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Tres factores fundamentales están en disputa en un predio del sector Loma de los González, de El Poblado: el del medio ambiente, el del progreso y el libre ejercicio de la propiedad privada.
La historia se remonta a 1920, aunque vive su capítulo más polémico desde julio de este año, cuando una firma de ingenieros llegó, con permisos en mano, otorgados por el Área Metropolitana (Amva), a talar algunos árboles y así despejar el área para construir lo que sería un edificio de oficinas.
La intempestiva llegada de los operarios de la firma fue frenada por habitantes del sector, en la carrera 30 con calle 4Sur, donde está ubicado el lote, que formaron una cadena humana para oponerse a la tala, técnicamente llamada “Permiso de aprovechamiento forestal”, que consiste en cortar del predio algunos árboles considerados ya viejos y que no cumplen una función ecológicamente importante, según Camilo Ospina, representante legal de la firma Investiamo S.A.S., que proyecta construir el edificio.
Ante la oposición de la comunidad, el Amva se hizo presente en el sitio, paró el proceso y le impuso a la constructora una medida preventiva que le impide acceder al sitio y realizar actividades relacionadas con el proyecto.
La comunidad sostiene que si allí se construye, se perderán varios yacimientos de agua que manan de la tierra y que son aprovechados desde hace más de cien años para sus actividades cotidianas. Desde 1980, dicen los líderes y residentes en el sector, opera por concesión un acueducto comunal que beneficia a 117 familias. Las posiciones parecen irreconciliables.
Cuenta Esperanza González (58 años, todos vividos en Los González) que Pascual González, padre de su abuelo Benjamín González, era dueño de una gran extensión de terreno por allá en 1920.
“Era una finca con grandes humedales, había tanta agua, que las vacas se tapaban hasta la mitad. Él trató de conservar siempre esas fuentes, lo logró por muchos años, yo recuerdo que los paseos de mi familia eran acá, hacíamos chocolatadas y vivíamos en un ambiente natural”, relata Esperanza, que reside en una vivienda que linda con el lote objeto de la polémica.
Otra González, pero esta de nombre Hilda (76 años), recuerda que la loma fue una zona privilegiada.
“Yo no digo que ahora es maluco, también se vive muy bueno, pero antes era incomparable. Recuerdo que el mercado lo traíamos por rieles en carretas de caballos, todo eran fincas, con animales y había humedales y nacimientos de agua. Nosotras lavábamos la ropa en las quebradas y hasta nos bañábamos”, narra Hilda, que lamenta que el proceso urbanizador, que se disparó a partir de los años 80, haya arrasado con muchas de las riquezas naturales del sector.
Perteneciente a una generación más joven de los González, Orlando Arenas González recalca que sus abuelos y tatarabuelos intentaron a toda costa proteger los territorios con riqueza acuífera de El Poblado, lo que no fue fácil ante la fiebre urbanizadora de las últimas décadas.
“Este predio tiene nacimientos de agua, y hace muchas décadas explotamos un acueducto comunal que favorece a 117 familias. Lo tenemos bajo la figura de la concesión, pero no es solo el agua, sino la fauna, la flora y todos los elementos que acá confluyen”, señala Orlando, que encabeza una campaña con un video en redes sociales en el que explica la importancia de que el lote no desaparezca y que, en vez de fluir agua y ver crecer árboles con aves que anidan en ellos, empiece a levantarse edificios.
Toda esta historia tuvo su defensa más emotiva en un acto simbólico celebrado en el parque comunal del sector, con una eucaristía que tuvo como objetivo bendecir el agua que brota del predio y llorar por su posible muerte si la obra llega a construirse, según cree la comunidad.
Al ritual, celebrado en pleno parque natural, asistieron cerca sesenta personas residentes en el sector, no solo mayores sino también sus hijos, nietos y hasta bisnietos.
Hubo dos momentos claves: uno en el que el sacerdote Fabián Ortega bendijo botellas de agua sacada de los tanques del acueducto comunal, que los feligreses llevaron a la misa; y otro en el que se exhibió un féretro que simbolizaba la muerte del recurso hídrico.
“Defendemos la vida cuando defendemos el agua”, sentenció el religioso, y hubo tanta emoción, que a los presentes solo les faltó aplaudir.
Marta Cecilia Aguirre, fiscal de la Junta de Acción Comunal -JAC- de la Loma de los González, expresa que “este acto de bendición del agua y de protesta lo que buscaba era que no nos quiten un lote que nos pertenece hace cien años”.
Diego Adolfo Rúa, presidente de la JAC Loma de los González y coordinador de la Mesa Ambiental de El Poblado, aclara que, en efecto, Investiamo S.A.S. tiene licencia de construcción otorgada por la Curaduría Primera.
“Este es un lugar natural que debe ser protegido, los espacios verdes en El Poblado cada vez son más pocos y además tenemos una concesión del acueducto comunal que va hasta 2025, no podían haber dado permiso existiendo esa figura”, señala Rúa.
Orlando González, sin embargo, admite que antes de 2014 el lote aparecía como no urbanizable, pero se le quitó la restricción y ahora, en el POT (Plan de Ordenamiento Territorial) cambio su uso. La Curaduría Primera dio el permiso ajustada a los reglamentos.
“El dueño del predio está en su derecho, eso se admite, pero la comunidad también tiene sus derechos y lo que se trata es de conciliar y buscar una solución que satisfaga a los dos”, dice Orlando.
La idea de la comunidad es que la Alcaldía adquiera el predio para que se conserve como zona protegida ambientalmente.
Camilo Ospina, representante legal de Investiamo S.A.S., una firma de ingenieros recién creada, sostiene que su empresa respeta el derecho de la comunidad al recurso del agua, pero asegura que su permiso de aprovechamiento forestal otorgado por el Amva, así como la licencia de construcción, los recibieron por cumplir con todos los requisitos y trámites de ley requeridos.
“Nos parece insólito que el Área Metropolitana nos haya impuesto una medida preventiva hace más de cuatro meses, que supuestamente debía ser por un lapso breve, y no resuelve nada. Interpusimos dos recursos de apelación y no han servido; mientras tanto, estamos sumando pérdidas millonarias al no poder ejecutar la obra”, advierte Ospina.
Sostiene que, incluso, si construyen, respetarán los nacimientos, pero con un sistema de captación más moderno que el que tiene la comunidad, que es con tanques instalados en las casas.
Vale precisar que el agua del acueducto, aunque está bajo la figura de concesión a la comunidad, no está autorizada para consumo humano y en las viviendas la usan para otras actividades.
“Por la normatividad de la Secretaría de Salud, el agua no se puede consumir, pero las familias la utilizan para barrer, trapear y otras cosas de las casas”, explica Diego Rúa.
Las viviendas beneficiadas tienen conexión al acueducto de EPM y, adicional, tuberías que les llevan el agua de los nacimientos almacenada en tanques propios. Pagan $5.000 al mes, además de la que le cancelan a EPM.
Al respecto, el Área Metropolitana ratifica que mientras no se levante la medida preventiva, en el lote no se puede construir. La subdirectora Ambiental, María del Pilar Restrepo, detalla que la entidad, además de unos análisis del terreno que hizo la Universidad de Antioquia y que ya están en su poder, solicitó un concepto al Instituto Von Humboldt para determinar el tipo de terreno y cómo es la realidad ecológica y los nacimientos de agua que existen allí.
“Cuando tengamos ese informe complementario, con nuestros técnicos se cotejará y procesará toda la información y emitiremos un concepto como autoridad ambiental sobre el manejo que se le debe dar al lote”, precisó Restrepo.
La Alcaldía ratifica que le concedió a la comunidad el derecho a explotar los yacimientos. Y con la Subsecretaría de Derechos Humanos ejerce una mediación que busca una solución que satisfaga a las partes involucradas (ver En un minuto).
Entre tanto, los habitantes de esta histórica loma de El Poblado seguirán diciendo con orgullo que al lado de sus casas hay humedales, tierra rica en agua que fluye cristalina y de la que ellos disponen solo con abrir una canilla.
Por gozar de este privilegio, que quieren que no se pierda porque es vida para el sector, piden, como Orlando González, “que el municipio preserve esto como reserva hídrica y como un humedal”.