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La huella de la criminalidad organizada parece estar presente, una vez más, en la racha de homicidios que afecta a Medellín desde el último fin de semana.
Los hechos incluyen 12 asesinatos entre el sábado y la mañana de ayer, en diferentes puntos de la ciudad. Además del típico ataque sicarial con pistola desde una moto, las autoridades están preocupadas por el hallazgo de tres cadáveres en lechos fluviales y uno más en una maleta.
En cuanto a los casos del agua, el primer incidente fue reportado el sábado en la quebrada Santa Elena, a la altura del barrio San Benito, en el centro de la ciudad. Allí los rescatistas extrajeron del cauce los cuerpos de un hombre y una mujer adultos, separados por pocos metros y con heridas de arma de fuego.
Y a las 7:00 a.m. de ayer, esta vez en el río Medellín, en el tramo del barrio Tricentenario, fue divisado otro cadáver masculino, el cual tenía los pies y las manos amarradas.
Dos horas después, los vecinos del Parque Lleras, en El Poblado, alertaron a la Policía sobre una maleta abandonada en la calle, que expelía un olor sospechoso. En la inspección judicial se comprobó que se trataba de un hombre, que al parecer tenía menos de 24 horas de muerto.
El general Óscar Gómez, comandante de la Policía Metropolitana, señaló que el crimen se habría perpetrado en un apartamento ubicado en un tercer piso cercano al lugar del hallazgo. Según las pesquisas iniciales, los agresores habrían lavado el lugar con cloro y otros productos para encubrir su fechoría.
Ninguna de las víctimas reseñadas había sido identificada al cierre de esta edición.
Antes del mediodía hubo una reunión de organismos de seguridad para analizar lo sucedido hasta el momento.
El secretario de Seguridad de Medellín, Andrés Tobón, comentó que la mayoría de estos homicidios están asociados a “dinámicas de las estructuras criminales, reacomodos y ajustes de cuentas internos”.
Añadió que el tema debe examinarse con rigor, pero que la postura de la Alcaldía es la misma: “atacar a esas bandas sin descanso”.
Tobón y el general Gómez coinciden en que no hay un hilo conductor para todas estas muertes, sino que trata de casos diferentes.
Aún así, la Policía ha encontrado dos patrones: en varios hechos la víctima al parecer conocía al victimario; y que más que choques entre combos enemigos, estamos ante un escenario de purgas internas en las organizaciones, motivadas por dinero o cambios en sus jerarquías.
“Estos hechos generan zozobra, pero tenemos investigaciones por buen camino y los vamos a esclarecer”, dijo Gómez.
Tobón explicó que el año pasado hubo capturas de cabecillas importantes, muchos de ellos de primer orden, lo que habría dejado las calles en manos de los mandos medios, “que tienden a ser muy violentos y desordenados. Y en cuanto a sus líderes, la idea es trabajar para lograr nuevas imputaciones y que se queden más tiempo en la cárcel”.
En las últimas siete semanas han salido de circulación cinco cabecillas de organizaciones delictivas del Valle de Aburrá, situación que podría generar homicidios selectivos.
El más sonado es el arresto de Juan Carlos Mesa Vallejo (“Tom”), jefe de “los Chatas” y de “la Oficina” (diciembre 9).
Después se produjeron los asesinatos a bala de Iván Darío Mosquera Mosquera (“la Boa”), del combo “la 115” de San Javier (diciembre 18); y de Ember Gabriel Rueda Ballesteros (“Caretorta”), del combo “la Colinita” de Guayabal (diciembre 31).
El 4 de enero capturaron a Wiston Córdoba Mena (“Negro Memo”), del combo “la 260” de Robledo; y el 9 de enero a Andrés Felipe Garzón Restrepo (“el Ruso”), de la banda “la Capilla” de Belén.