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Problema del microtráfico pasa también por la adicción

La adicción a las drogas es el lucro de los delincuentes. Se necesitan también opciones de resocialización.

  • Por diferentes sectores de la ciudad se ha desplazado el problema de venta de estupefacientes ligada a la presencia de habitantes de calle tras intervenciones en ollas de vicio. FOTO donaldo zulauga
    Por diferentes sectores de la ciudad se ha desplazado el problema de venta de estupefacientes ligada a la presencia de habitantes de calle tras intervenciones en ollas de vicio. FOTO donaldo zulauga
03 de febrero de 2016
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Se han derribado paredes, edificios, capturado vendedores de estupefacientes y expulsado adictos de las reconocidas ollas de vicio en Medellín, pero el negocio —para muchos el infierno— de las drogas no se ha terminado en la ciudad.

El problema, ligado en buena parte a la población en situación de calle y la adicción, ha mutado y cambia los sitios de concentración mientras se planea otra intervención de las autoridades, empeñadas en acabar el problema del microtráfico, tras el cual —se sabe— organizaciones delincuenciales se lucran de lo que queda de vida en quienes la han entregado al consumo de bazuco y toda clase de sicoactivos.

“Si hay demanda, ahí van a aparecer los delincuentes ofreciendo (drogas). En caso puntual, los habitantes en condición de calle. En la medida en que se van trasladando a determinados lugares, ahí van apareciendo los delincuentes aprovechando la situación de enfermedad que tienen algunos de ellos”, admite el comandante de la Policía Metropolitana, el general José Gerardo Acevedo.

Una dosis de bazuco se puede conseguir con 1.000 pesos. Un adicto puede consumir entre cinco y ocho dosis cada día. ¿Cómo compran los habitantes en situación de calle? Con limosnas, dinero producto del reciclaje o a través de hurtos. A veces llegan a matar con tal de tener los recursos para mantener su dependencia.

Acciones de autoridad

El oficial reporta que el año pasado se incautaron 3,7 toneladas de droga en Medellín. Se capturaron 1.239 integrantes de organizaciones delincuenciales integradas al narcotráfico —Odín—, 783 por investigación judicial. En 2014 fueron 933 cabecillas de primer, segundo o tercer nivel de estas estructuras según los reportes, 633 por investigación, que están en la cárcel.

Anota que gran cantidad de la droga que surte las plazas de vicio en Medellín llega camuflada en camiones, procedente del departamento de Cauca, pero también se han detectado laboratorios pequeños en Barbosa o el oriente cercano. La institución trata de contrarrestar el ingreso de estupefacientes con operativos esporádicos en las entradas de la ciudad y la reacción ante información ciudadana que permita identificar los cargamentos ilegales mientras son transportados.

Según el comandante de la Cuarta Brigada del Ejército, general Jorge Romero Pinzón, también se han detectado cultivos ilícitos y producción de estupefacientes en el Norte y Occidente de Antioquia: en Belmira, Sopetrán, Santa Fe de Antioquia y Anzá se han dado resultados. En lo que va del año se han capturado 26 presuntos integrantes de las denominadas Odín.

Una enfermedad

Pero el tema con población en situación de calle es complejo según el secretario de Inclusión Social y Familia, Luis Bernardo Vélez. Explica que para poder atender a estas personas hay que entender cómo llegan a la adicción y valorar las condiciones clínicas de cada caso.

Advierte que en la actualidad hay organizaciones que recurren a regalarles alguna vez una mezcla de bazuco con drogas siquiátricas que potencian la capacidad adictiva, el poder del síndrome de abstinencia y efecto corto de alteración de los sentidos.

“Terminaron las ollas de vicio físicamente, pero no el negocio. Clínicamente, la adicción es inmensa. No hay edad ni estrato”, señala el funcionario.

En la actualidad la Secretaría de Inclusión Social y Familia lidera algunos programas de resocialización, con atención para personas entre los 18 y los 59 años. Considera que no debe haber aprehensión de estas personas. Funcionan equipos que tratan de acercarlos a la oferta institucional. Los servicios pasan por el Centro Día y dormitorios sociales.

Los concejales Santiago Jaramillo Botero y Ramón Emilio Acevedo respaldan el concepto de que el problema del consumo se debe abordar como una enfermedad. Para este último corporado el tema pasa por un problema de salud pública, frente al cual debe haber políticas públicas con acciones preventivas y curativas.

El concejal Róber Bohórquez, que promovió recientemente un debate sobre el tema señala que pese a las intervenciones de autoridad hay “ollas de vicio virtuales” y se requieren ahora estrategias para desarticular efectivamente las ollas, plazas y expendios sin importar la modalidad a la que recurran los delincuentes.

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