viernes
7 y 9
7 y 9
Si un biólogo, un veterinario o un zootecnista observa estas imágenes, lo que siente es escalofrío, una emoción inmensa.
Así describe Luz Adriana Molina López, directora de Ecosistemas de Corantioquia la sensación que da el haber logrado el registro en cámara de ejemplares danta o tapir en tierras del Magdalena Medio antioqueño.
En una evaluación y revisión de los registros, que se hace cada cierto tiempo, se detectó que la presencia del animal quedó grabada en una cámara trampa a las 10 y 21 minutos de la noche del 27 de julio de 2016, lo que constituye para la entidad ambiental una gran noticia, toda vez que hacía 20 años no se tenían registros de este animal, que es uno de los más amenazados de la fauna silvestre. Lograr conservarlo y protegerlo es todo un reto para las autoridades ambientales del país.
“La danta ha sido un animal muy perseguido, porque su carne es muy apetecida, y por su tamaño, cuando lo capturan, la gente no alcanza a consumirlo todo y se da mucho desperdicio”, señala la señora Molina.
Pero hay dos hechos trascendentales que le dan más revuelo a esta noticia: en la cámara no quedó registrada una danta sino dos. Primero pasó una hembra y segundos después cruzó el macho. Luego, cual “esposos”, juntos se internaron en el bosque.
Pero hay más. Al evaluar las imágenes, los veterinarios y biólogos de la corporación observaron que la hembra podía estar en gestación, “lo que significa que puede haber una camada de dantas y constituye una gran noticia para el ecosistema, porque se está reproduciendo”.
El período de gestación de una danta es de 13 meses, lo que significa que si el animal fue avistado hace seis meses y aún no se observa un embarazo muy avanzado, es posible que aún no haya parido.
Además, en la zona donde fue avistada la pareja, también habita el jaguar, que fue otro de los animales registrados por las cámaras trampa. Y el jaguar es carnívoro, un depredador de la danta, que para no ser atacada, en su juventud, se camufla con unas manchas blancas en su piel.
Pero a pesar de lo incierto de la suerte del tapir, porque no ha habido nuevos registros, su presencia en el lugar es indicador que en la zona hay un ecosistema vivo, con abundante naturaleza, agua y otros servicios ambientales que le permiten sobrevivir a un hábitat que aún, al parecer, no ha sido muy invadido por el hombre.
Señala Corantioquia que la caza de la danta, pese a ser una especie tan amenazada y de tan poca presencia, es permitida para comunidades étnicas indígenas, sobre todo cuando estas lo tienen como patrón cultural para el consumo de su carne.
“Pese a esa licencia que ellos tienen para cazarlos, se trabaja con las comunidades para que la caza sea controlada: que solo cacen machos, no hembras (para así estimular la reproducción, teniendo en cuenta que una hembra pare un solo bebé tapir o máximo dos); también se les pide que no cacen animales en época de reproducción y que no lo hagan a través de incendios (recordemos que en muchas zonas del país hay personas que desatan incendios forestales para obligar los animales a salir del bosque y que se hagan visibles para atraparlos), y hemos logrado que ellos hagan ajustes a sus patrones culturales”.
Pero si el paso por las cámaras trampa de una pareja tapir causó emoción en el personal ambiental de la corporación Corantioquia, detectar en ellas la presencia del jaguar o pantera onca también sacó gritos de admiración.
La presencia de un felino de estas características es el mejor indicador de que una zona tiene un ecosistema vivo y en las mejores condiciones ambientales, ideal para luchar por su conservación.
En Colombia hay seis especies de felinos reportados y en la jurisdicción de Corantioquia, que abarca 80 municipios, se han detectado las seis especies, lo que habla de la riqueza faunística del territorio antioqueño.
La diputada ambientalista de Antioquia, Ana Mora Martínez, advierte sobre la necesidad de hacer más inversión en la protección de los ecosistemas de la región.
“Corantioquia siempre se ha destacado por hacer investigación y trabajar mucho por la conservación del ecosistema, pero creo que otras entidades deberían vincularse mucho más a estos procesos”, señala la diputada.
Para ella, hallar fauna endémica en un territorio es el mejor indicador de que hay fuentes de agua y provisión de alimentos y solo eso debe motivar a que está sea declarada zona de reserva.
Pues esa es la intención de Corantioquia. En la zona donde fueron avistados el tapir, el jaguar y además una pareja de paujiles de pico azul, se investiga la presencia de fauna y flora silvestre de alto valor ecosistémico para así promover la creación de una nueva zona de reserva forestal.
“Tenemos 34 ecosistemas estratégicos por los cuales trabajamos hace seis años, de ese total tenemos declarados 12 como áreas protegidas, hay en proceso de declaratoria otros 8 y en los otros 14 desarrollamos acciones ambientales permanentes”, señaló la directora de Ecosistemas.
El plan es tenerlas todas como áreas protegidas declaradas en 20 años.
Al principio aparecen unas manchas en movimiento, pero segundos después se ve al jaguar, imponente, elegante y sereno, caminar por entre los arbustos.
Así quedó registrado el paso del ejemplar frente a la cámara trampa. Se dio a las 7 y 17 minutos de la noche del 15 de junio de 2016. No es la misma cámara que captó a las dantas ni los paujiles, pero sí está en la misma zona. Es decir, el jaguar es la principal amenaza para la danta.
Aunque se entiende que si el jaguar está en el sector, debe haber otras especies animales de las cuales él se alimenta. El jaguar, como depredador, es necesario para mantener el equilibrio del ecosistema, pues sin su presencia habría especies invasoras y hasta sobrepoblación de animales, lo que afectaría el equilibrio.
Por eso, desde la corporación se trabaja con los ganaderos de la región donde fue avistado -una zona del Magdalena Medio que la entidad no revela para evitar que lleguen cazadores a intentar capturar o matar los ejemplares- para que eviten expandir su frontera o sus hatos hasta muy adentro del bosque.
También para pedirles que pongan cercos, pues se ha detectado que ganado y perros ingresan libremente a las zonas y es allí cuando son atacados, pues se convierten en presa fácil del felino, que incluso no caza reses grandes sino sus crías, lo que le facilitar transportarlos a lugares seguros para consumirlos.
“Muchas veces, los campesinos creen que son los jaguares los que matan su ganado, pero la mayoría de veces son jaurías de perros salvajes”, dice la directora de Ecosistemas.
Y el otro gran hallazgo que exaltó -para bien- los ánimos fue el del paujil de pico azul, del que también se observó una pareja el 20 de julio de 2016 a las 3:44 de la tarde.
Según Corantioquia, el paujil de pico azul es una especie endémica, con una distribución muy restringida en el país. Por ser una ave caminadora y de muy poco vuelo, es muy vulnerable a la caza.
De allí los esfuerzos de la entidad ambiental para lograr que este territorio sea declarado área de reserva. Esto garantiza que las especies, tanto de flora como de fauna, serán protegidas y no habrá intervención y menos invasión humana a los territorios.
Grandes aliados de este proceso son las comunidades, con las que se trabaja en procesos educativos, y los guardabosques, que ya hay 67 formados y laborando, y 20 guardaciénagas.
Un ejemplo de ellos es Julio César Marín, enlace entre Corantioquia y las comunidades del Magdalena Medio para la protección de ecosistemas.
“Nosotros somos privilegiados de tener estos lugares, que son paraísos, y los estamos cuidando para todos, y ojalá todos pudieran disfrutar de estas bellezas”, dice Julio, que trabaja en la conservación de la Ciénaga de Barbacoas, declarada zona protegida el año anterior.
La diputada Ana Mora Martínez advierte que en las zonas de reserva hay que hacer territorios sostenibles incluso sin excluir al hombre. Las comunidades son aliadas si se les paga por conservar y prestar servicios ambientales.
Los registros en video de Corantioquia son una muestra de que a pesar de las amenazas y la extensión de la frontera agrícola y pecuaria y la invasión de los humanos al bosque, al territorio silvestre, aún Antioquia posee paraísos naturales. La tarea que viene es cuidarlos, protegerlos e invertir en su cuidado, en las comunidades que los habitan o están cerca, como aliadas.
Nota: ver los videos en elcolombiano.com