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“Los habitantes de calle tienen gueto en Medellín”

Expertos dicen que falta trabajo para enfrentar problema. Alcaldía señala

que invierte $1.700 millones mensuales y que la resocialización es voluntaria.

  • Analistas van más allá de señalar su ubicación cerca a la Minorista y el río y reportan vacíos normativos, recursos insuficientes para atención y casos crecientes de embarazo adolescente entre esta población. Alcaldía valora su inversión en $1.700 millones por mes. FOTO Juan A. Sánchez
    Analistas van más allá de señalar su ubicación cerca a la Minorista y el río y reportan vacíos normativos, recursos insuficientes para atención y casos crecientes de embarazo adolescente entre esta población. Alcaldía valora su inversión en $1.700 millones por mes. FOTO Juan A. Sánchez
  • Según la Alcaldía, desde la intervención en las ollas se han recuperado 110 jóvenes entre 18 y 32 años con programas sociales en granjas. Además, 100 adultos mayores son atendidos con iniciativas lúdicas para que no regresen a la calle. FOTO henry agudelo
    Según la Alcaldía, desde la intervención en las ollas se han recuperado 110 jóvenes entre 18 y 32 años con programas sociales en granjas. Además, 100 adultos mayores son atendidos con iniciativas lúdicas para que no regresen a la calle. FOTO henry agudelo
24 de enero de 2015
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La intervención a las ollas de vicio visibilizó la problemática de los habitantes de calle en Medellín. Son personas que se ubicaron en varios sitios de la ciudad. Entre otros, la calle San Juan con la avenida Oriental, en la entrada al sector de Niquitao; la avenida de Greiff y en los bajos del metro cerca a las estaciones Prado y Hospital.

El cambio de ubicación y la problemática más visible, obedecen, según el Concejal Luis Bernardo Vélez, a una intervención equivocada, como respuesta de una falta de planeación integral. Para el corporado, los habitantes de calle formaron una especie de gueto: “Se aglutinaron en un sector cerca a la Minorista donde se sienten seguros y allí residen”.

A ello se suma, conceptuó el concejal, los que recorren la ciudad: “Psicóticos a plena luz del día se observan sin ninguna clara intervención”, expresó.

Apuntó que la capacidad de respuesta oficial es insuficiente ante la problemática “en el escenario hipotético de que todos los habitantes de calle quisieran acogerse a los programas estatales, estos son insuficientes”, señaló.

Inversión millonaria

Héctor Fabián Betancur Montoya, secretario de Inclusión Social, expresó que los programas adelantados en el despacho, no responden a la directriz del Gobierno Nacional de intervenir las denominadas ollas de vicio.

Explicó que las administraciones municipales han adelantado estrategias para enfrentar la problemática y que en esta administración la inversión es de 1.700 millones de pesos mensuales.

Aclaró que se trata de un ciudadano, al que se le “seduce” con programas que buscan su cambio de vida, pero si este no lo desea, es muy difícil. Es voluntario, ingresar o no a los programas sociales.

Agregó el funcionario que la sociedad es muy dadivosa y la ayuda ciudadana perpetúa la situación.

Además, el 98% de los habitantes de calle son adictos a estupefacientes. “Ellos tienen quien les regale el desayuno y el almuerzo, y con su trabajo consiguen el dinero para el consumo diario”, dijo Betancur Montoya.

Defendió la gestión oficial al señalar que 100 habitantes de calle egresan cada año, son personas que dan un rumbo diferente a su vida.

Explicó con cifras. Los resultados de la intervención en 2011 eran 3.300 habitantes de calle y en 2014, 3.250. “Es decir, no hubo crecimiento en el indicador, una muestra de que la estrategia social impacta”, señaló.

Giovanny Patiño Tejada, representante legal de la Corporación Papá Giovanny, resaltó el apoyo que desde la administración se da a los habitantes de calle. Sin embargo, conceptuó que falta orientación en temas como el sexo seguro. “Vemos mucho embarazo adolescente en los habitantes de calle”.

Además, es clave contar con personas de la zona para que adelanten los programas de apoyo, pues un agente externo y extraño no tiene la compenetración que puede conseguir alguien de la zona.

La calle, indicó, es un espacio en el que algunos jóvenes encuentren su sustento. “Los muchachos están aguantando hambre en los barrios, entonces vienen al Centro a buscar personas generosas”, dijo.

Vacío normativo

Rodrigo Ardila Vargas, personero de Medellín, conceptuó que existe un vacío normativo, pues la decisión de acogerse o no a un programa de apoyo es voluntaria.

Señaló, además, que ellos ponen en riesgo su vida y la de los demás.

“No toman precauciones para tomar la vía rápida y pueden sufrir accidentes, por ejemplo en la Autopista. Además, las quejas de la comunidad y el comercio crecen porque su presencia genera inseguridad”.

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