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¿Se puede vivir en Medellín en silla de ruedas?

Funcionarios y ciudadanía reconocen la brecha en infraestructura para personas con movilidad reducida. ¿Hemos pensado en una ciudad incluyente?

  • La estación Hospital del Metro no cuenta con dispositivos para movilidad reducida en las entradas peatonales. Es necesario subir 25 escalones para llegar a la plataforma. FOTO JUAN A. SÁNCHEZ
    La estación Hospital del Metro no cuenta con dispositivos para movilidad reducida en las entradas peatonales. Es necesario subir 25 escalones para llegar a la plataforma. FOTO JUAN A. SÁNCHEZ
  • Luis se vale de su antebrazo para aprender a coser. En las calles y las aceras enfrenta obstáculos que son un peligroso para cualquier transeúnte en general. FOTOS Juan antonio sánchez
    Luis se vale de su antebrazo para aprender a coser. En las calles y las aceras enfrenta obstáculos que son un peligroso para cualquier transeúnte en general. FOTOS Juan antonio sánchez
  • ¿Se puede vivir en Medellín en silla de ruedas?
29 de junio de 2017
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El 19 de febrero de este año, a eso de las 10 de la mañana, dos impactos de bala dejaron a Luis Fernando Muñoz, de 27 años, tendido en el suelo en medio de la soledad de un domingo en el centro de Medellín. El motivo: un intento de robo. Los disparos quedaron incrustados en su espalda. Diagnóstico: Fractura de médula. Luis Fernando no volvería a caminar.

El censo de la Secretaría de Inclusión y Familia de Medellín, que está en elaboración, registra 57.554 personas con algún tipo de discapacidad, a marzo de 2017.

De esta cifra, 10.182 personas presentan impedimentos físicos para desplazarse en la ciudad, entre los que se encuentra Luis.

Antes de aquella fatídica mañana de domingo, este hombre era obrero de construcción y, cuando no resultaba trabajo, bajaba desde su casa, en el barrio 13 de Noviembre, para limpiar ventanas de carros en una esquina de la avenida Oriental con La Playa.

Si Luis quisiera volver a ese lugar en su silla de ruedas, le tomaría más de una hora, pues la ciudad no está adaptada para un desplazamiento así en medios públicos de transporte.

Para Diego Echeverry, arquitecto experto en accesibilidad de la Universidad de Granada, España, la Administración Municipal ha respondido con componentes urbanos, pero las falencias siguen siendo evidentes, ya que la ciudad no se pensó para personas con movilidad reducida. “Hay una cadena de factores que deben estar enlazados y no funcionan”, reconoce Echeverry.

Señala que rampas, ascensores, ajustes técnicos en los baños, ampliación de corredores en transportes y medios físicos y adecuación de puntos de servicio en general, brillan por su ausencia en muchas edificaciones antiguas. Las nuevas, reciben acompañamiento de la Secretaría para cumplir con las condiciones básicas.

Édgar Yepes, funcionario de la Secretaría de Inclusión, dice que se busca hacer los ajustes razonables para adecuar los lugares que no cuentan con estos accesos, pues no se trata de “entrar a destruir”, sino de garantizar derechos y condiciones de igualdad. La entidad y el arquitecto concuerdan en que todavía hay un largo trecho por recorrer.

Recuperación

Hace tres semanas, Luis asiste a los cursos de costura en la Unidad de Habilitación Jean y Daniel Jerome, como parte del programa de apoyo a la inclusión. Saca la lengua, mira con determinación y oprime el pedal de la máquina de coser, por medio de un bastón que ingeniosamente amarra a su antebrazo.

Su esposa, Liliana, no lo desampara, se ha convertido en sus piernas, pues en 4 meses todavía le es difícil controlar su silla de ruedas. “No me gusta echarme a perder, tengo muchas ganas de salir adelante”, sentencia Luis, mientras anota la tarea que le dejan en el curso.

Una ley para moverse

El Congreso colombiano, por medio de ley estatutaria, estableció, el 27 de febrero de 2013, los derechos a personas con discapacidad. Según esta norma, el Estado está obligado a garantizarle a Luis y demás personas en la misma condición, accesibilidad, educación y oportunidades.

Jaime Vargas, líder del programa de Política de discapacidad regional, explica que esta ley obliga a todos los municipios a diseñar e implementar planes de adecuación en las estructuras, nuevas y antiguas.

“La verdad es que eso requiere una inversión muy grande, pero cada proyecto debe tener los recursos. Hacer una rampa es más barato que hacer una escalera”, comentó Vargas.

Rampas que, cuenta Luis, le hacen falta en su barrio y las calles de la ciudad, cuando intenta transitar.

Vargas, que también se encuentra en condición de movilidad reducida, se refirió a la falta de planeación que hay en la ciudad y resaltó que, si bien Medellín responde a estas necesidades desde la Alcaldía, los otros 124 municipios de Antioquia tienen una brecha muy grande.

“El Metro, por ejemplo, se planeó totalmente inaccesible y han tenido que reorganizarlo. No solo se trata de personas en condiciones de movilidad reducida. Una persona embarazada no puede subirse en hora pico al Metro, es un tema que está en pañales”, explicó Vargas.

En las llantas de la silla

Son las 4 de la tarde y la clase de costura terminó. Luis toma el ascensor de la Unidad de Habilitación, ubicada en el barrio Prado Centro, y le pide a Liliana que lo encuentre en el primer piso.

Usualmente toma un taxi, que costea con el dinero que le dan en la unidad (150.000 pesos al mes), pero esta vez y por petición de EL COLOMBIANO, realiza el recorrido hasta la estación Hospital del Metro, la más cercana al lugar donde se capacita.

Actualmente el Metro de Medellín, cuenta con 46 ascensores y 47 stair lift, o plataformas mecánicas, según un informe de la entidad.

El recorrido de Luis: 7 calles en el barrio Prado, para llegar a la estación del Metro. Se aferra a los frenos de la silla de ruedas que la acción comunal de Enciso le prestó, por si las calles se ponen empinadas. Liliana agarra fuerte el aparato, lleva despacio a su esposo, para evitar contratiempos.

En el camino sortean baches, obstáculos y calles sin rampas para subir la silla. Con fuerza y un poco de paciencia, el recorrido termina en un vaivén de salidas y entradas a las aceras, que tienen más escalas que accesos.

Para su sorpresa, la estación Hospital, por sus entradas peatonales, no tiene ninguna de las 47 plataformas mecánicas con las que cuenta el Metro de Medellín. Tiene, por la entrada del Metroplús (calle Barranquilla), un ascensor. Esto implica un desplazamiento más largo y el cruce de dos calles más.

Según el Plan Maestro de Accesibilidad del Metro de Medellín, se contempla la posibilidad de construir ascensores en las estaciones Vallejuelos (Metrocable), Bello y Hospital, por el flujo de gente con movilidad reducida que transita por allí.

El recorrido, que toma 5 minutos a pie hasta la estación, les lleva 15 minutos a Luis y Liliana.

Otros espacios

El aeropuerto Olaya Herrera se encuentra adaptado en un 85% para personas con movilidad reducida.

Las obras, que vienen desde el 2009, se han enfocado en mejorar aspectos que permitan viajar a cualquier persona. “El punto de atención está diseñado a la altura exigida (70 - 80 cm) para que cualquier persona pueda acercarse y los ascensores cuentan con letras táctiles en relieve”, comenta Jorge Duarte, gerente del aeropuerto.

El Área Metropolitana registra, aproximadamente, 6.500 buses en la ciudad, de los cuales 398 están dotados de plataformas PMR (Personas de Movilidad Reducida), los mismos que utilizaría Luis para llegar a su casa, si este servicio se prestara en su barrio.

Movilidad de todos

Luis se lanza a la calle, los carros pasan por su lado; hubiera querido seguir por el andén pero las escalas se lo impidieron. “Hay poca tolerancia”, dice, alzando la voz, mientras enfrenta vehículos al transitar.

Según Édgar Yepes, funcionario de la Secretaría de Inclusión, es importante entender que facilitar la movilidad a estas personas no solo involucra a los entes públicos.

Yepes recalcó que la Secretaría acompaña, asesora y recomienda, pero que la movilidad reducida es un asunto que culturalmente también se debe entender. “No solo es infraestructura, sino la forma en que nos comportamos”, indica.

Los ojos de Luis se centran en los 25 escalones que hay en la estación Hospital. Transeúntes se acercan, dispuestos, diciendo: “¿Lo subimos?”

¿Falta de educación?

Daniel Echeverry, arquitecto afectado en su movilidad, estudió el tema de accesibilidad en España.

Este profesional sostiene que es poca la formación académica para arquitectos e ingenieros en estos temas. “En cumplimiento de licencias y normativas se ha logrado, pero no se sabe a qué públicos se enfoca”, explica.

Luis Fernando termina la travesía por las calles de Prado y vuelve a casa, en el oriente de Medellín, en taxi. No tiene otra opción.

Así pasan los días para él y Liliana, cuenta, pensando en cómo moverse en la ciudad, para llevar “la papita” a su hogar, donde los esperan sus dos hijas.

187
mil usos de la tarjeta Cívica con perfil de discapacitado se registraron en marzo
de 2017 en el Metro.
2 %
de parqueaderos en edificaciones, deben ser
para movilidad reducida,
según la Ley 1618 de 2013.

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