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El ruido ensordecedor, que se ha ido extendiendo, en especial en la madrugada a las zonas residenciales de Medellín y municipios del Valle de Aburrá, también se está convirtiendo en una causa silenciosa de desplazamiento forzado.
En la vía a Primavera, Amparo Echavarría aseguró que los jueves deja su casa para pasar el fin de semana donde familiares, porque desde hace varios meses no aguanta el ruido de los establecimientos con rumba hasta la madrugada, que se han ido extendiendo hacia ese sector de El Poblado.
Dijo que vender es difícil por esta situación y no le gustaría arrendar su casa en la que ha vivido 21 años.
En otro sitio de la ciudad, en el occidente, María Bernal reconoció que tuvo que dejar su vivienda en un sector de Laureles, vecino a la avenida 33, porque no aguantó la bulla de algunos establecimientos, que se niegan a cumplir las disposiciones de la Alcaldía.
En Provenza, en El Poblado, José Hernán Molina se lamentó porque que una acción popular que interpuso, con otros vecinos, por el ruido y el desorden al que fue sometido su barrio por la proliferación de negocios con música hasta la madrugada, a pesar de haber sido fallada a su favor y confirmada en segunda instancia, aún no se cumple.
Dijo que en forma irónica, la solución que le han planteado algunos funcionarios es “insonorizar” su casa.
En este fallo, el Tribunal Administrativo de Antioquia les pidió al Municipio y a la Policía “diseñar, adoptar y ejecutar un protocolo eficiente y efectivo para controlar las fuentes de emisión contaminante por ruido en los sectores de Provenza y centro de El Poblado”.
La decisión judicial agregó que, “previo el debido proceso, se impongan multas, sanciones y se solicite la suspensión de actividades de acuerdo con la ley y se ordene el cierre definitivo de aquellos establecimientos que continúen sin observar las disposiciones contenidas en la Ley 232 de 1995 (en el artículo 2 exige a comerciantes, cumplir con las normas auditivas).
Molina opinó que el fallo no se ha cumplido y, por el contrario, creció el problema y ahora la rumba comienza desde los miércoles.
“Llegaron a hacer mediciones de ruido, hicieron visitas, hablaron del debido proceso y del fallo, que es de segunda instancia, pero las soluciones que dispuso la justicia no se han cumplido y en caso de reclamos nos pasan de oficina en oficina”, relató.
Recordó que en 2014, la Alcaldía expidió los Decretos 889 y 890, que obligaban a insonorizar y no invadir el espacio público y con ellos, una serie de normas similares que no se cumplieron y, según Molina, hoy todo está peor.
En la 33, occidente de Medellín, Romelia Cardona, afirmó que allí algunos dueños de establecimientos públicos desconocen otra acción popular que ganó la comunidad en 2012.
Manifestó que a pesar de los esfuerzos de la Alcaldía y de algunos propietarios por cumplirla, hay negocios que siguen emitiendo altos niveles de ruido, que no dejan conciliar el sueño.
Indicó que producto de esta situación más de 10 familias vecinas a su apartamento han abandonado sus propiedades en los últimos tres años y algunos se han ido a vivir a pueblos huyéndole a esta perturbación.
Carolina Agudelo, líder de Proyectos de Riesgos Ambientales de la Secretaría de Salud de Medellín, respondió que desde diferentes estamentos, la Alcaldía está efectuando una serie de acciones en esos sectores y otros sitios de la ciudad.
Además, dijo, están haciendo un juicioso análisis jurídico para ver cómo pueden articular mejor las entidades que tienen que conocer el tema, para buscar una solución.
Contó que primero se inquietaban por el tema cada que les llegaba una queja, pero a partir de 2014 decidieron hacer una intervención mayor y, a través de convenios con la Universidad de San Buenaventura, y su escuela de Ingeniería del Sonido, y la de Medellín, diseñaron cuatro líneas de trabajo.
La primera fue el componente técnico para saber si las normas actuales sobre niveles de ruido que llegan a los hogares sí están acordes con las disposiciones internacionales y para establecer si se convierte en un factor de riesgo para la salud.
La segunda fue de comunicaciones y prevención, donde se realizan tomas, festivales culturales en los sitios donde es fuerte el problema y, aprovechando las universidades, también se inició allí la capacitación de los comerciantes.
Un tercer aspecto fue el de las competencias que están repartidas en diferentes estamentos del Estado, para evitar que las quejas pasen de escritorio en escritorio, sin solucionar el problema
Y la cuarta, se iniciaron estudios y vigilancia de salud para saber sus implicaciones en pérdida auditiva y trastornos mentales, por las perturbaciones en el sueño y pérdida de la concentración que puede causar el ruido.
En este último aspecto ya realizaron los primeros análisis con personas sanas y se hicieron en 85 casas de sectores afectados por la bulla. Se efectuaron tanto en el día, como en la noche.
Aunque los resultados no son concluyentes, por tratarse de pruebas piloto, sí dieron a conocer indicios.
Uno de ellos fue que “sí hay una relación entre las fuentes del ruido como la maquinaria (aires acondicionados, refrigeradores y motores, entre otros) y equipos de sonido a alto volumen, con la interferencia del sueño de las personas.
También se encontró en este primer análisis, que la bulla, además, afecta el rendimiento en las actividades que realizan las personas.
En cuanto al cumplimiento de las normas colombianas contra el ruido, las mediciones que se hicieron dentro de los hogares establecieron que en el horario diurno (de 7:01 a.m. a 9:00 p.m.) hay un incumplimiento de solo el 5 por ciento. En el periodo nocturno (9:01 p.m. a 7:00 a.m.) el incumplimiento llegó al 91 por ciento.
Los sectores nocturnos analizados en Medellín en estas primeras pruebas fueron El Poblado, en especial el Parque Lleras; Belén (la 33), Castilla (carrera 68), Aranjuez, y la 70 y sus alrededores, en Laureles.
La funcionaria recalcó que aunque los análisis que han hecho no son concluyentes sí están dando a conocer un diagnóstico de la problemática que tiene Medellín en este aspecto.
Por su parte, el ingeniero y candidato a doctor en sonido y vibraciones, Luis Alberto Tafur, especificó que en la ciudad se han hecho cuatro mapas de ruido en los que se estableció que es demasiado alto y la problemática va en extensión, pero reconoció que buscarle soluciones efectivas no es fácil.
Advirtió que, sin necesidad de tener altos niveles, el ruido perjudica el descanso, lo que tiene un alto costo para la productividad, ya que fisiológicamente la persona, así diga que no la afecta el ruido, se levanta con menos ánimo y la mayoría de las veces desconoce cuál es la causa de esa falta de energías para laborar.
Además, continuó, el ruido tiene una serie de efectos fisiológicos inconscientes y conscientes tales como la pérdida de audición y las dificultades para la comunicación. “En fin, tiene una serie de complicaciones debidamente estudiadas por la Organización Mundial para la Salud”, anotó.
Comentó que el nuevo POT de Medellín creó las llamadas zonas mixtas, sectores poblados con establecimientos públicos, y no tuvieron en cuenta las variables acústicas, lo que en el futuro puede generar situaciones difíciles de convivencia.
El vicealcalde de Salud, Juan Carlos Giraldo, aseguró que están haciendo un trabajo muy amplio sobre el problema del ruido, pero, en especial, analizando las competencias, porque hay muchas normas que deben hacer cumplir diferentes entidades, lo que hace difícil la articulación.
Reconoció que en el país no hay una legislación más concreta y contundente sobre este tema y sugirió que Medellín debería asumir un protocolo independiente, así lo demanden y lo tumben luego. Se necesita, dijo, un código de Policía más fuerte en sanciones, multas y campañas educativas