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El triunfalismo paisa podría ocultar problemas: Boaventura de Sousa

Boaventura de Sousa Santos es uno de los científicos sociales más importantes. A su paso por Clacso habló para EL COLOMBIANO

  • Boaventura de Sousa Santos estuvo en Medellín en la conferencia de Clacso. FOTO www.publico.pt
    Boaventura de Sousa Santos estuvo en Medellín en la conferencia de Clacso. FOTO www.publico.pt
15 de noviembre de 2015
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Pondera, con énfasis, la transformación positiva que ha logrado Medellín en las últimas dos décadas. Boaventura de Sousa Santos, el portugués considerado uno de los científicos sociales más importantes de la actualidad, conoce bien la ciudad. Hace una pausa en los elogios y pone el dedo en la llaga.

Los pergaminos de este catedrático de la Universidad de Coimbra y autor de más de 20 publicaciones, entre ellas Estado, Derecho y Luchas Sociales, y De la mano de Alicia, lo Social y lo político en la postmodernidad, lo hacen no temer a las consecuencias por lo que dice. Está por encima del bien y el mal.

No se guarda en halagos para el metrocable y los parque biblioteca en las comunas marginadas, intervenciones que junto al metro, los jardines y hasta escaleras eléctricas en asentamientos periféricos son razones para que esta capital, la misma que estuvo impregnada de sangre por las balas de los narcos, sea hoy una de las más innovadoras del mundo.

“La participación de la gente siempre es fundamental. Hay tecnologías que se aplican y en Medellín fue una gran decisión que permitió ir a las comunas más abandonadas”, asevera, mientras se acomoda sus gafas.

La vanidad de Medellín

En medio de tanta admiración, Sousa no titubea para lanzar las críticas por las que algunos rasgan sus vestiduras. Participó en la Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales (Clacso), auspiciada por la Alcaldía. Advierte que conoce a los gobernantes de esta región.

“En Medellín se creó un cierto triunfalismo paisa, con cosas novedosas que se han hecho, hay que aceptarlo. En parte esa transformación es verdad, pero también, en parte, es un disfraz, una manera de disfrazar los problemas que sigue teniendo la ciudad”, sentencia.

Promulga no descartar el urbanismo. Lo considera clave en toda sociedad y en Medellín, afirma, ha jugado un papel preponderante. Antes de ampliar esa tesis parece incómodo: “No es con tecnología, únicamente, que nosotros podemos resolver las cosas. La idea de transformar el urbanismo sin amenazar a la gente o desplazarla es más importante”, aclara.

Continua su respuesta. Se entusiasma con este capítulo de la entrevista, y enfatiza en que hay riquezas muy grandes de las comunidades que no son siempre los grandes proyectos de infraestructura.

“No es traerlos y ofrecerles. Se trata de que ellas decidan qué tipo de cosas quieren y cómo las quieren”, sostiene.

Pero las cosas han cambiado, para bien. Lo admite. No obstante esta urbe modelo, ejemplo en Latinoamérica y admirada en el mundo, sufre la inequidad, que no es ajena en la mayoría de naciones.

“Recuerdo que cuando visité a Medellín, hace 20 años, uno no podía salir a la calle después de las 9:00 p.m. Y en las comunas nororientales se necesitaba autorización de grupos para ir de un lugar a otro”, afirma, para darle contexto a la situación social del antes y el ahora en la ciudad.

“Los jóvenes miran una sociedad de incertidumbre donde no se ubican muy bien en el futuro, y de alguna manera darles esperanza de que hay alternativas y debemos luchar por una sociedad mejor, es importante para ellos”, añade, con su acento portugués que no le impide hablar bien el español.

Reunión con presos del Eln

Su presencia en tierra antioqueña ha tenido diversos motivos: en la década de los 90 hizo parte de un equipo de investigación sobre el momento de violencia de aquel entonces. Producto de ese trabajo surgió el libro El caleidoscopio de las justicias en Colombia, que está en la tercera edición.

No ha dejado de visitar la ciudad. En el año 2000 estuvo involucrado en el proceso del Foro Social Mundial y ha hecho parte de foros temáticos con movimientos sociales. También fue invitado de honor al Congreso de Sociología y esta semana estuvo entre los personajes más vistos en la conferencia Clacso, que concluyó el viernes pasado en Plaza Mayor.

También aprovechó para reunirse con algunos presos del Eln en Antioquia. Conoció su proceso de resocialización y resaltó que muchos cursan maestrías a distancia con la Universidad Pedagógica Nacional.

“Lo que me ha sorprendido en Colombia es que a pesar de la violencia, la sociedad civil es bastante creativa. Hay movilizaciones de todo tipo, quizá en este momento tenemos crisis de movimientos, pero, por ejemplo, el movimiento indígena ha sido protagónico”, anota.

Sousa sorprende al negar que en Colombia haya apatía juvenil por la política. Es tajante, y lo dice con vehemencia, en que si hay declive en el ímpetu de la movilización es porque el sistema no los ha incluido.

“Los jóvenes no se han movilizado porque la política no los ha movilizado”, asevera, en tanto apunta que cuando hay espacio surgen las transformaciones en las sociedades. “Se ve en Portugal, en España, en Grecia. Ellos, los jóvenes, son los que están entrando en la política con una lógica diferente. En Chile, por ejemplo, están en el Gobierno”.

Fantasmas de la paz

No evita la satisfacción al hablar de la paz en Colombia. Se frota las manos y sonríe levemente. Es interrumpido. Integrantes de su equipo logístico coordinan asuntos de la agenda. Afuera de la sala, donde Sousa me habla un puñado de estudiantes, lo esperan para saludarlo, tomarse una foto con él o pedirle una firma.

“El gobierno está decidido a entrar en el proceso de paz y eso es valorable, porque el conflicto se puede resolver en La Habana (Cuba), pero la paz se construye acá. Y aquí hay diferencias”, acota.

Pero hay asuntos por resolver. El posconflicto plantea retos que desde ahora se deben prever.

“En los pueblos están asustados por la invasión de la minería. El proceso es complicado, hay violencias y problemas que todavía no están resueltos”, considera.

A esas amenazas y miedos les llama fantasmas. Fantasmas que cree podrían estar ligados a la carencia de garantías políticas.

“Si hay un proceso político nuevo, con partidos, una democracia con más alta intensidad para discutir, los jóvenes van a participar”, concluye Sousa, el profesor, el que siempre olvida el miedo a la censura. El controvertido y, para muchos, tan mordaz en su análisis.

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