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Los acueductos veredales de Medellín obtienen su agua de los bosques que conforman las cuencas hídricas. Para protegerlos, la Administración Municipal realizará un proceso de formación de 30 personas, las cuales se convertirán en guardabosques.
Ellos se encargarán de proteger predios boscosos que fueron reforestados en los últimos años y que sirven como refugio y hábitat para cientos de especies de flora y fauna en los cinco corregimientos de la capital antioqueña.
Durante la formación, iniciativa que contó con una inversión de 250 millones de pesos, se abordarán temas como la conservación del recurso hídrico, la reforestación, la recolección y la producción de semillas, y capacitación en primeros auxilios.
Además, los nuevos guardabosques también serán instruidos en resolución de conflictos, el control de incendios forestales, acompañamiento y guía de grupos organizados para el reconocimiento de la biodiversidad, manejo y aprovechamiento y revisión de residuos sólidos.
Ayer, domingo 28 de mayo, fueron certificados los primeros seis guardabosques de este programa.
El Moral, ubicado en el corregimiento San Cristóbal, será el primer ecosistema que contará con estos vigilantes de flora y fauna que, entre otras funciones, deberán educar y sensibilizar a los ciudadanos sobre la importancia de preservar estas zonas ricas en biodiversidad, generar apropiación social del ecosistema y controlar y vigilar los predios que son propiedad del municipio.
La secretaría de Medio Ambiente busca con esta iniciativa garantizar el adecuado manejo y conservación de estas zonas ricas en flora, fauna y fuentes hídricas.
No más de 150.000 habitantes viven en la zona rural de Medellín, la cual se divide en cinco corregimientos: San Antonio de Prado y San Cristóbal —los dos más poblados de Colombia—, Santa Elena, Altavista y San Sebastián de Palmitas.
La superficie de Medellín es de 382 kilómetros cuadrados, el área rural de la capital antioqueña tiene una extensión aproximada de 270 kilómetros cuadrados.
A pesar de la vasta extensión rural que tiene Medellín, su vocación agrícola es mínima y no impacta en los indicadores macroeconómicos de la ciudad.