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Para los adultos la semana Santa terminó, pero para los niños de Santa Fe de Antioquia este jueves fue santo, o “santico”, porque un año más, se llevó a cabo la procesión de la última cena de la tradicional Semana Santica.
Hace más de 50 años, los hijos y sobrinos de doña Ángela Martinez quedaban tan entusiasmados con la celebración de la Semana Mayor que, desde el lunes de pascua, tomaban trapos y telas para disfrazarse de San Juan, San Pedro, la Virgen María ,Jesús o María Magdalena.
“Hasta desbarataban las camas para hacer cruces y jugar a la Semana Santa”, contó Ángela, quien 50 años después, sigue prestando su casa, ubicada cerca del parque principal, para que los 80 niños se pongan la ropa y el maquillaje para hacer parte de las procesiones.
El juego fue tomando seriedad. En 1971, seis adultos del municipio, quienes notaron el interés de los niños por la celebración religiosa, decidieron aportar, para posicionar la Semana Santica como algo más que un juego.
Fredy Hernando Ángel es uno de los integrantes de la Corporación Semana Santica, que se encarga de organizar las procesiones que van desde el Domingo de Ramos, hasta el de Resurreción. “Ya llegó Jesús, tenemos que maquillarlo y ponerle el pañal”, dice Fredy, quien está atento a las flores, las andas, los trajes, las velas, las pataletas de los niños, el maquillaje y toda la programación.
Según Ángel, la celebración infantil se ha convertido en patrimonio de Santa Fe de Antioquia que, además de ser algo lúdico y recreativo, aporta a la formación espiritual e histórica de los niños del municipio. “Los participantes se meten en el papel y demuestran la devoción”, comentó.
Desde hace dos años, la Corporación Semana Santa, la Administración Municipal y hasta Monseñor Orlando Antonio Corrales, arzobispo de Santa Fe de Antioquia, aportan a la celebración que se realiza cada año en abril, mes de los niños.
Tras dos horas de recorrido por las calles de ese pueblo colonial de calles de piedra y portones grandes, fundado en 1541, los niños siguen metidos en su papel. Sin reírse, sin llorar ni demostrar cansancio culminan la procesión del Jueves Santico en donde todo comenzó, en la casa de doña Ángela Martínez.