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Una decena de niños hacían rondas infantiles bajo el sonido de tambores y amenizados por los cantos de adultos en su lengua madre. En un recinto contiguo otros pequeños y sus madres unían hilos para aprender a trabajar en comunidad. Los adultos, al tiempo, recibían instrucciones para el retorno.
Entre agradecimientos y buenos deseos a funcionarios de la Alcaldía de Medellín y demás autoridades, 300 indígenas de la comunidad Embera pasaron, ayer, su último momento en Medellín, y hoy, tras 12 horas por tierra y 9 más de camino a pie estarán llegando a sus resguardos en el Alto de Andágueda, municipio de Bagadó, Chocó.
El panorama era de fiesta. Las mujeres, con sus trajes típicos, faldas amplias y coloridas como el maquillaje que volvieron a usar, organizaban el equipaje, arrumado a un costado en el interior del colegio Héctor Abad de Niquitao. Se engalanaron para reencontrase con su cultura, la misma que estaban perdiendo y buscan recuperar.
“En Medellín sufrieron muchas enfermedades, porque no estaban acostumbrados. Las mujeres trabajaban diario en las calles, eso les hizo daño”, atinó a decir, Alirio Manuca, gobernador indígena de la comunidad.
Ayer, ninguno de los Embera que embarcaron los 10 buses con destino el Chocó, mostraba indicios de querer regresar a Medellín. Están cansados de ser explotados, de vivir en condiciones de mendicidad.
“En el resguardo estaremos mejor. Sufrimos mucho en la ciudad, aguantamos hambre y sostenernos era difícil, teníamos que pagar arriendo”, exclama, con un bebé en brazos, Jerónimo Pitucal, de 18 años de los cuales 6 los ha pasado en Medellín. Recuerda que dejó su territorio por amenazas de grupos ilegales.
El retorno de los 190 adultos y 110 niños inició hace cerca de un año, pero la problemática desatada por la creciente presencia de indígenas en condiciones de mendicidad se evidencia de 8 años para atrás.
Según, Luis Bernardo Vélez, secretario de Inclusión Social, quien lideró el proceso, es urgente revisar por qué están saliendo de sus resguardos hacia las capitales, cada vez, más indígenas. “Necesitamos apoyo del Gobierno Nacional para garantizar que no se devuelvan a Medellín. Están contentos, se ha hecho el alistamiento para que retornen. Debemos tener la certeza que permanezcan en sus territorios, que conserven su identidad”, explica.
Vélez, entre tanto, afirma que denunció ante la Fiscalía la presunta existencia de una red de trata que mantiene a los indígenas en condiciones de mendicidad, y exigió sanciones drásticas a los jefes de esos grupos.
“Hay personas que los traen del Chocó y los utilizan con fines lucrativos. Hay niños que están en centros de salud que llegan con tuberculosis y desnutrición”, anota el Secretario.
Mientras los indígenas abordaban los buses, con sus mascotas y el poco equipaje, funcionarios de entidades como Buen Comienzo no pudieron evitar las lágrimas. Se dieron cuenta que Delicia, Jerónimo, Alirio y otros Embera, eran su familia. Que el lazo emocional con casi 100 niños, que hoy están conociendo la tierra de donde nunca debieron salir, era más fuerte de lo que pensaban.