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No es casual que las contingencias ambientales en el Valle de Aburrá se presenten por las mismas fechas del año. La primera se registró en 2016, en el mes de marzo. En su momento, los expertos atribuyeron los malos niveles de aire a las arenas del desierto del Sahara y a incendios forestales que se presentaban en el país y en naciones vecinas.
Un año después, también en marzo, el Área Metropolitano declaró alerta roja fase I por los niveles de contaminación, decretando medidas como el pico y placa ambiental y la suspensión de las actividades físicas al aire libre.
Según ha señalado la Secretaria Ambiental de la Alcaldía de Medellín, durante los meses de marzo, febrero y octubre se vive un periodo de transición de tiempo seco a lluvioso.
Esto, sumado a las condiciones geográficas del Valle de Aburrá, ubicado entre los 1200 y 1500 metros sobre el nivel del mar, dificulta que los vientos barran la contaminación, haciendo que las partículas nocivas se acumulen, generando picos de contingencia ambiental.
Esto, según los expertos, se debe evitar planeando políticas a largo plazo que motiven el uso de los sistemas de transporte público, entre otras medidas.