techo, que tiene el mapa de las zonas de la ciudad donde hay mayor población con déficit alimentario.
“Estamos trabajando en dos propuestas: una es desescalar el proyecto de Conquistadores, llevándolo a espacios de menos de un metro, en balcones, para beneficio de familias con seguridad alimentaria que quieren comer más sano; y otra en la de escalar a prototipos de mayor envergadura para beneficiar a poblaciones grandes, como Moravia, por ejemplo, donde hay abundante población desplazada y campesina”, explica Diego Zapata Córdoba.
La hidroponía y la acuaponía, por desarrollarse en terrazas, también aporta al mejoramiento del clima al bajar grados de calor: “Estas tecnologías son tan importantes, que Tokio (capital de Japón) logró reducir 1.5° su temperatura montando jardines en el 5% de sus terrazas”, recuerda el biólogo y exdiputado Edison Muñoz Ciro.
Sostiene que la Administración Municipal de Medellín está en mora de empezar a apoyar e incentivar estas tecnologías, que son limpias, eficientes y con impacto social.
En la Secretaría del Medio Ambiente de Medellín aún no se trabajan estas tecnologías. Su programa de seguridad alimentaria se centra en las ecohuertas.