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Proteger el patrimonio de Medellín, más que una declaratoria

Medellín tiene 403 bienes de interés arquitectónico, cultural y arqueológico. Preservarlos, asunto de corresponsabilidad.

  • El edificio Vásquez, San Juan con Carabobo, es el mejor ejemplo de conservación patrimonial en Medellín.
    El edificio Vásquez, San Juan con Carabobo, es el mejor ejemplo de conservación patrimonial en Medellín.
  • La Casa Barrientos es buen ejercicio de restauración, pero se le cuestiona la falta de intervención del sector donde está (Av. La Playa). FOTOS Manuel Saldarriaga
    La Casa Barrientos es buen ejercicio de restauración, pero se le cuestiona la falta de intervención del sector donde está (Av. La Playa). FOTOS Manuel Saldarriaga
Proteger nuestro patrimonio, más que una declaratoria
12 de julio de 2018
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Como sobreviviente de un holocausto, el patrimonio de Medellín se sacude. El ímpetu densificador lo ha reducido, y entre punzadas al corazón, heridas profundas, ha ido dejando atrás la indiferencia para tomar el lugar que siempre mereció.

Ante algunos ojos puede no ser mucho. Por ejemplo, a Rafael Gordo, periodista cubano de reciente visita a Medellín, le parecía una ciudad construida hace no más de cinco décadas, sin huella ni memoria arquitectónica.

Sin embargo, esta urbe tiene 343 años y 1.375 edificios de más de cinco pisos, según el informe de Planeación en 2016. Hoy, se cuentan 403 Bienes de Interés Cultural (BIC), 14 de los cuales fueron incluidos en los últimos 4 años. Ese es nuestro Patrimonio: elementos materiales con un valor, preservados como evidencia de un proceso de la sociedad y que deben ser transmitidos a las siguientes generaciones.

Según Evelyn Patiño coordinadora de Patrimonio de Planeación Municipal, el patrimonio representa, identifica y muestra la evolución de grupos humanos a través de la historia. “Coloniales tenemos pocas construcciones en Medellín, podría decirse que lo que queda asociado a ese periodo es la Iglesia de La Veracruz, que en su momento tenía ladrillo a la vista, una arquitectura más modesta, pequeña”, relata.

Agrega la experta que en Medellín hay predominancia de la arquitectura de estilo Republicano, como en le caso del Palacio Uribe Uribe, hoy Instituto de Patrimonio de Antioquia.

“Otro estilo de arquitectura, el modernismo, está en Prado, casas de grandes extensiones, fragmentos de características de casas francesas, como en el Palacio Egipcio”, destaca.

El arquitecto Alejandro Restrepo, director de Proyectos Estratégicos de la Alcaldía de Medellín, lamenta las décadas de los 60 y 70, en que se demolieron casonas republicanas y teatros clásicos para darles cabida a edificios, en su mayoría, de estilo contemporáneo.

No obstante, para Restrepo, la capital antioqueña encierra muchos tesoros patrimoniales dignos de admirar: “el Centro es la zona donde más patrimonio se concentra. Hay una serie de edificios de mucho valor, diseñados y construidos en diferentes épocas, arquitectura moderna, y de finales y principios del siglo anterior. Espacios de diferentes usos”. (Ver Glosario).

Lo que queda y ya no

La Medellín patrimonial que recorre la historiadora, Libia J. Restrepo, le genera sentimientos de contraste. Tantos recuerdos de lo que ya no está, como descubrimientos, a diario, de pequeñas joyas arquitectónicas que, teme, puedan desaparecer.

Rememora, por ejemplo, el edificio de la Pasteur (en el sector donde hoy está la Plaza de las Luces). Y resalta la belleza de los conservados edificios Vásquez y Carré.

Libia Restrepo destaca, también en el Centro, lo que llama el edificio de Las Tres cabezas de Bolívar, “que no se ven sino desde los corredores de la estación del metro Parque de Berrío. Una estructura hermosa, aunque son solo cuatro pisos, con estas esculturas imponentes que miran en distinta dirección”.

Para la historiadora, en Medellín prevalece una arquitectura moderna, aunque no de castillos ni grandes casonas republicanas, tampoco es menos interesante y tanto debe ser rescatada como apreciada.

“La casa del Millón en los 80 y 90, en Laureles, era una edificación que bien pudo ser patrimonial, un estilo moderno, elegante, pero fue demolida en medio de un lío legal o de sucesión. La dejaron acabar. Propiedades como esas, bellas, los hijos de los fundadores las prefieren vender y terminan en ruinas para que luego se construyan edificios de apartamentos pequeños o una colmena de consultorios”, acota.

No obstante la tendencia a lo moderno, Restrepo sentencia que los habitantes de este Valle de Aburrá subestimamos tesoros arquitectónicos que no tienen que envidiarle a ningún bien patrimonial en Europa.

“Pasamos por alto la riqueza patrimonial que tenemos en frente, porque siempre la vemos, la tenemos ahí y hace parte de nuestra rutina. Muchas veces son los extranjeros quienes se asombran con templos como la Catedral Basílica Metropolitana, el Hospital San Vicente de Paúl o la antigua Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, en el norte de la ciudad”, apunta.

Precisamente, el San Vicente de Paúl, está enmarcado por la Administración Municipal en la zona de conservación Nivel 3 (Patrimonio Nacional), como un BIC de carácter nacional, junto al Cementerio de San Pedro, el Aeropuerto Olaya Herrera, la Casa Museo Pedro Nel Gómez, el Templo El Calvario y el Centro tradicional de Medellín.

Restrepo propone a quienes habitamos este territorio detenernos a mirar los tesoros patrimoniales que sobreviven en ella y cuidarlos, porque son la identidad de Medellín.

“Cuando voy por el Centro, a veces veo pequeñas casas y digo: esta es una joya, y pienso, cuántos años llevará construida, miro su estilo de diseño, los materiales. Algunas son un poco más modernas, pero también bellas. Y de eso se compone una ciudad bonita, de edificaciones bien tenidas, y que las personas las puedan mantener, y no es de paternalismo, que solo el Estado lo haga, sino que sus propietarios también las cuiden”, dice.

Acciones de preservación

Un paso fundamental en la protección del patrimonio es aterrizar los bienes con esa connotación para no solo conocer su historia y estado de conservación, sino quiénes los habitan y en qué condiciones.

Además de las 403 edificaciones que se reportan como BIC, la Administración Municipal señala que existen 517 bienes en lista de estudio para ser declarados patrimoniales. De estos, 206 son arquitectónicos, 272 arqueológicos (caminos y sitios), 18 urbanísticos (sectores urbanos y espacios públicos) y 21 paisajísticos.

Como una medida urgente de blindaje para estos bienes, el Departamento de Planeación local agiliza la implementación de una herramienta del Plan de Ordenamiento Territorial (POT): beneficios tributarios para los poseedores privados de algunas de las edificaciones o predios.

Del total de bienes declarados o en camino de serlo, 275 están en el barrio Prado, 89 más se encuentran en otras zonas del Centro, revela la Alcaldía. La segunda zona con más lugares en esa condición de interés cultural son los corregimientos de Santa Elena y San Cristóbal.

Ana Cathalina Ochoa, directora de Planeación de Medellín, subraya que se hace a los propietarios acompañamiento y asesoría de cómo mantener los bienes en buen estado, conservando sus características originales, y brindándoles a las personas exención de impuestos, como Industria y Comercio y Predial.

“Esto se hace con el objetivo de que inviertan ese presupuesto (los tributos que dejarán de pagar) en mantener el bien. El beneficio existe desde 2008, pero estamos reforzando la estrategia, porque hay desconocimiento. Algunos consideran que como tienen una casa patrimonial, no la pueden tocar y la dejan caer. Creen que restaurarla es complejo y oneroso. Por eso estamos en una labor, puerta a puerta, de pedagogía”, dice.

Si bien desde la institucionalidad la labor de protección, asegura Ochoa, se está haciendo, como en el caso del Jordán—en el barrio Robledo, una casa que fue restaurada y hoy es centro cultural—desde lo privado se puede lograr el mismo resultado.

“Hemos tenido casos de personas que adquirieron una vivienda BIC en Prado, llegaron a Planeación, y con nuestra asesoría la restauraron para hacer en ella un hostal, comenta y agrega que el ejercicio es de corresponsabilidad.

Exención con seguimiento

Los beneficios tributarios para los propietarios de bienes que son considerados como de interés cultural o patrimonial, se dan, inicialmente, con el acta de declaratoria que los legaliza en esa condición.

Luego, explica Ochoa, el propietario del bien llega a Planeación, hace una solicitud de que desea acceder al beneficio, y un equipo de ese despacho le hace una visita técnica al inmueble para constatar el estado en que se encuentra y firmar un convenio entre Alcaldía y propietario en el cual se establecen determinados porcentajes de exención que puede ser total o del 60% (ver recuadro informe).

“El propietario se compromete a mantener aspectos como arreglar o restaurar, y el Municipio a descontarle un porcentaje del pago de los impuestos. Se firma el convenio y luego debe ir a Secretaría de Hacienda, que es la que ejecuta la exención”, explica.

De ahí en adelante, añade Ochoa, se inicia por parte de la Secretaría de Gestión Territorial un seguimiento al cumplimiento de los compromisos por parte del tenedor de la propiedad y su evasión acarrearía una infracción urbanística que contempla sanciones por medio de multas.

Luis Fernando González, docente de la Escuela de Hábitat de la Universidad Nacional, sede Medellín, recalca que los anuncios de acciones de protección al patrimonio llegan tarde y son insuficientes.

“Tenemos un grave problema, porque desde el primer POT que se aprobó en 1999 se definió que se debería hacer un plan especial de protección del patrimonio cultural e inmueble, y solo se actuó en 2009”, enfatiza y cuestiona sobre lo que en ese lapso sucedió en el corredor del tranvía de Ayacucho, por ejemplo.

— ¿Cuántos bienes se protegieron allí?, no hablo del Paraninfo, ni la iglesia San José, me refiero a la arquitectura del entorno, a lo largo del corredor, que desapareció y ocurrió en el lapso entre el POT de 1999 y y el de 2009. Cuando se definió la protección, ya habían desaparecido muchas casas y edificios, concluye.

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