<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

“El Mesa”, la empresa del crimen que nadie toca

Este es el perfil de una banda que nació en Bello y cuya red hoy llega a Bogotá. Cuenta con 300 integrantes.

  • La Policía señala a la banda “el Mesa” como la responsable del doble homicidio del pasado 5 de marzo en la Vía Las Palmas. Foto: Santiago Mesa
    La Policía señala a la banda “el Mesa” como la responsable del doble homicidio del pasado 5 de marzo en la Vía Las Palmas. Foto: Santiago Mesa
“El Mesa”, la empresa del crimen que nadie toca
20 de marzo de 2018
bookmark

Entre las decenas de organizaciones criminales que azotan el Valle de Aburrá hay una que ha crecido de forma desmedida y silenciosa, como un tumor: la banda de “el Mesa”.

La última vez que ese nombre retumbó en la opinión pública fue el pasado 5 de marzo, cuando un grupo de sicarios motorizados asesinó a dos personas en plena vía Las Palmas, ante decenas de transeúntes y pasajeros que, en el congestionado trayecto, tuvieron que contemplar la inspección judicial a la escena.

Este tipo de ataques hacen parte del palmarés de una facción que nació hace tres décadas en el municipio de Bello y convirtió a los barrios Mesa, Andalucía y Prado en su base de operaciones. Hoy sus tentáculos llegan a Medellín, La Ceja, Tunja, Soacha y Bogotá, donde se dedican al narcotráfico, sicariato, extorsiones y desplazamientos forzados, entre otras conductas ilegales.

“Es un grupo que tiene mucho poder delictivo, por su extensión y cantidad de integrantes. Actúa como una empresa, con un gerente y cabecillas que manejan cada una de sus zonas”, comentó Claudia Carrasquilla, jefe de la Dirección de Fiscalías contra la Criminalidad Organizada.

Investigaciones de la Policía y del ente acusador señalan que su principal cabecilla sería un hombre de 46 años, nacido en San Jerónimo (Antioquia) y conocido en el bajo mundo como “el Montañero”.

En su trayectoria delictiva ha cambiado varias veces de identidad, gracias, al parecer, a contactos corruptos en las registradurías y notarías, por lo que en los procesos penales desde 2001 figura con tres nombres: Luis Rodrigo Rodríguez Rodríguez, Juan Camilo Hernández Berrío y Gustavo Adolfo Pérez Peña.

Un agente de la Fiscalía, que solicita reserva de su nombre por seguridad, lo describe como “un cabecilla con mucho arraigo entre sus hombres y muy respetado por los bandidos de Bello. Es pequeño, de 1.60 metros, y tiene un daño permanente en un brazo por una vieja herida de bala”.

En registros policiales y de la Rama Judicial aparece que fue procesado en 1998 por tentativa de homicidio, tentativa de hurto agravado y calificado y cohecho por dar u ofrecer, pero se fugó de la cárcel de San Quintín dos años después (07/10/00).

Fue detenido otra vez el 15/5/01 en el barrio Prado de Bello, porque le figuraba una orden de captura por homicidio emanada de la Fiscalía 14 de ese municipio. Al poco tiempo regresó a la calle y comenzó las incursiones en Bogotá, según los investigadores consultados, en especial con atracos a carros de valores y microtráfico de drogas.

El golpe más recordado de la banda “el Mesa” en la capital ocurrió el 03/11/03, cuando en el barrio Las Flores asaltó un camión de valores de la empresa Wackenhut de Colombia S.A. Armados con fusiles, buscaban un botín de $1.000 millones, pero en medio del robo se presentó un tiroteo con policías de la Sijín. Un asaltante murió, al igual que el intendente Jesús Merchán Rodríguez.

Registros de prensa de aquel entonces indican que 21 sospechosos fueron capturados. El Juzgado Primero Penal del Circuito de Bogotá condenó a siete de ellos, incluido “el Montañero”, a pagar 26 años y ocho meses de prisión por homicidio agravado, tentativa de homicidio agravado, tentativa de hurto calificado y agravado, concierto para delinquir y porte ilegal de armas de uso privativo (radicado N° 11001310700120050006500).

De esa pena, “el Montañero” solo estuvo nueve años tras las rejas y luego pasó un breve tiempo en libertad condicional, en una urbanización del municipio de Copacabana, hasta que regresó a la calle en 2013, conservando bajo perfil.

El 9 de diciembre pasado, la Policía capturó a Juan Carlos Mesa Vallejo (“Tom”), líder de “la Oficina” y de la banda “los Chatas”, considerado por las autoridades como el máximo jefe mafioso de Bello.

Tras lo sucedido, en las barriadas bellanitas corrió el rumor de que ahora el capo del municipio era “el Montañero”.

Los tentáculos

Los propios investigadores cuentan que las autoridades nunca han realizado un operativo estructural contra “el Mesa” y que lo han considerado “un simple combo” por mucho tiempo, lo que le permitió expandirse de manera sigilosa en distintas ciudades.

En Medellín, la facción tiene una célula en el barrio Palermo, en Aranjuez, al mando del lugarteniente “Piolo”. Algunos ciudadanos lo acusan también de coordinar las extorsiones en la plaza de mercado de Bello, donde cada local debe pagar entre $50.000 y $70.000 semanales.

El grupo de La Ceja, dedicado al comercio de drogas, lo lidera “el Diablo”; en Tunja (Boyacá), las redes las administra “Malacate”; y “Carlitos”, en asocio con el narcotraficante bellanita “el Pollo”, se encarga de una ruta de exportación de cocaína que pasa por el archipiélago de San Andrés.

Las principales sucursales de la organización están en Soacha (Cundinamarca) y en las localidades bogotanas de Suba, Ciudad Bolívar y Antonio Nariño. En esos territorios son conocidos como “los Paisas”, y para asumir el control de las plazas de vicio sostuvieron violentos enfrentamientos contra grupos locales, entre ellos “los Aguapanelos” y “los de la Gorda”.

En la capital, las coordinaciones están a cargo de “el Crazy” o “Loco” y “Jalea”. Uno de sus subalternos en Suba era apodado “Crimen”, a quien enviaron desde Bello para manejar las redes en cuatro barrios. La Policía lo capturó el pasado 14 de septiembre, junto a 23 colaboradores, e informó en esa oportunidad que las pesquisas iniciaron por un incremento en los homicidios, de los cuales la banda sería responsable de 12.

En los cálculos de los investigadores, para sostener esos tentáculos, la estructura contaría con 300 integrantes aproximadamente.

Además de esto, tiene alianzas con otras agrupaciones de Bello: “Niquía Camacol” y “el Tapón”, la cual es liderada por “el Caníbal”, un desmovilizado de las autodefensas que salió de prisión hace poco y, al parecer, está dedicado a administrar la producción y distribución de estupefacientes en el Norte de Antioquia (Ituango, Toledo y San Andrés de Cuerquia), donde contaría con apoyo de disidentes de las Farc.

“El Mesa” es una organización que, por sus recursos, se considera autónoma e independiente. Mantiene negocios de igual a igual con otras mafias tradicionales del área metropolitana, entre ellas “los Triana”, “los Chatas”, “Pachelly” y “la Oficina”.

Su enlace con esta última es Jorge Vallejo Alarcón (“Vallejo”), arrestado el 6 de marzo en Medellín. El general Óscar Gómez, comandante de la Policía Metropolitana, declaró que es uno de los cofundadores de “el Mesa” y un importante socio financiero.

No obstante, la función de “Vallejo” en el engranaje ilegal va mucho más allá, según la Fiscalía: él es un articulador de diferentes grupos. Militó en “el Mesa”, “Pachelly” y “los Chatas”, y en los últimos tiempos se convirtió en un enlace entre los clanes de Bello y los de Medellín, coordinando las juntas y pactos de los jefes del crimen organizado.

Rastros de sangre

Desde finales de 2015 la banda ha estado involucrada en múltiples asesinatos en el Valle de Aburrá, logrando “pasar de agache”, hasta ahora, frente la lupa de la justicia.

Por esos días hubo fracturas en las cofradías más poderosas de Bello, lo que ocasionó retaliaciones entre disidentes de “el Mesa”, “Pachelly” y “los Chatas”. Pese a las reuniones entre cabecillas para mitigar el problema, hay cuentas no saldadas que hoy siguen generando homicidios selectivos.

Una de las muertes más representativas de ese sangriento desorden fue la del abogado Jairo Alfredo Bustamante Valencia, abaleado a una cuadra del parque principal el 12/2/16.

El general José Acevedo, quien por entonces comandaba la Policía Metropolitana, declaró que el penalista defendía en los estrados a integrantes de esas organizaciones y que el móvil se relacionaba con esas actividades.

Al día siguiente asesinaron en Rionegro a Sebastián Marín Morales (“Sebitas”), supuesto coordinador de “los Chatas”, y la matanza prosiguió en Medellín con dos personas sospechosas de participar en la muerte del abogado Bustamante: Mauricio Tavera Vergara (“el Enano”), acribillado por sicarios cuando conducía un automóvil por el puente de la Madre Laura (20/2/17); y Sebastián Villa Godoy, abaleado en el barrio Buenos Aires. Este joven de 25 años había sido arrestado el día del atentado al jurista, tras un tiroteo con una patrulla en el que salió herido, pero escapó de la estación policial de Bello.

Fuentes judiciales añaden que las muertes desde 2016 podrían ser más de 20, en especial por una fractura dentro de “el Mesa”, en la que la estructura principal terminó enfrentándose a un grupo de disidentes liderados por “Malana” y “el Chivo”, que a su vez estarían aliados con exmiembros de “Pachelly”.

El más reciente capítulo de esta saga fue el ataque de la vía Las Palmas. “Hay indicios de que se trató de una retaliación entre estructuras delincuenciales. ‘El Mesa’ está relacionada con el doble homicidio”, contó el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez.

Aquel 5 de marzo, apenas llegó de un vuelo procedente de Panamá, Andrés Ríos Guzmán (“Orejas”) fue recogido en el aeropuerto de Rionegro por el taxista Jairo Álvarez Jiménez. En su descenso hacia la ciudad, a la altura del barrio La Asomadera N°2, fueron alcanzados por matones a bordo de tres motos y un carro, que les quitaron la vida.

“Orejas”, según la Policía, estaría vinculado con la banda “Pachelly”. El motivo del atentado, presuntamente, fue otro asesinato en Bogotá, donde la víctima fue alias “Bollo”, un sobrino de “el Caníbal”.

Si las autoridades no le ponen freno a esta empresa criminal, los cementerios del Valle de Aburrá y Bogotá seguirán sumando lápidas, endosadas a las huestes de “el Mesa”.

Infográfico

Te puede interesar

El empleo que busca está a un clic

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD