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Para un adulto, el coco puede ser una fruta, la cabeza de alguien, o un monstruo. Estudiantes de la Universidad de Antioquia (U. de A.) quieren enseñarle a los niños de Buen Comienzo, entre cuatro y seis años, por qué una palabra puede tener varios significados.
Conocer la riqueza de nuestro idioma permite un mayor desarrollo cognitivo, por eso, con ‘Alimentando nuestro lenguaje’, estudiantes de la Facultad de Educación de la U. de A, quieren ampliar el vocabulario de los niños de la ciudad, a través de ejercicios mentales y tangibles, lo cual les permitirá ingresar al sistema escolar con más capacidades.
El material que utilizan y los ejercicios y las actividades que realizan, también le enseña a los niños palabras de jergas regionales, como el parlache, de uso cotidiano en los lugares donde viven.
Los universitarios escogieron a niños para desarrollar este proyecto porque consideran que ellos están en la edad ideal de aprendizaje. “Queremos enseñarles a asociar palabras que se usan en sus comunidades, para que entiendan por qué se habla como se habla, e inculcarles desde pequeños la curiosidad por el lenguaje”, comenta Jorge Urueña, profesor y líder del proyecto.
A los niños no se les puede explicar directamente temas complejos como la semántica o la sintaxis. Por eso idearon la manera de explicarles la diversidad de significados a través de juegos, ilustraciones y figuras. De manera que luego de comprender ciertos aspectos del lenguaje, los pequeños, como dueños de su hablar y de su jerga, tengan autonomía para elegir cómo expresarse.
La actividad piloto del programa fue realizada en el Jardín Infantil Manantiales, en el barrio Villa Guadalupe de la Comuna 1-Popular. “Fue difícil. Todo hay que hacerlo con diccionarios que cambian palabras escritas por dibujos, porque los niños no saben leer”, explica Mariana Palacio, estudiante de Licenciatura en Lengua Castellana.
El ejercicio también reflejó la difícil realidad en la viven los pequeños. “Ellos saben cosas relacionadas con el mal comportamiento de sus padres, y nosotros queremos llenar los vacíos que no pueden llenar en sus casas”, dice Mariana.
Se espera que en 2017 se pueda replicar esta actividad en todos los jardines infantiles de Buen Comienzo, para beneficiar a unos 6.000 niños que hacen parte del programa.