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Entre junio y octubre de 2011, mientras los pueblos se llenaban de vallas y pancartas promocionando a candidatos para las elecciones regionales, llegó a cada uno de los 125 municipios de Antioquia un equipo de El Colombiano conformado por tres periodistas jubiladas, un fotógrafo y un practicante de 21 años. Una de esas periodistas, que para el momento tenía más de 70 años, se sentía familiar en todos esos pueblos. Ya los había visitado, treinta años atrás.
Ella, a quién el paso de los años le daba la autoridad para descansar durante los trayectos, se sorprendía por la capacidad para dormir que tenía el joven y lamentaba que no estuviera aprovechando para tomar imágenes o, simplemente, admirar los paisajes. Aunque algo le gustaba: el constante reposo del joven periodista la hacía sentir mucho más vital a ella, que se adentraba en su segundo y, quizá, último viaje, por la totalidad de la región que tanto amó. Ella, Catalina Villa Pérez; el joven era yo.
A finales de la década del 70, cuando se estaba dando el éxodo de miles de familias antioqueñas hacia Medellín, Catalina dejó la ciudad para narrar algo que para entonces era desconocido: las diferentes subregiones del departamento de Antioquia y cada uno de los municipios que las conforman.
De esta manera Catalina puso a disposición de los lectores de EL COLOMBIANO - y así de todos los antioqueños - crónicas de territorios casi inexistentes en el periodismo nacional, información de pueblos como Abriaquí, Ciudad Bolívar o Giraldo que eran mitos o lugares poco atractivos para ser visitados. Estas historias fueron compiladas luego en el libro Así es Antioquia, publicado por el Grupo Otro Horizonte en 1982.
Con sus crónicas, Catalina ingresó a un terreno ajeno para nuestro periodismo y exclusivo para la literatura. Recorrió Antioquia, como lo hicieron escritores como Fernando Gónzalez, Manuel Mejía Vallejo y Mario Escobar Velásquez, para que conociéramos detalles de municipios que, aunque cercanos geográficamente, eran desconocidos para nuestra memoria.
Sin autopistas 4G, grandes puentes o infraestructura moderna, Catalina visitó todos los municipios de Antioquia fundados -y reconocidos como tales- para su época: contó los detalles de sus plazas principales, las costumbres de sus habitantes y las maravillas de sus zonas rurales. Visibilizó, como nadie antes, pueblos anclados en el olvido.
Fue la pionera del periodismo de viajes en nuestra región. Su labor periodística se resumió en describir las diferentes tonalidades de verdes que conforman nuestras montañas, aunque también sacaba tiempo para otro verde que le apasionaba, Atlético Nacional, del que tenía una columna.
Y, cómo si recorrer todos los pueblos de Antioquia fuera fácil, lo hizo una segunda vez: 30 años después de la publicación de su primer libro y en el bicentenario del departamento de Antioquia. Catalina se reunió con sus colegas y ex-compañeros del periódico María Eugenia Villa, Ofelia Luz de Villa y el fotógrafo Jaimar, para repetir esta hazaña, redescubrir Antioquia y ver cómo el paso de los años, y con ellos los conflictos y las personas, la habían transformado. Esta apuesta, financiada por la Fundación Julio C. Hernández y con el apoyo de EL COLOMBIANO, también tuvo un componente audiovisual y digital del que pude participar.
Viajando con Catalina no solo descubrí cada rincón de Antioquia sino que aprendí a ver belleza en cada uno de estos. Creo que ese es uno de sus grandes legados: demostrar que cada pueblo paisa tenía su encanto y luchar contra los imaginarios que dictan que no hay pueblos turísticos más allá de Santa Fé de Antioquia y algunos del Suroeste o del Oriente.
Para Catalina, que por su labor de reportera pudo conocer los países que quiso, no existía lugar más agradable que Antioquia. Por eso eligió morir aquí. Nos queda leer sus historias y descubrir los pueblos para escribir las nuestras. Eso sí: sin dormirnos en el camino.
* Por: Luis Carlos Pérez Gómez - @lperezgo
Ayer murió Catalina Villa Pérez, quizá la primera persona que hizo periodismo de viajes en Antioquia. pic.twitter.com/wR9x54UyYm
— Luis Carlos Pérez G. (@lperezgo) 16 de marzo de 2018