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La Institución Educativa Rural El Hatillo, de Barbosa, no aguanta una inundación más. Este año ya van tres, en las que los alumnos han tenido que dedicarse a sacar agua y basura de las aulas y, en vez de lápices y cuadernos, debieron tomar escobas y traperos para hacer aseo.
La última vez ocurrió este miércoles 9 de mayo y la inundación fue de tal magnitud, que el colegio estuvo tres días sin clases. Los primeros dos, porque en esas condiciones era imposible estudiar. Y el viernes, porque ante la presión de docentes y estudiantes, llegó una comisión a evaluar la situación con la idea de darle solución inmediata.
“No venimos acá a hacer aseo sino a estudiar”, “el miedo se apodera de nosotros”, “mamá, hoy no hay clases, hoy nos toca jornada de aseo”, son algunas de las frases que varios alumnos pronuncian en un video en el que se denuncia la situación y que fue compartido con el alcalde de la localidad.
Luz Adriana Cadavid, una de las profesoras, aclara que la institución es amplia, cómoda y, en general, es acogedora para adelantar allí un proceso educativo de calidad, pero hay que corregir las falencias.
“Este año se nos inundó el 30 de abril, el 2 de mayo y el 9 de mayo, hemos perdido ya cinco días de clases y no hay derecho a que un colegio con tanta inversión sufra estos problemas”, señala la educadora, quien sostiene que, además de las inundaciones, la edificación puede sufrir problemas estructurales que las autoridades deben investigar y acometer los correctivos.
La IE Rural El Hatillo fue inaugurada el 20 de septiembre de 2017 y destacada como la primera de 38 instituciones que el Área Metropolitana, con apoyo de la Nación, planeó construir para ampliar la jornada única escolar en el Valle de Aburrá.
La inversión en la misma fue de más de $6.000 millones, aportados entre el Área Metropolitana, la Gobernación y la Alcaldía y alberga a 1.200 alumnos del corregimiento El Hatillo. Es el modelo de mostrar de este proceso, que beneficia con colegios nuevos y con mejoras a otros existentes, a los diez municipios del Valle de Aburrá. De allí la preocupación de la comunidad educativa, que espera que la situación no se repita en las demás construcciones.
Tras una primera evaluación hecha por la Alcaldía, el mandatario local, Edison García, precisó que la construcción no tiene fallas estructurales sino que es un tema de falta de mantenimiento.
“Encontramos unos caños llenos de basura, a los que no se les hace limpieza, y cuando llueve el agua no tiene por dónde correr y por eso se inunda”, recalca el alcalde. Dice que las directivas de la institución deben asumir la responsabilidad del mantenimiento y limpieza de caños.
El secretario de Planeación local, Carlos Julio Ramírez, confirmó que se hizo una revisión a fondo y se halló que “todas las obras de drenaje están obstruidas”.
El viernes, una comisión del Área Metropolitana, la Secretaría de Educación de Gobernación y la Alcaldía se reunió con la comunidad educativa y se aclaró el origen de la situación.
El Área M. asegura que las aguas lluvias provienen de la montaña occidental, discurren por la doble calzada a El Hatillo y llegan a un predio aledaño al colegio, donde descargan dos alcantarillas, que cuando llueve con intensidad no alcanzan a ser absorbidas y escurren hacia el colegio.
La solución será, entonces, la construcción de un alcantarillado que conduzca las aguas del predio colindante hacia la quebrada El Chocho y así evitar que se vayan a la institución educativa. Los dineros, superiores a los $539 millones ya están disponibles para empezar a ejecutar las obras.