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Lo poco es mucho. Funciona esa frase para dimensionar lo que se ha hecho en Antioquia con los arreglos y pavimentaciones de vías campesinas, o terciarias, como se conocen las carreteras que conectan veredas y corregimientos con las zonas urbanas de los municipios.
Y es que son 11.630 kilómetros de estos trayectos en el departamento, según la Gobernación, algunos de ellos convertidos en trochas olvidadas, en las que la única opción de transporte es a lomo de mula, en medio del pantano o el polvo.
La intervención de estos tramos es concebida por campesinos y autoridades locales como un motor de desarrollo y seguridad para poblados alejados de las cabeceras, pues facilita el transporte de productos agrícolas y agiliza el tránsito de la Fuerza Pública.
El reto planteado por la Administración fue arreglar el 10 por ciento de ese total. Lo logró y el gobernador Luis Pérez considera el hecho como histórico y revolucionario.
Sin embargo, desde la Asamblea se escuchan voces críticas, como la del diputado Luis Peláez que considera que lo realizado es mínimo y los campesinos siguen tan aislados como históricamente lo han estado. “Lo que hacen es pavimentar, en promedio, uno o dos kilómetros de cada vereda. Los otros siete quedan destapados”, subraya.
Pero, ¿cuál es, entonces, el mérito de haber pavimentado 1.078 km de vías campesinas en Antioquia?
Freddi Vásquez, presidente de la Acción Comunal de la vereda Camburé, en San José de la Montaña, Norte de Antioquia, comenta que la pavimentación de 1.200 metros de la carretera que comunica con la centralidad del municipio, ha mejorado la calidad de vida de los campesinos.
“Ahora hay más facilidad para que los agricultores lleven los productos a mercados. Además, el Ejército tiene acceso fácil a la vereda y los soldados se ven transitar con más frecuencia”, destaca.
La pavimentación de vías terciarias es uno de los proyectos detonantes del Plan de Desarrollo de la actual administración departamental.
Según reporta la Gobernación, antes de iniciar este gobierno, solo se habían intervenido 95,19 km de carreteras campesinas.
Esas intervenciones han impactado de forma positiva a las comunidades. Por ejemplo, relata Ferdinando de Jesús Muñoz, alcalde de Montebello, en un pequeño salón, cerca al parque principal, los campesinos se arrumaban, los sábados y domingos, a limpiarse el pantano de sus zapatos o a cambiarse de ropa.
En el recorrido a pie durante casi dos horas para llegar al pueblo desde los corregimientos Sabaleta y el Olival, sufrían las inclemencias de una vía casi hecha a pico y pala, solo transitable para caballos, mulas y algunos camperos.
“Ahora las mujeres salen en tacones desde sus casas en las veredas, no tienen que llegar a la sede campesina de la cabecera a lavarse el pantano”, dice y agrega que en total, el municipio cuenta con 83 km de vías terciarias y ha logrado pavimentar 6 km. Espera que 4 km más se hagan en 2019.
Gilberto Quintero, secretario de Infraestructura de Antioquia, comenta que en 2016, cuando comenzaron a socializar el proyecto de pavimentación y construcción, muchos alcaldes se mostraron reacios, especialmente, cuando se les dijo que ellos tenían que poner recursos, pues la plata con que cuentan es limitada y temas como los restaurantes escolares cada vez están más desfinanciados.
Agrega el funcionario, que la clave del éxito del plan es que Gobernación, alcaldías y comunidad ponen para las intervenciones de las carreteras.
“En un principio hubo dificultades con los alcaldes, porque creían que era una obligación del Departamento. Les explicamos que las vías terciarias son de los municipios. Lo que hace la Gobernación es ayudarles para que el campo tenga mejores condiciones de vida y que haya equidad en el desarrollo”, afirma.
Quintero añade que la participación comunitaria, que pone la mano de obra, es fundamental, pues reduce costos y genera sentido de pertenencia que redunda en cuidado y mantenimiento de las calles.
“Todos trabajan, a pico y pala, al sol y agua. Eso hace que sean más baratas”, acota.
Desde 2016 lo hicieron en Venecia, y así da fe el alcalde, Ferney Darío Fernández, que subraya la pavimentación de 12 km en 15 veredas de esa población del Suroeste.
“Era compleja la movilidad de los campesinos. Por ahí transita el estudiante, el docente, el personal médico, los agricultores, es decir, si arreglas estas trochas impactan la educación, la salud y el comercio. La gente hace deporte”.
El esquema empleado es el de la cofinanciación. En los 1.078 km de vías campesinas, de 2016 a hoy, revela la Secretaría de Infraestructura, se han invertido $608.623 millones, de los cuales $313.842 millones han sido aportados por la administración departamental y $294.780 por las alcaldías de 123 municipios.
“Hoy es una obligación. Todos los campesinos las piden (las carreteras) para sus veredas. Los alcaldes las consideran parte del desarrollo de cada población. Se han dado cuenta de que generan mejores condiciones de vida”, apunta Quintero.
Para lograr “el milagro”, como lo llama el alcalde Fernández, su administración puso, en 2017, el 55 % de la cofinanciación y este año aportó 40 % del valor total. El resto lo aportó el gobierno seccional.
Con 463,89 km pavimentados, el Oriente es la subregión más beneficiada con el plan de carreteras campesinas, seguido del Occidente, con 106 km y el Norte, con 65 km.
Lo contrario sucede en el Bajo Cauca, una de las subregiones más pobres y con mayores problemáticas sociales de Antioquia. Allí, solamente se han intervenido 29,83 km.
El secretario Quintero aclara que las alcaldías son las que solicitan la construcción, por cofinanciación, y anota que “no solo han hecho terciarias en municipios pobres. En Envigado, que es rico, y tenía 16 km de estas vías sin pavimentar, hicimos un programa conjunto y arreglamos 10 km. Los restantes 6 km los terminarán en 2019 y será la primera localidad de Colombia con todas las carreteras pavimentadas”.
La placa huella, placas en concreto reforzado dispuestas en el suelo y con una separación en piedra fija en concreto, es el modelo constructivo más común en las nuevas vías campesinas que construye la Gobernación de Antioquia.
Según Quintero, el kilómetro de placa huella “le sale a la Gobernación, en promedio, a $500 millones, $900 millones más barato que lo que cuesta normalmente”.
“El ahorro nos lo da la mano de obra puesta por la comunidad. Además, nosotros compramos los materiales (cemento, concreto, entre otros) a través de nuestra empresa de Vivienda (Viva), a la que le venden el cemento con el 30 % de descuento. Se lo entregamos a las alcaldías para que estas se los dé a la gente y hagan las placa huella”, anota.
Quintero agrega que no tener que abrir procesos de licitación para las obras, y evitar que los descuentos de materiales se los gane el contratista, es una ventaja que redunda en el valor final.
Pero para el ingeniero civil, experto en vías y profesor de la Universidad de Medellín, Mario Santiago Henández, el sistema placa huella y la estrategia de contar con mano de obra no calificada para su construcción reviste varios inconvenientes.
Aclara que las bondades de costos de la técnica está en que se ahorra material al ser unos rieles por los que solo caben las llantas de los carros.
“La vida útil es menor a una estructura asfáltica de concreto. Dura entre 5 y 8 años. Otro inconveniente es que se asume que los vehículos van a pasar por la huella, pero si no lo hacen, y circulan por las franjas que quedan entre las placas—que se llenan de piedra—el elemento empieza a fallar”, explica.
Hernández asevera que el éxito de la placa huella depende del proceso constructivo.
“El problema no es tanto la técnica: funciona bien y la aplican en vías terciarias, no solo en Colombia, sino en Latinoamérica. La falla está en el proceso constructivo, que mientras sea refinado el elemento dura y si no se interviene la estructura, falla y aquí (en Colombia) el proceso de mantenimiento es nulo”, dice.
Queda mucho camino por recorrer en mejorar las vías campesinas en Antioquia. Los primeros pasos los ha dado la Gobernación, pero en manos de las próximas administraciones está seguir avanzando en ganarle, con pavimento, kilómetros a las trochas.