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La bomba que estremeció al Parque Lleras la noche del 17 de mayo del 2001 fue el primer aviso de una guerra que hoy todavía se lucha. Ese día la banda “la Terraza” hizo estallar un Renault 9 rojo cargado con 20 kilos de indugel al frente del café Orleans, dejando ocho muertos.
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En aquel oscuro año, una decisión tomada por los empresarios, el Gobierno y la ciudadanía fue la que salvó este emblemático lugar. “Hubo una reacción muy bonita. Los empresarios con valentía decidieron invertir. Empezaron a abrir más negocios a pesar del temor y la gente respondió”, recuerda Luis Guillermo Orjuela, de la Corporación Zona Rosa.
El parque tuvo sus años de oro y se convirtió en el lugar preferido de empresarios, gente de la farándula y fue ícono del turismo. Ahora este lugar vive otra situación difícil. En los últimos cinco años las redes de microtráfico, prostitución y parahotelería, han desangrado un sector que genera más de 7.000 empleos y donde las ventas se han reducido hasta en un 40 %, según Zona Rosa. Los homicidios de extranjeros también reflejan el panorama oscuro del narcoturismo.
El deterioro
Varios empresarios del sector culpan a la Administración de haberlos dejado solos, mientras la alcaldía se defiende indicando que todo inició en 2012 cuando “las Convivir” se tomaron el Lleras con el apoyo de algunos empresarios, que se sentían abandonados por las autoridades. “Las Convivir” fueron “un fenómeno que existió en el Parque Lleras y, de hecho, ese fenómeno se acabó porque los mismos empresarios se reunieron con el Gobierno y entendieron que se tenían que acabar”, reconoce Orjuela.
Ese fenómeno se hizo visible cuando varios comerciantes denunciaron que alias “Mauricio”, un sujeto que ofrecía seguridad a cambio del control de ventas ambulantes, indigentes, prostitución y hurtos, los extorsionaba con vacunas semanales entre 5.000 y 500.000 pesos, según reportes del Gaula.
“Cuando los comerciantes no confiaban en las instituciones propiciaron que esas personas garantizaran la seguridad, pero, además se apoderaron de los negocios ilícitos”, explica Gustavo Villegas, secretario de Seguridad.
Un año después “las Convivir” ya se habían convertido en un problema. En 2013 el cabecilla alias “Mauricio” fue asesinado en un local de La 70. Un año más tarde “las Convivir” volvieron a incursionar pero cayeron dos de sus líderes “el Mono” y “el Tatuado”. Y el año pasado fue el turno para “Carnero”, quien trató de imponer sus extorsiones.
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Los combos y extranjeros
La Policía asegura que ahora tres Odín (Organización Delincuencial Integrada al Narcotráfico) se reparten los negocios ilícitos en esta zona. La Odín “Caicedo”, “Trianón” y “la Unión” manejan el negocio de prostitución, venta de drogas al menudeo y sintéticas a domicilio. De esta última es la banda “la Raya” de alias “Tuto”, que registró hace un mes 26 capturados por venta de drogas en el Parque Lleras, entre ellos 7 policías que ganaban 1’200.000 por presentar falsos positivos e informar sobre operativos en contra de la banda, según se indicó el día de su captura. “La Raya quiso tomarse el control del microtráfico en el parque como plaza de vicio”, confirma el mayor Julián Trujillo, nuevo comandante de la estación de Policía del Poblado, de la cual fueron relevados 60 uniformados hace menos de un mes con el fin de evitar relaciones entre el crimen y las instituciones.
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“Una de las modalidades que usan es el envío a domicilio a los hostales, pues sus clientes principales son extranjeros que vienen de visita a la ciudad”, explicó Claudia Carrasquilla, directora de Fiscalías de Medellín.
Y es que el narcoturismo y el turismo sexual se han vuelto la mayor fuente de ingresos para estos grupos. El caso más conocido es el de alias “Jake”, un norteamericano capturado en julio del año pasado, el cual lideraba una red de prostitución y explotación sexual infantil. O los casos del ciudadano israelí Shay Azran, de 37 años, asesinado en Las Acacias, y el de Tomas Willemoes, el danés asesinado en inmediaciones del Parque Lleras, los cuales estarían relacionados con este tipo de actividades ilegales.
Según Gustavo Villegas, secretario de Seguridad, lo que más les preocupa son los paquetes para sexo y drogas que se están vendiendo en el exterior. Así como “Jake” hay otros extranjeros que venden planes por internet, y por medio de algunos hostales promocionan este tipo de narcotours.
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“Se han detectado sitios allí en el parque o cerca que se utilizan para este tipo de actividades. Ya cuando los extranjeros llegan ya saben adónde se desplazan para el consumo y la prostitución”, advierte Villegas. Por su parte, el mayor Julián Trujillo relata que en operativos recientes encontraron “a un grupo de mexicanos que en cada habitación tenían jacuzzi, mujeres y trago. Un paquete completo no muy sano”.
La fiscal Carrasquilla dice que la red es independiente y no tienen alianzas con el crimen organizado. “Ellos ofrecen el paquete y al que le adquieren las drogas y las trabajadoras sexuales es a esas bandas, pero eso no significa que los extranjeros se vinculen a las organizaciones”. Algunos de estos extranjeros llegan a Medellín, según las autoridades, con antecedentes en sus países de tráfico de drogas, hurto y estafa y ven un negocio rentable con el turismo.
La “rumba dura” también se fue mutando y hace un año apareció el fenómeno de la prostitución de calle y los travestis que migraron de Veracruz, Guayaquil y el Centro de la ciudad al Parque Lleras y a la calle 10. Pero también comenzó un doble juego, algunos empresarios aprovecharon la circunstancia. “Algunos comerciantes permiten el ingreso de menores o promocionan la prostitución y venta de alucinógenos en sus locales”, afirma Villegas.
Otro problema que la prostitución ha traído consigo es el de las bandas de escopolamina y hurto como el caso de la banda La Viña de Manrique, dedicada al hurto de relojes y joyas lujosas. “Tenemos bandas dedicadas al robo de relojes. Utilizan muchos modus operandi y están dedicadas solo a eso”, confirma Trujillo.
La recuperación
El parque que le sirvió a Medellín como una ventana en su época más oscura, vive hoy de su recuerdo. Algunos empresarios señalan que el deterioro ha transcurrido bajo la indiferencia de los entes estatales. “Nunca nos detuvimos a pensar quiénes iban a llegar, qué iban a hacer y los efectos que estamos viviendo hoy. No supimos reaccionar ni la sociedad ni el Gobierno”, advierte Orjuela.
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Por ahora quienes sufren los efectos son los negocios. “Nos preocupa el riesgo para las empleadas madres cabezas de hogar y estudiantes”, dice Orjuela, que explica que en el Lleras hay 85 locales y unas 120.000 personas que lo visitan cada fin de semana, entre ellas un gran número de extranjeros. William Bolívar, representante de Harley Davidson en Medellín, reconoce que el Lleras es un imán para los extranjeros y foráneos y por eso fue escogido por la marca norteamericana. “Es una magia irreproducible en cualquier otra parte de la ciudad. Todo estadounidense, europeo o foráneo que viene a Medellín quiere ir al Lleras, por ser una zona vívida, donde se sienten los colores de la ciudad y su gente”, afirma.
Jaime Álvarez, dueño de los restaurantes Basilica y Al Rojo, dice que los empresarios ya le han presentado propuestas al Gobierno. “Le dijimos que podemos mantenerlo, darle valor agregado, agendas de eventos culturales, deportivos y gastronómicos”. Además presentaron una propuesta junto a Conconcreto para un rediseño del Lleras. Sin embargo la Alcaldía negó esta posibilidad, “ellos propusieron algo que no es viable. Hay vigencias futuras que no podemos comprometer, pero estamos buscando la forma de hacerlo. Y la forma es entregarles el parque, para cambiar la dinámicas de ese sector con el compromiso de todos”, concluye Villegas.